Crítica de cine
Crítica de 'Caza de brujas': Delitos y faltas ★★
Dirección: Luca Guadagnino. Guion: Nora Garrett. Intérpretes: Julia Roberts, Ayo Edebiri, Andrew Garfield, Michael Stuhlbarg. USA, 2025, 139 min. Género: Drama.
Acaso habría que remontarnos a “Oleanna”, de David Mamet, para que los abusos (sexuales, de poder) en el mundo académico tuvieran el peso moral que gravita sobre “Caza de brujas”, aunque el título del filme de Guadagnino nos sugiere que, en este caso, el asunto tiene connotaciones mccarthystas, o lo que es lo mismo, aborda directamente la cultura de la cancelación. La sorpresa de esta “Tar” de serie B es que no responde exactamente a lo que cabría esperar de la agenda feminista de la era post-MeToo. Cuando Guadagnino decide que los créditos de la película aparezcan con la tipografía que Woody Allen lleva utilizando en toda su filmografía, está haciendo toda una declaración de principios, teniendo en cuenta que el cineasta neoyorquino sigue siendo un innombrable, una patata caliente que buena parte de la profesión se ha quitado de encima para no manchar su impecable expediente. ¿Qué significa, pues, ese gesto? Es difícil decirlo, después de ver una película en la que todos los personajes -desde el supuesto abusador, un resuelto, impertinente profesor de filosofía (Andrew Garfield), hasta su supuesta protectora y amiga del alma, también profesora en la materia en Yale (Julia Roberts), pasando por la víctima (Ayo Edebiri), doctoranda a la que el filme no para de despellejar- son despreciables.
Eso no tendría que ser un problema si “Caza de brujas” supiera exactamente qué quiere contar, porque a veces la ambigüedad es la excusa de los reaccionarios. Hay en la película decisiones intrigantes, incluso interesantes: por ejemplo, la música de Trent Reznor y Atticus Ross, que a veces resulta en un staccato angustioso, un metrónomo moral que encarcela a los personajes; o el modo en que Guadagnino filma algunas conversaciones, con enigmáticos insertos de la gestualidad de las manos, como si quisiera expresar la contradicción inherente entre el cuerpo y las trampas del lenguaje. Sin embargo, el mayor problema de la película es que todas las situaciones que plantea acaban por ser algo caricaturescas, y que Alma (Roberts) acaba siendo un agujero negro que centrifuga y aniquila las posibilidades dialécticas del asunto, que el guion dispara en direcciones contradictorias e inconsistentes. Al llegar al epílogo, el espectador tendrá la sensación de que, más que un debate sobre el #metoo, “Caza de brujas” está parodiando sus argumentos.
Lo mejor: Meterse en las entrañas de las miserias del mundo académico, la banda sonora de Reznor/Ross y la puesta en escena de algunos diálogos.
Lo peor: Como reflexión sobre la cultura de la cancelación, es un auténtico disparate.