Mujeres desconocidas

Ellas también gobernaron en el imperio visigodo: el caso de Gosvinta

La tradición ha tendido a relegar a las reinas a un papel secundario a la sombra de sus esposos, los reyes, pero la realidad no coincide con esa visión

Gosvinta se casó inicialmente con el monarca Atanagildo y posteriormente con Leovigildo
Gosvinta se casó inicialmente con el monarca Atanagildo y posteriormente con LeovigildoLa Razón

Cuando se habla de los reyes visigodos, el recuerdo (casi traumático) del esfuerzo fútil de aprenderse de memoria la lista de monarcas con nombres impronunciables nos recuerda al tiempo en el que el ejercicio memorístico prevalecía como forma de enseñanza. Pero nunca hemos reflexionado sobre el marcado desequilibrio en la historia que nos ha llegado sobre los visigodos, donde las reinas han sido relegadas a un segundo plano, como si no tuvieran un papel relevante en el gobierno. Sin embargo, su importancia es innegable si observamos la figura de Gosvinta. Conocida también como Goswintha o Gosuinda, poco se sabe sobre los orígenes de Gosvinta, aunque se presume que proviene de una familia noble. Se casó inicialmente con el monarca Atanagildo y más tarde con Leovigildo, lo que indica su influencia en la política visigoda de la época. La vida de Gosvinta durante el siglo VI coincidió con un momento crucial en la historia de dicho reino. En esa época hubo importantes movimientos migratorios de los visigodos hacia Hispania, y el poder político y económico se desplazó desde «Galia» (actual Galicia) hacia el centro peninsular («Toletum»).

Si bien es cierto que la tradición ha tendido a relegar a las reinas a un papel secundario, como si estuvieran en la sombra de sus esposos, los monarcas, la realidad no coincide con esa visión. Al reflexionar sobre ello, es evidente que ellas también participaron en ese proceso de toma de decisiones. Resulta fundamental reconocer que Gosvinta desempeñó un papel activo en la consolidación del reino visigodo de Toledo, enfrentándose a la resistencia de las élites hispanorromanas y al poder de la Iglesia, que presionaban a favor del catolicismo en un ambiente de aversión hacía la fe arriana de los visigodos. Son las fuentes históricas –en su mayoría católicas– las que retratan a Gosvinta como una fanática religiosa, intransigente y manipuladora, utilizando estas características para desacreditar su papel en la historia. Sin embargo, dicha representación simplista no hace justicia a la complejidad de su vida y su papel como reina.

Aun así, a Gosvinta no le faltó ni determinación ni coraje. Fruto de su primer matrimonio con el rey Atanagildo (549-567) nacieron sus hijas Gailsvinta y Brunequilda. La relevancia de Gosvinta se refleja claramente en el nombre de una de las hijas de la pareja, Gailsvinta. Este nombre, aliterado con el de su madre, sigue una tradición onomástica propia de su linaje, en este caso, el materno. Era costumbre en la época romana designar a las mujeres con el nombre de la familia paterna a la que pertenecían, de ahí que una Claudia o una Julia proveniesen de la dinastía Julio-Claudia. Este gesto subraya no solo la importancia de Gosvinta como madre y esposa, sino también su posición dentro de la familia real visigoda, ya que el nombre de su hija proviene de sus lazos maternos. En marzo del 555, el rey Atanagildo es asesinado en Mérida. Su rival, Agila, vence, lo que pone en el trono a Liuva I, hermano de Leovigildo. Gosvinta se casará con Leovigildo, que sucederá en el trono a su hermano según cuentan Juan de Bíclaro y Gregorio de Tours. Vuelve a ser reina en segundas nupcias. En este reinado, Gosvinta gobernó junto al que será considerado el monarca visigodo más importante, creando la unión determinante entre godos e hispanorromanos. A lo largo de su vida, Gosvinta enfrentó desafíos y tragedias, como el asesinato de su hija Gailsvinta. Tanto ella como su hermana Brunequilda contrajeron matrimonio con los descendientes del rey merovingio Clotario en un intento por fortalecer alianzas políticas. Gosvinta se mostró profundamente afectada por la marcha de sus hijas, muy compungida, hasta tal punto de que acompañó a estas en parte del viaje. Los emisarios retrasaron la llegada de Gailsvinta unos días para permitir que madre e hijas estuvieran juntas un poco más tiempo. Sin embargo, la tragedia alcanzó su punto máximo cuando Gailsvinta llegó al trono junto a Chilperico I de Neustria, el cual permaneció con su concubina Fredegunda. Ambos maquinaron un plan despiadado y la asfixiaron en su lecho, haciendo que Fredegunda ascendiese al trono como segunda esposa de Chilperico I.

Aunque la fecha exacta de la muerte de Gosvinta se desconoce, se sabe que aproximadamente hacia el año 588 el catolicismo se impuso como la religión dominante en el reino visigodo, marcando el final de una era y el comienzo de una nueva etapa en la historia de la Península Ibérica. Gosvinta, sin duda, dejó una gran huella como figura de poder en la Hispania convulsa del siglo VI.