El laboratorio de la Historia

La filmoteca privada del rey Alfonso XIII

En los albores de la cinematografía en España, el monarca se erigió como conservador y empresario del séptimo arte

Fotografías de Alfonso XIII
Imagen del archivo de RTVE de Alfonso XIIIColección privada

Fecha: 1931. El rey Alfonso XIII disfrutaba viendo películas con su familia en palacio y con tal fin suscribió un contrato de alquiler con la Paramount Films de Barcelona.

Lugar: Madrid. El monarca poseía también una colección privada de filmes, casi todos ellos documentales, cuyo catálogo conservado hoy en el Archivo del Palacio Real consta de 88 títulos.

Anécdota. Había otras cintas de argumento, como El pariente (62 minutos), producida por la Cinematográfica Nacional Española de Barcelona, que era entonces la productora más importante de España.

Alfonso XIII realizó varias incursiones en la industria cinematográfica en su faceta de hombre de negocios. Disfrutaba, desde luego, viendo películas para todos los públicos con su familia en palacio. Con tal fin suscribió un contrato de alquiler con la Paramount Films de Barcelona, que le surtía de cintas. Era algo así como un cine-club a la carta.

Sólo en el mes de febrero de 1931, según certificaba el conde de Aybar, hubo veintiséis proyecciones en palacio, con un coste total de 52 pesetas. El monarca poseía también una colección privada de filmes, casi todos ellos documentales. En el Archivo del Palacio Real se conserva un pequeño catálogo de ellas –88 en total– que pertenecieron al rey y el cual pude consultar en enero de 2007 para componer mi libro El Patrimonio de los Borbones. La mayoría reproducían viajes y actos conmemorativos del propio monarca, como su estancia en Sevilla, Valencia o Alicante.

Pero había también documentales sobre la Primera Guerra Mundial y sobre ejercicios tácticos militares, junto a imágenes de los asesinatos del gran duque Sergio (reconstrucción en un minuto y veintiocho segundos del asesinato del tío del zar Nicolás II, acaecido en Moscú en 1905), de la familia real de Servia y del presidente norteamericano Mac-Kinley.

Su gran afición a los coches se reflejaba en su colección de películas, a la que pertenecían títulos como Viaje de S. M. a la fábrica de automóviles Elizalde en Barcelona, y Nuevo sistema de tracción automóvil inventado por el Sr. Holle y puesto en práctica por primera vez por la casa Romeo y Breda de Milán. Esta última cinta duraba diez minutos y mostraba la asistencia de Alfonso XIII a las pruebas de un revolucionario vehículo todo-terreno en El Pardo. La caza figuraba también, por supuesto, en su catálogo cinematográfico: Cacería regia en los Picos de Europa, de once minutos de metraje, era una muestra.

Había finalmente otras cintas de argumento, como El pariente (62 minutos), producida por la Cinematográfica Nacional Española de Barcelona, que fue la productora más importante de España hasta la proclamación de la Segunda República; y El pariente, una adaptación de la novela inglesa de Alfred Ridgwick.

En los años veinte, la industria cinematográfica experimentó un enorme auge en España. No en vano en 1930, de las veinticuatro sociedades anónimas del sector, dieciocho se habían fundado a partir de 1920. Pero se trataba de sociedades constituidas con un reducido capital, de entre 100.000 y 500.000 pesetas, lo cual facilitaba su efímera existencia.

El sector sumaba así, en total, un capital nominal de 110 millones de pesetas en 1930. Pero sólo la citada productora Cinematográfica Nacional Española tenía 75 millones de pesetas de capital social. Las otras veintitrés sociedades se repartían los 35 millones restantes del capital. La radiografía del sector era algo así como la de un gigante rodeado de pigmeos que iban desapareciendo sin remedio.

Alfonso XIII mantenía intereses económicos en la industria del cine. Su primera relación, que no llegó a cuajar, vino de la mano de Francisco Herrera Oria, director gerente en Madrid de la empresa Cantabria Cines, sociedad constituida en 1917 en Santander con un capital de 200.000 pesetas.

Pero ni la sólida propuesta, ni la inversión prometida por Alfonso XIII a Francisco Herrera Oria en marzo de 1919, evitaron que Cantabria Cines se autodisolviese para integrarse dos meses después en una nueva sociedad denominada Atlántida Cinematográfica Española.

En esta nueva empresa participaba un grupo de accionistas de Santander, al que se unían el conde de Romanones, el marqués de González de Castejón y el duque de Sotomayor, entre otros. La sociedad nació con un capital de cuatro millones de pesetas, y Alfonso XIII se comprometió a suscribir treinta acciones por un importe total de 30.000 pesetas, tras entrevistarse con los socios Luis Martínez Kleiser, Ramón López Dóriga y Manuel Herrera Oria. Luego, la sociedad redujo su capital a la mitad, es decir, a dos millones de pesetas, y la participación de Alfonso XIII pasó así de 30.000 a 15.000 pesetas.

Las cuatro primeras producciones de Atlántida Cinematográfica Española fueron Expiación, Cuidado con los ladrones, La venganza del marino y La inaccesible. La taquilla no proporcionó los ingresos esperados y la compañía pasó así verdaderos apuros económicos.

Al final, la gestión se encomendó al grupo financiero de los hermanos Bauer, con quienes acabaron enfrentados los promotores iniciales de la empresa respaldados por el conde de Aybar, representante de Alfonso XIII. Finalmente, el monarca se abstuvo de invertir en otras empresas cinematográficas para evitar desavenencias.

La revelación de Román Gubern

“El conde de Romanones llevaba películas pornográficas a Alfonso XIII escondidas en una maleta…”. La sorprendente revelación no era fruto de una frívola charla de café. Me la brindó todo un catedrático de Comunicación Audiovisual y antiguo investigador en el prestigioso Massachussets Institute of Technology, donde impartían clase y estudiaron numerosos premios Nobel.

Román Gubern es un erudito en la historia del cine, que ha sido profesor en la University of Southern California (Los Ángeles) y en el California Institute of Technology (Pasadena). Nuestra conversación, mantenida en febrero de 2007, fue muy esclarecedora. Había leído con sumo interés su obra Patologías de la imagen y descubierto en ella esta deslumbrante alusión al monarca: “Es sabido –escribía– que la productora barcelonesa Royal Films, de los hermanos Ramón y Ricardo de Baños, manufacturó películas pornográficas para el rey Alfonso XIII, algunas veces –se asegura- basadas en argumentos sugeridos por el propio monarca”.