Estreno

Crítica de “Queso de cabra y té con sal”: la buena tierra ★★★☆☆

Una escena de "Queso de cabra y té con sal"
Una escena de "Queso de cabra y té con sal"ImdbImdb

Dirección: Byambasuren Davaa. Guion: Byambasuren Davaa y Jiska Rickels. Intérpretes: Bat-Ireedui Batmunkh, Enerel Tumen, Yalalt Namsrai. Mongolia, 2020. Duración: 96 minutos. Drama.

Su nutritivo título en castellano puede llamar a engaño, porque de lo que trata este filme mongol es de la tierra. De la hermosa tierra como un cuerpo violentado por el capitalismo; de un paisaje, que es sinónimo de una tradición nómada, agraria y ganadera, profanado por una idea del progreso -las grandes corporaciones mineras que echan a los nativos de sus hogares por cuatro chavos- que no es precisamente ecológica. Así las cosas, “Queso de cabra y sal” se suma a las anteriores películas de Byambasuren Davaa -el celebrado documental “La historia del camello que llora” y “El perro mongol”- para abundar en un discurso que reivindica la identidad de un pueblo frente a la feroz, abrasiva colonización de su cultura y su estilo de vida.

Está programada según los patrones del ‘world cinema’ exportable, por eso su tesis es tan accesible. Davva sabe que su protagonista infantil -un niño avispado, tan capaz de presentarse a una prueba del Got Talent mongol como de ser sacrificado cabeza de familia cuando las circunstancias lo exigen- es su as en la manga. En la segunda parte de la película, marcada por la tragedia, los diálogos se adelgazan, y Davva se apoya en la tensa relación de ese niño con su madre, y de repente el filme parece dispuesto a superar las limitaciones de su propuesta, algo ingenua, para explorar con sensibilidad el silencio que separa a dos generaciones frente a un mismo problema. Es curioso que la redención del personaje pase por el folclore, visibilizado en un programa de televisión que pertenece a una franquicia a escala global. A Davva le importa más el mensaje que el medio.

Lo mejor

La relación madre e hijo es conmovedora, y la estepa mongol, fotogénica.

Lo peor

Obedece con demasiada sumisión a los patrones de un cine exótico exportable al mercado internacional.