
Sección patrocinada por 

Cultura
La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025
Su nombre es fundamental en la historia del arte iberoamericano, al que ha contribuido a través de las imágenes en blanco y negro que ha capturado con su cámara
De entre las 49 candidaturas de 19 nacionalidades diferentes, ha sido el nombre de Graciela Iturbide (Ciudad de México, 1942) el que ha resultado ganador del Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025, el cuarto de los ocho galardones internacionales que convoca este año la fundación en su XLV edición.
Se reconoce así una mirada fotográfica que transforma lo cotidiano en imágenes de inquietante belleza, creando una tensión que oscila entre una dualidad siempre presente: "de lo real a lo onírico y de la vida a la muerte". Su maestría "es deudora de la sabiduría de Manuel Álvarez Bravo, quien le enseñó a participar en el tiempo poético de quienes hacen posible el momento fotográfico".
De este modo presenta PhotoEspaña 'Cuando habla la luz', la exposición que se inaugura en Madrid (hasta septiembre en la Fundación Casa de México en España) el 19 de junio y en la que incluye algunas de sus imágenes más representativas.

Será una buena ocasión para comprobar la "doble operación" de la artista mexicana en la que se mira a sí misma y mira el exterior. "Se retrata con serpientes que emergen de la boca o con pájaros muertos en los ojos, creando imágenes atravesadas por una enorme sensación de dolor", asegura una muestra que da luz a lo que Iturbide vio en un sueño en el que un hombre le dijo: "En mi tierra sembraré pájaros". "Inquietan y son extraños", explica PhotoEspaña de la recién galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes.
¿Cuántas imágenes habrá tirado esta mujer? Miles, millones. "Eso es imposible de saber. Tantísimas...", confesaba a LA RAZÓN en 2018, cuando expuso 186 de sus trabajos en La Fundación Barrié de La Coruña. Casi siempre ha sido fiel al blanco y negro porque "con el color ha trabajado solamente por encargo". Una traición menor. Y el porqué de esta elección es sencillo para ella, pues "la realidad es así. Me abstraigo totalmente. El color me parece un poco como Disneylandia, aunque hay fotógrafos estupendos que lo trabajan".
En la citada exhibición que tendrá lugar en la Casa de México se incluirán fotografías de la serie 'El baño de Frida', con las que documentó la reapertura de un baño de la Casa Azul, en Coyoacán, donde se resguardaban objetos y documentos de Frida Kahlo. Las instantáneas de Iturbide "evaden los estereotipos y muestran a las comunidades originarias de México desde un punto de vista inusitado", continúa el dossier del recorrido que se verá en la capital.

Es el caso de 'Mujer ángel', una de las imágenes con las que Iturbide documentó a los seris en el desierto de Sonora; o de 'Magnolia', retrato de la serie Juchitán de las mujeres, donde se explora el rol esencial de las mujeres en el municipio de Juchitán, Oaxaca, y de los muxes, un colectivo del sexo masculino que asume roles femeninos y constituye una identidad de género propia de la cultura zapoteca.
Graciela Iturbide nació en Ciudad de México el 16 de mayo de 1942. En 1969 comenzó sus estudios en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México (UNAM) (Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2009), con la intención de convertirse en directora de cine, pero a raíz de conocer el trabajo del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo y de asistir a sus clases se vio atraída por esta disciplina. Entre 1970 y 1971 trabajó como asistente de Bravo.
Dueña de una mirada innovadora, la lente de Iturbide ha retratado la realidad social no solo de México sino de muchos lugares a los que ha sido invitada para trabajar. Su obra presenta un aspecto documental que muestra, según los expertos, «un mundo hipnótico que parece situarse en el umbral entre la realidad más cruda y la gracia de una magia espontánea».
"La fotografía es un ritual. Salir con la cámara, observar, fotografiar los aspectos más mitológicos de las personas, luego ir a la oscuridad, desarrollarse, seleccionar las imágenes más simbólicas"
En los años setenta viajó por Latinoamérica, principalmente por Cuba y Panamá, y en 1978 fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país con proyectos en los que fotografió, por ejemplo, a los pueblos seri y de Juchitán. Este último dio lugar al libro Juchitán de las mujeres (1989). Posteriormente prosiguió su labor en Cuba, Alemania Oriental, India, Madagascar, Hungría, Francia y Estados Unidos, época que dio lugar a numerosos trabajos destacados por su profundidad artística y su sentido poético. Con el tiempo, su gusto por el retrato y la descripción de la naturaleza humana ha ido cambiando en busca de nuevos objetivos como paisajes u objetos encontrados, que su mirada dota de una visión trascendental a través del uso característico del blanco y negro.
En sus propias palabras, la fotografía es para ella «un ritual. Salir con la cámara, observar, fotografiar los aspectos más mitológicos de las personas, luego ir a la oscuridad, desarrollarse, seleccionar las imágenes más simbólicas».
Un Princesa de Asturias excepcional
De forma excepcional, tras su cancelación el pasado 28 de abril como consecuencia del apagón que afectó a la Península Ibérica, la reunión se desarrolló mediante videoconferencia del jurado, compuesto por Miguel Zugaza Miranda (presidente), Aarón Zapico Braña (secretario), Claude Bussac, Oliver Díaz Suárez, Josep Maria Flotats I Picas, Maribel López Zambrana, Joan Matabosch Grifoll, Isabel Muñoz Villalonga, María Pagés Madrigal, Christina Rosenvinge Hepworth, Teresa Sapey y Carlos Urroz Arancibia.
Los Premios Princesa de Asturias están destinados, según señala su reglamento, a galardonar "la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupos de personas o de instituciones en el ámbito internacional". Conforme a estos principios, el Premio Princesa de Asturias de las Artes se concede a "la labor de creación, cultivo y perfeccionamiento de la arquitectura, la cinematografía, la danza, la escultura, la fotografía, la música, la pintura, el teatro y otras manifestaciones artísticas".
Cada Premio Princesa de Asturias está dotado con una escultura de Joan Miró – símbolo representativo del galardón−, un diploma acreditativo, una insignia y la cantidad en metálico de 50.000 euros.
El fallo se ha hecho público a la finalización de la reunión mediante nota de prensa, web y redes sociales de la Fundación.
✕
Accede a tu cuenta para comentar