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El día que Galileo Galilei negó ante el Tribunal del Santo Oficio que la Tierra no era el centro del universo

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La Razón
  • César Alcalá

    César Alcalá

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El 22 de junio de 1633, ante el Tribunal del Santo Oficio, el astrónomo italiano Galileo Galilei abjuró de la teoría heliocentrista. Esta fue teorizada por Aristarco de Samos, en el siglo III a.C. ¿En qué consistía esta teoría? Hasta ese momento existía el geocentrismo -defendida por Ptolomeo en el siglo II d.C.- en la cual se afirmaba que el Tierra estaba en el centro del Universo y que todos los astros giraban alrededor de ella. Por su parte el heliocentrismo afirmaba que la Tierra y los planetas giraban alrededor del Sol y que este estaba relativamente estacionario en el centro del Universo.
Nicolás Copérnico en “De Revolutionibus Orbiu, Coelestium”, en 1543, demostró gracias a un sistema matemático que Aristarco de Samos tenía razón. La revolución llevada por Copérnico no la pudo disfrutar, porque murió antes de la publicación de su teoría. En “De Revolutionibus…” presentaba una hipótesis descartada hasta ese momento. Esto es, que el Sol se encontraba en el centro del Universo. Esto degradó a la Tierra en el número 3 del Sol y se movía en una órbita perfectamente circular. Ptolomeo había considerado un modelo heliocéntrico pero lo rechazó. ¿Por qué? A partir de Aristóteles, la violenta rotación de la Tierra parecía contraria a la observación.
¿Cuál fue el modelo heliocéntrico de Copérnico? Siete son las ideas principales: Los movimientos celestes son uniformes, eternos y circulares o compuestos de varios ciclos; El centro del Universo está cerca del Sol; En órbita alrededor del Sol están Mercurio, Venus, la Tierra, la Luna, Marte, Júpiter y Saturno; Las estrellas son objetos distantes que permanecen fijos y no orbitan alrededor del Sol; La Tierra tiene tres movimientos: la rotación diaria, la revolución anual y la inclinación sobre su eje; El movimiento retrógrado de los planetas se explica por el movimiento de la Tierra; La distancia de la Tierra al Sol es pequeña comparada con la distancia a las estrellas.
Luego vino Johannes Kepler y, con los estudios que había llevado a cabo Tycho Brahe, estableció las leyes del movimiento. En ellas afirmaba que el desplazamiento de la Tierra alrededor del Sol no era circular, sino elíptico. La grandeza de las leyes del movimiento de Kepler radican en que descubrió un hecho innegable: todos los astros que se desplazan en el Universo lo hacen en forma elíptica. Con lo cual tenemos que el Sol era el centro de nuestro Universo conocido y que se desplazaban de forma elíptica. Teniendo en cuenta esto, ¿cuál es la importancia de Galileo Galilei?
Galileo Galilei es considerado el padre de la Astronomía moderna. Defendió el modelo de Copérnico y fue un paso más allá. Usó la lógica matemática y la materializó. Siguiendo toda una serie de principios matemáticos, formuló la ley de la caída de los cuerpos, las leyes del movimiento de los proyectiles y la ley del péndulo. Los acontecimientos cotidianos fueron racionalizados por Galileo. También mejoró el telescopio e introdujo el método científico en las ciencias. Gracias a las observaciones llevadas a cabo con un telescopio pudo demostrar que Aristarco de Samos, Copérnico, Brahe y Kepler tenían razón. Y esto lo condenó.

Ciencia versus religión

De rodillas, en una sala del convento dominico de Santa María Sopra Minerva en Roma, ante una comisión de inquisidores, a las órdenes del Papa Urbano VIII -que había sido su amigo- se enfrentaron la ciencia y la religión. La Inquisición quería rebajar sus observaciones a una simple hipótesis matemática. Galileo sabía que tenía razón. Por eso, ante aquellos hombres, declaró:
“Después de haber sido jurídicamente intimado para que abandonase la falsa opinión de que el Sol es el centro del mundo y que no se mueve y que la Tierra no es el centro del mundo y se mueve, y que no podía mantener, defender o enseñar de ninguna forma, ni de viva voz ni por escrito, la mencionada falsa doctrina, y después de que se me comunicó que la tal doctrina es contraria a la Sagrada Escritura, escribí y di a la imprenta un libro en el que trato de la mencionada doctrina perniciosa y aporto razones con mucha eficacia a favor de ella sin aportar ninguna solución, soy juzgado por este Santo Oficio vehementemente sospechoso de herejía, es decir, de haber mantenido y creído que el Sol es el centro del mundo e inmóvil, y que la Tierra no es el centro y se mueve. Por lo tanto, como quiero levantar de la mente de las Eminencias y de todos los fieles cristianos esta vehemente sospecha que justamente se ha concebido de mí, con el corazón sincero y fe no fingida, abjuro, maldigo y detesto los mencionados errores y herejías y, en general, de todos y cada uno de los otros errores, herejías y sectas contrarias a la Santa Iglesia. Y juro que en el futuro nunca diré ni afirmaré, de viva voz o por escrito, cosas tales que por ellas se pueda sospechar de mí; y que si conozco a algún hereje o sospechoso de herejía, lo denunciaré a este Santo Oficio o al Inquisidor u Ordinario del lugar en que me encuentre”.
La leyenda dice que, al finalizar su abjuración, pronunció esta frase: “Eppur si muove”. La Inquisición consiguió que Galileo se retractara y considerara su modelo como una simple hipótesis matemática. Fue condenado a vivir bajo arresto domiciliario, aunque se mantuvo fiel a su teoría hasta su muerte en 1642. Actualmente todas aquellas teorías han quedado ratificadas y forman parte de la estructura del sistema del mundo.
Fueron necesarios 359 años, 4 meses y 9 días para que el Papa Juan Pablo II se disculpara por la injusta sentencia y rehabilitara al filósofo y matemático. Aun así, la Congregación para la Doctrina de la Fe, encabezada por el cardenal Joseph Ratzinger -después Benedicto XVI- consideró que la sentencia era razonable y justa.