Crítica de "Gran Turismo": nadie al volante (virtual) ★★½
Dirección: Neill Blomkamp. Guion: Jason Hall, Zach Baylin y Alex Tse. Intérpretes: Archie Madekwe, Jason Harbour, Orlando Bloom, Djimon Hounsou. USA-Japón, 2023, 135 min. Género: Acción.
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Es toda una paradoja que una película inspirada en el popular juego de simulación de carreras de coches de Playstation empiece declarándose “basada en hechos reales”, como si la realidad tuviera que legitimar la fiesta de derrapes visuales y sonoros que la sustentan. Si “Gran Turismo” asumiera su condición de partida de lujo, de esas que los ‘gamers’ disfrutan en youtube para pulir sus habilidades al volante virtual, podríamos hablar del impresionante efectismo de la puesta en escena de las carreras -filmadas y montadas como si Michael Bay pisara el acelerador- como la materia prima de un cine abstracto, donde la mirada del espectador, abrumada por hologramas y ángulos de visión que no conocen límite de velocidad, se entrega a un espectáculo de ruido y de furia.
Pero Neil Bloomkamp, que parece empeñado en demostrar que puede ponerse al mando de un proyecto de gran envergadura (concebido, cómo no, como un gran anuncio corporativo) después de su lamentable incursión en el terror ‘low cost’ con “Demonic”, cree que dos horas y cuarto de estruendo tuneado necesitan seres humanos que las conduzcan. Por desgracia, la historia real de Jann Mardenborough, experto jugador de Gran Turismo que cumplió su sueño de convertirse en piloto de carreras automovilísticas, está contada como una suma de clichés. En el más puro estilo del cuento de autosuperación, con derivas al filme de entrenamiento machirulo estilo “Top Gun”, “Gran Turismo” avanza perdiendo aceite a cada curva. He aquí una película con dos velocidades contradictorias, que la obligan a volcar estrepitosamente.
Lo mejor: Las escenas de carreras automovilísticas son puro espectáculo anabolizado.
Lo peor: La historia real de Jann Mardenborough se hunde en las arenas movedizas del cliché.