El arte en redes sociales, material censurable
La plataforma «Don’t delete art» reivindica la libertad de creación recogiendo en su web aquellas obras de arte que eliminan los algoritmos de Instagram o Facebook por exhibir «demasiada piel», entre otros motivos
Madrid Creada:
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«Demasiada piel». Que se lo digan a Modigliani, a Lucian Freud, a Schiele. ¿Quién se atrevería a retirar de las paredes del Prado la Maja desnuda de Goya, por enseñar «demasiado»? ¿Acaso la Venus del espejo de Velázquez puede herir sensibilidades? Y no es una osadía plantearlo por que sea una mujer desnuda –sería un disparate–, no se trata de darle al cotilleo del correctísimo un aliciente más para su revuelo de confort. El plantearse retirar una pintura por lo que refleja es simplemente una insolencia que arremete contra el arte y, por tanto, contra la libertad. No obstante, esto Facebook o Instagram no lo contemplan. El algoritmo ha llegado para quedarse: ese palabro cada vez más cotidiano, que es omnipresente pero invisible, como si del virus de 2020 se tratase, ya forma parte de nosotros. Es como un tercer brazo, un tercer ojo, que afecta todo, que decide por nosotros, nos moldea con una delicadeza que pasa de la sutilidad a la influencia agresiva. Y es que este todopoderoso algoritmo ya no solo se encarga de enseñarnos lo que, supuestamente, queremos ver –lo que nos quieren vender–, sino que también se toma la licencia de eliminar aquello que, considera, es perjudicial para nuestros ojos o sentimientos.
Esta invasión de lo digital recae en cada vez más disciplinas, y no en menor medida en el arte. Las redes sociales son un espacio cada vez más necesario para la visibilidad y difusión de obras, un lugar donde los artistas publican sus creaciones con el objetivo de entrar en el mercado, o simplemente de compartir sus reflexiones. No obstante, hay algunos que ven sus creaciones censuradas, pues los errores algorítmicos, que buscan eliminar de las redes material pornográfico o sensible para los usuarios, provocan la eliminación de obras, el borrado de cuentas o la pérdida de seguidores. Unas directrices excesivamente estrictas, arbitrarias, que no funcionan a través del sentido común capaz de distinguir qué es arte y qué es contenido agresivo.
Como antídoto a estas descontroladas prohibiciones, existe una campaña que sigue velando por estos artistas: «Don’t delete art». Esta página web se encarga de recopilar todas aquellas obras de arte que, por juicio algorítmico, son retiradas de las redes, y lanza manifiestos con el fin de concienciar sobre lo que acarrean estos errores. «Nos preocupa profundamente este control arbitrario e innecesariamente agresivo», explican, «afecta negativamente a los artistas y restringe considerablemente el acceso del público a las artes visuales». Le ha ocurrido, por ejemplo, a Andy Greenaway, artista que pinta lienzos de figuras desnudas, mayoritariamente desnudas, que más que amenazantes figuran atractivas y bellas sobre el lienzo. No obstante, Instagram le ha censurado tres obras que «mostraban demasiada piel», dice el pintor, «el mejor arte del mundo es irreverente, las pinturas de desnudos han sido el lecho de roca del arte progresista a lo largo de los siglos. Censurar en estos días no solo es ridículo, es escandaloso». Por ello, desde «Don’t delete art» piden que «se reconsideren las restricciones, que se mejore el proceso de apelación», y que, por supuesto, que se reivindique la libertad y, por tanto, el arte.