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La breve guerra entre Canadá y España que detonó un pesquero gallego

Se trata de la Guerra del Fletán, resultado de una serie de incidentes entre ambos países con motivo de los derechos de pesca
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La Razón

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El 9 de marzo de 1995, se iniciaba en aguas cercanas a Terranova (Canadá) una crisis diplomática entre el país americano y España. Un enfrentamiento en parte desconocido, pero que supuso una serie de hostilidades entre ambos países en términos de navegación. Se trata de la Guerra del Fletán, de la que el protagonista fue el pesquero gallego Estai, que se encontraba en la zona en busca de fletán, un pez similar al lenguado. Aquel día, el barco de Vigo fue interceptado por la Guardia Costera Canadiense, que le comenzó a perseguir al considerar que estaba dentro de las aguas nacionales, mientras que los españoles sostenían que eran internacionales. Después de que la patrullera canadiense disparara y ametrallara la proa del buque gallego, procedieron al abordaje y a apresar a la tripulación, una situación que tanto España como la Unión Europea consideraron como acto de piratería.
Una semana antes del incidente Brian Tobin, entonces ministro de Pesca canadiense, comunicó a la UE un plazo de 60 horas antes de que entrase en vigor una nueva ley, que contemplaba la protección de sus zonas y que conllevaba la detención de la flota extranjera que circulase por sus aguas. Por tanto, según contaría el que fuera el asesor de Tobin, Jean Chrétien, en el libro “Roller coaster”, se formó un grupo de políticos partidarios de resolver cualquier conflicto por la vía militar, principal motivo por el que se asedió al pesquero gallego.
Los 26 marineros españoles del Estai fueron detenidos y llevados al puerto de San Juan de Terranova, donde fueron recibidos por una multitud que les rechazaba. Les acusaron por utilizar redes de tamaño ilegal, y conllevó a una pérdida de una carga de 200 toneladas. Fueron, asimismo, los primeros de varios barcos pesqueros que sufrieron una persecución por parte de Canadá, ante lo que la Unión Europea advirtió que la producción de aquel país se vería afectada de no solucionar las tensiones. La reacción por parte de España fue el de enviar un patrullero de la Armada, con el fin de proteger los propios intereses en la zona, y donde se mantuvo hasta el dos de abril, cuando fue relevado por otro buque.
El 14 de abril del mismo año, Canadá advirtió de la posibilidad de que hubiese violencia si España se interponía a una nueva detención: dispararía sin pensarlo a los barcos que volvieran a transitar sus aguas. Una declaración de guerra que, como tal, duró unas siete horas, en las cuales no hubo ningún signo violento. Ante las presiones, Canadá liberó al Estai, lo que supuso el fin de este conflicto, así como la Unión Europea optó por aceptar las condiciones de los canadienses.