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Polémica

Así es el libro que inspiró el delirante discurso sobre el "plan B" de los ricos de Yolanda Díaz

La vicepresidenta alerta de un "plan B" de las élites para dejar la Tierra, basándose en un un libro que habla de "fantasías". He aquí lo que realmente cuenta el volumen

A Falcon 9 SpaceX heavy rocket lifts off from pad 39A at the Kennedy Space Center in Cape Canaveral, Fla.
A Falcon 9 SpaceX heavy rocket lifts off from pad 39A at the Kennedy Space Center in Cape Canaveral, Fla.John RaouxAgencia AP

Dijo el asesor. «Yoli, ¿has visto este libro? Flipa». «No llevo gafas, cari, ¿qué pone?» «Que los ricos están construyendo cohetes para dejar la Tierra». «¡No me digas!», afirmó sorprendida la vicepresidenta del Gobierno de España, sí, la misma que da lecciones sobre el Estado de Derecho y los tipos de amnistía tras reunirse con Puigdemont. «Esto tienes que anunciarlo al mundo, Yoli, es gravísimo. Mientras los ricos se van al espacio exterior, los fijos discontinuos nos quedamos aquí con Vox y Feijóo», hiperventiló el asesor. «No te preocupes –dijo la sra. Díaz atusándose el cardado–. Voy a alertar al pueblo».

El asesor llamó a los periodistas. «La vicepresidenta tiene que desvelar algo al mundo». Los currantes colocaron la cámara y esperaron en silencio. «¡Comunica como tú sabes, vicepresi!», alentó un pelota. Yolanda ajustó el micro, cogió unos papeles, y dio la mala nueva en términos científicos: en el mundo hay una élite que «literalmente» dice que «nos vamos al carajo». Por eso los ricos tienen preparado un «plan B» que consiste en huir del planeta en unos cohetes, sumergirse en el mundo virtual como en Matrix, o encerrarse en fortalezas en Nueva Zelanda. Yoli agravó el gesto, cerró los ojos, y se sintió como Leonardo DiCaprio en «No mires arriba».

El libro que excitó al círculo de la vicepresidenta es el de Douglas Rushkoff titulado «La supervivencia de los más ricos. Fantasías escapistas de los milmillonarios tecnológicos» (Capitán Swing, 2023), publicado este 14 de septiembre. Nótese que en el título se incluye la palabra «fantasías», una palabra que se repite mucho en el libro; es decir, que el plan B de esa élite, cohetes incluidos, no es real, sino la expresión del miedo a sufrir una catástrofe. Lo que se denuncia en la obra son las fantasías de la élite para escapar a un desastre pandémico, económico o natural despilfarrando en autoprotección con el dinero del que los demás carecemos.

Idea marxista

Rushkoff es marxista. Lo confiesa al inicio de su libro. No obstante, el problema de interpretar la ciencia y la sociedad a través de una ideología es que el juicio está sesgado y la conclusión es previa al estudio. No es que Rushkoff sea un cualquiera. Se trata de un profesor de Cultura Virtual de la Universidad de Nueva York, de un activista contra el capitalismo que defiende un gobierno mundial para repartir la riqueza y para obligar a la aplicación de la tecnología a la justicia social y económica.

El autor alerta de lo que califica de paradoja, consistente en que son los más ricos los que permiten el fin del mundo y luego, como pescadilla que se mordisquea la cola, quieren escapar a su destrucción. La idea, por tanto, es denunciar el libre mercado como creador de un próximo apocalipsis del que sus máximos responsables quieren huir usando sus fortunas. No siempre fue así, dice. Rushkoff se lamenta de que el deseo de enriquecimiento estropeara la revolución digital a mediados de la década de 1990. El profesor, que tenía entonces 30 años, recuerda la ilusión del ciberpunk, las «raves» y la conciencia colectiva de ese tiempo, truncadas por el capitalismo y sus «sucios» negocios. Mientras ellos, los creadores, pensaban en lo digital como una forma solidaria de hermanamiento de la Humanidad y de reparto de la riqueza, los «malvados» capitalistas convirtieron la tecnología en un modo de enriquecerse manipulando a la gente.

No obstante, sin negar la consecuencia mil veces repetida que señala Rushkoff sobre el acopio de datos de cada usuario para influir en su comportamiento, como cuenta por ejemplo Zuboff en «La era del capitalismo de la vigilancia» (Paidós, 2020), la solución que aporta es tristemente marxista. Una ingeniería social que pase de la mano de Silicon Valley a la dictadura de un Comité Político moralista no ha dado nunca en la historia una menor manipulación, sino mayor y de peores consecuencias.

El «plan B» de la élite no es más que escapismo inmoral e irreal, dice el autor. A ese espíritu lo llama «Mentalidad», que viene a ser un anhelo de trascendencia e inmortalidad creyendo que el dinero y la tecnología lo pueden todo. Es el «transhumanismo», la ingeniería genética, pero no lo cita. Esa «Mentalidad» es «un medio de escapar del apocalipsis que ellos mismos han creado» o no. Porque Rushkoff habla de ese miedo instalado en la élite a sufrir la «próxima plaga, tormenta solar o colapso de la red eléctrica» o a cualquier otra cosa. Es una paranoia que ha llevado a esos ricos a pensar en alguna salida personal, como ocurrió en los 50 y 60 con los refugios antinucleares. Esa élite tiene también «miedo a la naturaleza y a las mujeres». Esto último no sé cómo interpretarlo, la verdad, porque Ayuso y Yolanda Díaz son mujeres y no se parecen en nada, y no creo que las mujeres cabalguen el quinto caballo del apocalipsis. Es un jardín que no pienso pisar.

Rushkoff habla de proyectos, «fantasías» dice, de construcción de refugios seguros, con granjas incluidas, que tuvieran fuerzas del orden para evitar su asalto por los pobres. Pone el ejemplo de la serie televisiva «The walking dead» (2010-2022), donde el peligro no son los zombis, sino los humanos vivos. Esos refugios estarían en el fondo del mar, en búnkeres o en el espacio exterior como un modo de «preparacionismo», dice el autor, «para el apocalipsis». También habrían pensado en la construcción de cohetes para escapar a no sé sabe dónde, porque, salvo una imposible terraformación de Marte, Venus o Europa, la luna de Júpiter, es una fantasía que actúa como calmante psicológica.

Los ricos, dice Rushkoff, tienen una «fantasía tecnolibertaria» porque son individualistas sin moral que huyen de la «gobernanza colectiva» que significa que la economía esté dirigida por un Gobierno mundial que actúe en nombre del pueblo. Vamos, algún tipo de socialismo, ya sea chavista o norcoreano. Los «survivalistas milmillonarios» o «tecnolibertarios», dice el profesor universitario, necesitan «imaginar un futuro» en el que se puedan aislar de las personas que «han explotado».

¿Quiénes son esos ricos inmorales que quieren escapar de la ruina que han provocado? Entre otros Zuckerberg, Jeff Bezos, Elon Musk y Bill Gates, al cual Pedro Sánchez donó 130 millones de euros en 2022 para el Fondo Mundial, del que es socio clave, a pesar de que Gates, dice Rushkoff, ató los derechos de la vacuna contra el covid impiendo así que se vacunaran los países pobres. Pero también nos están engañando, dice, con la transición ecológica del Green New Deal, porque en realidad es una fórmula para que sobreviva el capitalismo. Es el «Gran Reinicio» del malvado capital. Rushkoff pone un ejemplo: los coches eléctricos que patrocinan, entre otros, el gobierno de Yolanda Díaz, han hecho «milmillonario» a Elon Musk, un inmoral escapista. Es la terrible paradoja de la vicepresidenta, que critica lo que fomenta. De esta manera, para el autor, el ejecutivo «progresista» de Sánchez y Díaz estaría entre los colaboracionistas del capitalismo.

Decrecimiento

La solución de Rushkoff es dejar de producir, consumir y gastar. Es lo que la extrema izquierda llama «decrecimiento», que supone que la economía mundial pase a manos de un comité de tecnócratas virtuosos y morales, con conciencia social, comunistas si es posible, que elimine el capitalismo. Para esto es preciso un «Gran Despertar» de la sociedad, que salga de las «fantasías» ecologistas y «tecnoutópicas» y que haga frente a la élite para evitar «las maquinaciones de esos tíos».

Bien. ¿Y los cohetes llenos de ricos citados por Yolanda Díaz que se van a vivir al espacio exterior, a la última frontera, como diría el capitán Kirk de la nave estelar Enterprise? Rushkoff habla del viaje espacial de once minutos de Jeff Bezos, a cien kilómetros de altura, en 2021, como un despilfarro egomaníaco. Vamos, como coger un helicóptero Super Puma para ir a la boda de un primo, o el Falcon para no perderte un concierto de The Killers, al estilo de Sánchez. Todo, en suma, son «fantasías» de hipócritas para engañarnos, dice Rushkoff. Es evidente que Yolanda Díaz no leyó el libro, su alarmado asesor tampoco, y el ridículo ha sido estratosférico.

De Ray Bradbury a Raticulín

Ray Bradbury publicó «Crónicas marcianas» en 1950 sobre las colonias humanas en Marte para escapar de la vida terrestre. Un año después se estrenó «Cuando los mundos chocan», una cinta de serie B que ilustraba la construcción de un cohete que salvaba del fin del planeta a los mejores. Por supuesto, los Simpsons recogieron la idea satirizando el proceso, y luego «Elysium», de 2013, protagonizada por Matt Damon, usaba el mito para denunciar el comportamiento de los ricos, que vivían en una lujosa estación espacial, mientras los pobres las pasaban canutas en la superficie. Esta idea del espacio exterior como salvación también facilitó timos. Fue el caso en España de «Ummo», o de Carlos Jesús, el «profeta interplanetario» de Raticulín. También ha dado lugar a sectas, basadas en la idea del inminente apocalipsis y la salvación alienígena. El caso más luctuoso fue el de la secta Heaven’s Gate, cuyos 39 integrantes se suicidaron en 1997 para ser recogidos en alma por los aliens.

  • «La supervivencia de los más ricos» (Capitán Swing), de Douglas Rushkoff, 232 páginas, 19 euros.