Historia

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Barcelona vuelve a ser "la rosa de fuego"

Un tranvía volcado en una calle de Barcelona durante la Semana Trágica, verano de 1909
Un tranvía volcado en una calle de Barcelona durante la Semana Trágica, verano de 1909larazon

Para muchos Barcelona es una ciudad cosmopolita, burguesa, la más europea de España, pero mirando al pasado la realidad es muy distinta. Esta semana ha vuelto a recuperar su apodo de «la Rosa de Fuego». La violencia política que ya en el siglo XIX y la primera mitad del XX asoló sus calles ha vuelto.

Los anarquistas barceloneses, bisabuelos de los actuales, comenzaron su salto a la fama tirando una bomba al patio de butacas del Liceo en 1893 y poniendo otro artefacto explosivo en la procesión del Corpus de 1896. El Estado español respondió con la ley en la mano, los Procesos de Montjuic, en los que se condenó a muerte a los terroristas. En 1902 se produjo una brutal huelga general, en una Barcelona muy industrializada en la que cien familias «catalanas catalanas» versus Foment del Treball Nacional explotaban a los trabajadores charnegos, que se saldó con una docena de muertos. Durante la Semana Trágica, en 1909, «la Rosa de Fuego» volvió a estallar. La CNT alentó la violencia de los obreros barceloneses con la excusa de la movilización de varias quintas para ir a luchar a Melilla por causa del desastre del Barranco el Lobo de julio de 1909. La insurrección se saldó con 78 muertos –75 civiles y 3 militares–, medio millar de heridos y 112 edificios incendiados, de ellos 80 religiosos. Se dictaron 175 penas de destierro, 59 cadenas perpetuas y 5 penas de muerte. En 1910 hubo una huelga del metal en Barcelona que duró 200 días y en 1917 los partidos catalanistas y la izquierda revolucionaria, PSOE y UGT, se lanzaron a incendiar la ciudad en el marco de una huelga general revolucionaria de teóricos efectos nacionales. Sus líderes –Largo Caballero, Julián Besteiro y Andrés Saborit– fueron detenidos por sedición, sometidos a consejo de guerra y condenados a cadena perpetua. El muy catalanista Cambó y su amigo de la alta burguesía, antes que ver cómo sus propiedades podían correr peligro, pidieron a los políticos madrileños y al Ejército que interviniesen con la fuerza. Estos sucesos se saldaron con 71 muertos, de ellos 37 en Cataluña, 200 heridos y 2.000 detenidos. El año 2017 la UGT organizó una exposición para conmemorar esta trágica huelga general. En 1919 en Barcelona se produjeron despidos en la empresa eléctrica La Canadiense lo que provocó una nueva huelga revolucionaria alentada por la CNT. La violencia política se hizo dueña de Cataluña. La patronal catalana, la burguesía cosmopolita y moderna de Barcelona, se lanzó a la contratación de pistoleros para aniquilar a los revolucionarios que amenazaban sus fábricas y propiedades. El pistolerismo sumió a Barcelona en el caos durante casi cinco años, de 1918 a 1923. Sindicalistas, empresarios, simples trabajadores, curas, activistas políticos fueron muertos a tiros en la calles de «la Rosa de Fuego», una ciudad que se parecía más al Chicago de Al Capone que a la ciudad mediterránea y civilizada que algunos pensaban.

fin del pistolerismo

El general Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, en septiembre de 1923, se hizo con el poder entre los aplausos de las más poderosas familias de la ciudad que veían con su llegada al poder en Madrid el final de sus problemas. Primo cumplió, puso fin al pistolerismo, pues solo hubo 51 atentados entre 1923 y 1928 frente a los 1.259 que se produjeron entre 1919 y 1923. Redujo las huelgas y logró un importante crecimiento económico del que se benefició especialmente Cataluña, sobre todo Barcelona, al ser la zona más industrializada de España. La CNT fue durísimamente reprimida por la Dictadura mientras que el PSOE y la UGT de Besteiro, Largo Caballero –convertido en Consejero de Estado– y Manuel Llaneza, indultados, fueron incluidos en «el sistema» integrándolos en el Consejo de Trabajo heredero del Instituto de Reforma Social. Con el final de la Dictadura y la llegada de la II República, Barcelona recuperó en sus calles toda la violencia. El 14 de abril de 1931 los partidos catalanistas consiguieron su carta de existencia (Lliga Regionalista, Acción Catalana y Acción Republicana de Cataluña, Esquerra Republicana de Catalunya). Luis Companys proclamó en la plaza de San Jaime, en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona, la República Catalana, donde una hora después y desde el mismo balcón, donde ya ondeaba también la bandera de Cataluña, el líder de Esquerra Francesc Macià se dirigió a la multitud concentrada en la plaza y proclamó, en nombre del pueblo de Cataluña, «L’Estat Català, que amb tota la cordialitat procurarem integrar a la Federació de Repúbliques Ibèriques». Esto quedó en nada pero llevó a la aprobación Estatuto de Autonomía de 1932. La entrada del partido derechista CEDA en el gobierno de Madrid llevó a un violento estallido revolucionario en toda España en 1934. El 5 de octubre la Alianza Obrera de Cataluña declaró la huelga general. Barcelona quedó paralizada. Al día siguiente, Alianza Obrera organizó una manifestación reclamando la República Catalana. Aquel día no hubo actos de violencia en Barcelona y fueron muy escasos en el resto de Cataluña. Lerroux, presidente del gobierno español, declaró el estado de guerra en toda España y Luis Companys apareció en el balcón de la Generalidad acompañado de sus consejeros y proclamó la República Catalana. Poco antes de retirarse, parece que dijo: «Ara ja no direu que no sóc prou catalanista» («Ahora ya no diréis que no soy suficientemente catalanista»). El general en jefe de la IV División, con sede en Barcelona, Domingo Batet, de ideas moderadas, habló con Lerroux y, siguiendo sus órdenes, proclamó el estado de guerra aplicando la Ley de Orden Público de 1933. Al anochecer aparecieron las primeras barricadas, con grupos armados por las calles de Barcelona. La Alianza Obrera ocupó el local de Fomento del Trabajo Nacional en la Vía Laietana con unos 400 hombres armados mientras un número similar de partidarios del PSOE se concentraron en la Casa del Pueblo de la calle Nueva de San Francisco. A las once de la noche una compañía de Infantería y una batería de Artillería llegó a la Rambla de Santa Mónica y cuando el capitán se dispuso a leer el bando de proclamación del estado de guerra, desde el local del CADCI empezaron a disparar, resultando muertos un sargento y heridos otros siete militares. La repuesta fue el bombardeo del edificio, lo que provocó tres muertos y la rendición de los insurgentes. Mientras tanto, varios líderes de ERC, junto con unos 80 agentes se hicieron fuertes en la Comisaría de Orden Público de la Vía Layetana. El general Batet, a pesar de tener órdenes estrictas de atacar por parte del ministro de la Guerra, sabiendo que tenía la situación completamente controlada, dejó pasar el tiempo esperando reducir a los rebeldes. A las seis de la mañana del día 7, diez horas más tarde de la proclamación, Companys comunicaba al general Batet su rendición. ​Esa noche, el consejero de Gobernación Dencàs huía del Palacio de la Generalidad por las alcantarillas a Francia. Sobre las siete de la mañana del 7 de octubre las tropas detuvieron a Companys y a su gobierno y a los diputados Josep Tarradellas, Antoni Xirau, Joan Casanellas, Estanislau Ruiz, y al presidente del parlamento Joan Casanovas. Acto seguido detuvieron también en el Ayuntamiento al alcalde Carles Pi i Sunyer y a los concejales separatistas. Ya en plena Guerra Civil, en mayo de 1937, estalló otra guerra civil en la retaguardia republicana que vio sus combates y represión más dura en las calles de Barcelona en las que miembros de la CNT y troskista del POUM fueron masacrados por comunistas, socialistas y catalanistas. El general Yagüe entraba en Barcelona en 1939 entre los aplausos de una población harta de guerra y penurias. ¡La guerra había terminado! Durante el franquismo Barcelona seguirá siendo una ciudad agitada como demuestra la huelga de tranvías de 1951, pero sin violencia en sus calles hasta la muerte del dictador. La burguesía independentista catalana en estos años, con Cambó a la cabeza, primero apoyará a Primo de Rivera y luego a Franco, ante el temor de la violencia incontrolada de la ultra izquierda y del anarquismo y del daño a sus intereses económicos.Con la llegada de la Transición la violencia vuelve a Cataluña con el nacimiento del Exèrcit Popular Català (EPOCA) y de Terra Lliure, autor de bombas adosadas al pecho de los enemigos de clase, tiros en las piernas, listas negras... pero todo esto desapareció gracias a Jordi Pujol, durante unos años, fruto de los buenos negocios y enorme corrupciones que existían en Cataluña. Pero desde hace algún tiempo todo ha cambiado. El independentismo burgués y la ultra izquierda revolucionaria, en alianza contra natura, vuelve a incendiar las calles catalanas.