Crítica de "Un paso adelante": bailar (des)pegados ★★★☆☆
Dirección: Cédric Klapisch. Guion: Santiago Amigorena y Cédric Klapisch. Intérpretes: Marion Barbeau, Muriel Robin, François Civil, Denis Podalydès. Francia, 2022. Duración: 117 minutos. Drama.
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La distancia que existe entre la danza clásica y la contemporánea es un esguince fatal. Habría sido hermoso que Cédric Klapisch hubiera aplicado el proceso de curación que supone cruzar ese espacio de transformación aplicándolo a la puesta en escena de “Un paso adelante”, pero sus intenciones son otras, las de una ‘feel-good movie’ que se ampara en la política de los cuidados ejercida por el grupo para alumbrar el renacimiento de una artista.
De la rigidez de las formas de la danza clásica a la fluidez magmática de la contemporánea, Elise (la bailarina Marion Barbeau en su debut como actriz) emprende un viaje hacia el autoconocimiento y la reestructuración de su identidad, resquebrajada cuando se queda compuesta, sin novio y sin poder bailar, a través de la sensación de pertenencia a un colectivo que la acepta de un modo tan orgánico como el que dicta los movimientos de sus cuerpos.
Para ello Klapisch toma atajos que desafían la verosimilitud del relato. No sabemos lo que diría un traumatólogo de la repentina recuperación de Elise, ni sabemos qué dirían los ‘insiders’ del mundo de la danza, competitivo como el que más, de la fácil integración de la bailarina en una comunidad tan cerrada. Sin embargo, la bonhomía con que el director de “Una casa de locos” narra el proceso de Elise, que también tiene que ver con el reencuentro con el amor y el descubrimiento de que puede formar parte de un proyecto artístico que es, también, una alternativa a la familia que se resiste a apoyarla (esa fría figura paterna encarnada por Denys Podalydes), contagia a la película de un tono relajado, íntimo, cálido, amabilísimo, que refuerzan las bellas escenas de danza coreografiadas por Hofesh Shechter, que se interpreta a sí mismo como ángel de las segundas oportunidades.
Lo mejor:
Marion Barbeau no parece una debutante y las escenas de danza contemporánea son magníficas.
Lo peor:
La amabilidad del conjunto puede resultar a veces demasiado edificante.