Crítica de "Conspiración en El Cairo": en las cloacas del Islam ★★½

Dirección y guion: Tarik Saleh. Música: Krister Linder. Fotografía: Pierre Aïm. Intérpretes: Tawfeek Barhom, Fares Fares, Mehdi Dehbi, Mohammed Bakri. Suecia, 2022. Duración: 126 minutos. Thriller.

El principal atractivo de “Conspiración en El Cairo” es comprobar si los arquetipos del thriller político al uso funcionan en un escenario que resulta exótico para el espectador, pero que, a la postre, ilustra los mismos conflictos oscuros entre los poderes del Estado y los principios éticos de la democracia que hemos visto mil y una veces en el cine comercial norteamericano. La novedad, decíamos, es contextual, y con el contexto, que pone en la picota los pactos entre el Estado egipcio y las altas esferas de la religión islámica, revolucionados por la elección de un nuevo imam, nace la descripción de un espacio, el de la Universidad Al-Azhar de El Cairo, que se convierte en un laberinto plagado de agendas ocultas, luchas intestinas y puñaladas por la espalda. El personaje instrumental es el héroe que todos querrán manipular, el clásico infiltrado, un alma pura que se dejará corromper para sobrevivir, cuando entienda que hay que ser alfil antes que peón. No obstante, da la impresión de que el arco dramático del protagonista obedece a toda una serie de decisiones de guion -sorprendentemente premiado en Cannes- que están más pendientes de alimentar la lógica conspiranoica del relato que su coherencia. La película funcionaría mejor si asumiera su condición de thriller de serie B, y no intentara maquillar sus carencias con un empaque visual americanizado, homogeneizando un discurso político que pide a gritos ser singularizado.

Lo mejor: Parte de una idea prometedora, la de trabajar el thriller político en el marco de las relaciones entre el poder del Estado y la religión islámica.

Lo peor: El guion es irregular y la puesta en escena, demasiado convencional.