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Crítica de "Puan": filosofía popular ★★★

Dirección y guion: María Alché y Benjamín Naishtat. Intérpretes: Marcelo Subiotto, Leonardo Sbaraglia, Julieta Zylberberg. Argentina-Italia-Alemania-Francia-Brasil, 2023, 109 min. Género: Comedia.
Subiotto ganó el premio a Mejor Actor en el Festival de San Sebastián
Subiotto ganó el premio a Mejor Actor en el Festival de San SebastiánLA AVENTURA
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección y guion: María Alché y Benjamín Naishtat. Intérpretes: Marcelo Subiotto, Leonardo Sbaraglia, Julieta Zylberberg. Argentina-Italia-Alemania-Francia-Brasil, 2023, 109 min. Género: Comedia.
¿Qué es el pueblo? Esa pregunta, que resuena literalmente entre los muros abiertos de “Puan”, parece ser medular, a tenor de lo que acaba reivindicando la película de Alché y Naishtat: que la filosofía nació para agitar conciencias y animar revoluciones, para pensar sobre el poder y cuestionarlo, para descender del podio de las élites y los púlpitos y afilar la voz de los que se levantan indignados de los pupitres y los que no llegan a fin de mes. “Puan”, que en Argentina se estrenó un mes y medio antes de la victoria de Milei, es una película de su tiempo, que empieza satirizando un conflicto académico, a veces de una forma un tanto burda (con el uso de un pañal sucio como dudoso leitmotiv cómico), y acaba ampliando su foco para retratar el descontento perpetuo de una sociedad abismada en una crisis infinita. Puede que la rivalidad entre dos profesores de muy distinto perfil -uno, invisible en su pluriempleada precariedad, tímido y territorial (espléndido Subiotto); el otro, petulante y expansivo, que se arranca a recitar a Kant en alemán en cuanto puede (Sbaraglia, un punto caricaturesco)- para conseguir la cátedra de filosofía de la universidad de Puan resulte simpática, sobre todo para los que conozcan las intrigas palaciegas en las instituciones públicas, pero, al final, lo que más permanece del filme es su pertinencia política. En pocas palabras, lo importante es que todos somos pueblo, y ahí no hay rencillas que valgan.
Lo mejor: Marcelo Subiotto, y la idea de que la filosofía no es cosa de élites sino un saber popular.
Lo peor: a veces sus toques cómicos son demasiado toscos, le sobra brocha gorda.