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«Consentimiento»: Los argumentos del engaño

«Consentimiento»: Los argumentos del engaño
«Consentimiento»: Los argumentos del engañolarazon

Autora: Nina Raine. Directora: Magüi Mira. Intérpretes: Jesús Noguero, Candela Peña, Pere Ponce, Clara Sanchis... Teatro Valle-Inclán. Madrid. Hasta el 29 de abril.

Aunque sé que a algunos les está tirando para atrás la duración de «Consentimiento», lo cierto es que están más que justificadas las dos horas y media que dura la representación: es mucho lo que se toca y, en líneas generales, está todo muy bien abordado, tanto en el texto como en las interpretaciones –especialmente soberbio Noguero–. Magüi Mira ha sabido emplear bien el texto de Nina Raine para golpear al espectador y obligarle a pensar en los peligrosos modelos familiares o de pareja que se están consolidando en la actualidad bajo presupuestos éticos más que ambiguos, cuando no directamente torticeros. Partiendo del sobrecogedor contraste entre la angustia vital de una mujer que ha sido violada (Nieve de Medina) y la despreocupación irresponsable por parte del fiscal que lleva el caso (Pere Ponce) y del abogado de la defensa (Jesús Noguero), la autora británica va fijando poco a poco el foco de su argumento en el entorno de esos dos letrados, que son amigos, y en las relaciones que tienen con sus parejas y con otros amigos. De esta forma, el sustantivo «consentimiento» que da título a la obra se va enriqueciendo a medida que avanza la función con distintos significados y matices que afectan de una manera u otra a las vidas de los personajes, fundadas casi todas en el egoísmo, el engaño y la manipulación. En un combate dialéctico que hace recordar a los grandes dramaturgos norteamericanos de factura clásica del siglo XX, la obra va abriendo todo un abanico de ideas para ir mostrando de manera crítica, y sin esas infantiloides moralinas que parecen haberse puesto de moda últimamente, asuntos importantes y escurridizos como la consustancial vertiente sexual del ser humano, tan mal acomodada siempre en los paradigmas sociales, o el juego sucio en el que inexorablemente se convierte el juego de la seducción. Pero, como todos los grandes dramas, «Consentimiento» va mucho más allá de lo que propone en principio, al dejar que los propios personajes evolucionen solos tratando de resolver sus conflictos; eso hace que el conjunto de la obra pueda erigirse en una certera, vibrante y hermosa reflexión sobre las consecuencias de nuestros actos y la falta de criterio para juzgarnos; sobre el rencor, la venganza y el perdón; sobre el control y la dominación; sobre la violencia que la mala administración de todo lo anterior genera en nosotros, y sobre nuestro estúpido «consentimiento» para que todas estas pautas se repitan y se perpetúen fatalmente.

LO MEJOR

Peña, en su segunda aproximación al teatro, mantiene el tipo junto a actores mucho más consolidados

LO PEOR

Las «coreografiadas» transiciones que ha ideado la directora restan solidez al conjunto