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Historia

Bomba H, el arma más siniestra

Un día como hoy el presidente estadounidense Harry S. Truman dio luz verde a una bomba poderosa, mortífera y que marcó la Guerra Fría

La prueba "Castle Bravo", de una potencia de 15 megatones (Bikini, 1954)
La prueba "Castle Bravo", de una potencia de 15 megatones (Bikini, 1954)Archivo

De entre las decisiones más destructivas que el ser humano ha tomado a lo largo de la historia, destaca la que Harry S. Truman tomó un día como hoy de 1951. Hace 74 años el que fuera presidente de los Estados Unidos dio luz verde a lo que podría llegar a provocar el fin del mundo. Un arma que nada tiene que envidiar a las bombas que arrasaron con Hiroshima y Nagasaki. Se trata de la bomba H o bomba de hidrógeno, un arma siniestra, poderosa y mortífera cuya magnitud es tal que, a su lado, las atómicas lanzadas por los americanos sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial son simples chispas.

Aquel 12 de mayo de 1951, el presidente Truman aprobó que se realizasen los experimentos de la bomba de hidrógeno. Unas pruebas que tuvieron lugar en noviembre de 1952 en la isla de Elugelab, en el atolón de las Marshall en el Océano Pacífico. La destrucción fue total: la isla quedó absolutamente calcinada, y aún hoy figura en aquella ubicación un cráter de kilómetro y medio de diámetro en el fondo del océano. Así como también destaca la conocida como Castle Bravo: es el nombre de la bomba H más potente detonada por EE UU, de una potencia de 15 megatones y efectuada en 1954 el atolón Bikini, también en las Islas Marshall. Fue así cómo EE UU rompió el hielo de lo que se convertiría en la Guerra Fría. En 1953, la URSS detonó su primera Bomba H, seguido de Gran Bretaña, Francia y China. No obstante, su uso se ha limitado, afortunadamente, a pruebas nucleares, no en combate.

Al igual que Oppenheimer fue el padre de la bomba atómica, la de hidrógeno también cuenta con sus creadores. En este caso, fueron el físico húngaro - estadounidense Edward Teller y el matemático polaco-estadounidense Sanislaw Ulam. Ambos edificaron un terrorífico diseño armamentístico, a partir de la fusión nuclear de átomos ligeros en átomos más pesados, lo que libera energía. Es curioso, de hecho, que a pesar del visto bueno de Truman, fue el propio Oppenheimer el que se opuso a que avanzase este proyecto, considerándolo tan sólo como un instrumento de genocidio.