Y lo es, eso de drama romántico, por los cuatro costados, tanto la novela homónima adaptada como la película de Olga Osorio. Una historia clásica, elegante, protagonizada por una pareja, Casas y Jenner, carismática, aunque no se les vea casi nada juntos en el filme, una pena. Pero tiene su explicación: 1999, Juan Pablo, un prestigioso y creativo orfebre español, debe viajar hasta Nueva York, donde le espera una importante exposición dedicada a su obra.

Sin embargo, antes de embarcarse, decide hacer una parada en el pequeño pueblo donde nació y conocería a una mujer que jamás ha podido olvidar. Los recuerdos regresan, pero no solo eso: de manera asombrosa, al despertar al día siguiente en el hotel donde se aloja, el protagonista se da cuenta de que está en los años 50 y pronto comprenderá asimismo que, de alguna manera, el amor puede traspasar el tiempo y el espacio cuando es tan puro y verdadero como el que sienten los protagonistas.

Con una incursión también en los 70, una cinta que me recuerda a la mejor Corín Tellado, que, ojo, en estas lides del corazón y sus penurias fue la gran dama. La leímos tanto de niñas...