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El síndrome del nido vacío

Celia Rico Clavellino presenta «Viaje al cuarto de una madre», una historia emocional sobre la separación entre padres e hijos, premiada en el Festival de San Sebastián

El síndrome del nido vacío
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Celia Rico Clavellino presenta «Viaje al cuarto de una madre», una historia emocional sobre la separación entre padres e hijos, premiada en el Festival de San Sebastián

«Se la he dedicado a mis padres porque es una película sobre el amor a ellos. Yo me marché de casa para hacer cine. Quise agradecer el acto de amor que hacen los padres dejando marchar a los hijos, algo que cuesta, pero que saben que tienen que hacer. Sentí que esta película daba sentido al por qué de irme y que se la tenía que regalar a ellos». «Viaje al cuarto de una madre» es la ópera prima de Celia Rico Clavellino, Premio de la juventud y mención especial del Premio New Directors en el recién clausurado Festival de San Sebastián. Una historia de sofá y mesa camilla en su pueblo, una madre y una hija aprendiendo a vivir separadas, a salir de la casa donde viven encerradas tras la muerte del padre. Leonor (Anna Castillo) quiere marcharse, pero no se atreve a decírselo a su madre (Lola Dueñas). Estrella no quiere que se vaya, pero tampoco es capaz de retenerla. Madre e hija deberán afrontar esa nueva etapa de la vida, no solo para romper el cordón umbilical de la maternidad, sino para volver a vivir como mujeres independientes.

Homenaje a las madres

«¿Sabemos los hijos corresponder al amor de los padres? Esa pregunta es la que me hizo rodar la película», explica Rico, «preguntarme si es posible corresponder a su amor, aunque creo que ya tenía la respuesta antes de hacerla, no lo es. Y como eso es tan duro, creo que la hice para compensar», afirma. «No soy madre, pero supongo que una de las experiencias más transformadoras que existen es tener hijos y, de repente, se van. A muchas les provoca el llamado “síndrome del nido vacío”». Y prosigue. «Sin pretenderlo, la película rinde un homenaje a estas madres que han velado por los hijos y la casa sin pensar en sí mismas. Por eso, cuando estos se van, debes volver a conectarte contigo. Una madre nunca deja de ser la mujer que es».

Para Rico, hay dos viajes, «uno físico, real, de Leonor a Londres. Y otro emocional, inmóvil, dentro de una casa, sobre cómo ubicarte en un mismo lugar desde otra perspectiva». Y plantea la diferencia generacional, siempre difícil. «Es el dilema que las separa, aunque vivan juntas. La película intenta tender un puente entre generaciones y que esa tensión se convierta en armonía, ¿cómo lo consiguen? Distanciándose –afirma–. Una vez que lo hacen, logran estar más cerca afectivamente, y comprueban que son más parecidas de lo que pensaban».

Para Lola Dueñas, «es una historia muy reconocible. Una película de pequeños detalles, donde hablan las palabras y los silencios comunican». En cuanto a su personaje, afirma: «Tuve que subir de peso, teñirme canas... Me fui dos meses antes del rodaje al pueblo con la madre de Celia, que me inspiró mucho, aprendí a coser... así fui construyendo este personaje, tan opuesto a mí, que ha acabado siendo una de las experiencias más felices y potentes de mi vida», concluye.