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Leyenda Negra, decadencia y atraso: el mito de la excepcionalidad de España

La mayor parte de la historiografía admite la relevancia de este concepto para entender la evolución de la España moderna y contemporánea
Fray Bartolomé de las Casas es una pieza clave en la historia de la Leyenda Negra
Fray Bartolomé de las Casas es una pieza clave en la historia de la Leyenda NegraLa Razón

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Se suele considerar la publicación de la «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» (1552) de Fray Bartolomé de las Casas como el pistoletazo de salida de una llamada Leyenda Negra que lastra la presencia española en la historia moderna y contemporánea. En su epicentro está la conquista de América, pero también otros fenómenos históricos de nuestro país en su época de máxima expansión y poderío, como el apoyo decidido al Papado en las controversias religiosas de la reforma y la Contrarreforma, el papel de la Inquisición en estas luchas y, en suma, la configuración de España como una monarquía católica minimizando, o mejor dicho tratando de cancelar, su tradición árabe y hebrea en favor de una visión cristiana, gótica e hispanorromana.
Esta Leyenda Negra es ciertamente una manera de hablar que ha cundido en los historiadores contemporáneos desde comienzos del siglo XX. Aunque la expresión se encuentra anteriormente, la primera vez que es desarrollada con amplitud es por Julián Juderías en su libro «La Leyenda Negra» (1914). Hoy día la mayor parte de la historiografía admite la existencia, o al menos la relevancia, de este concepto para entender la evolución de la España moderna y contemporánea. Más allá del debate histórico, el sesgo antiespañol de muchos libros y publicaciones alertó incluso a las autoridades educativas de Estados Unidos a mediados de los cuarenta. Desde entonces la discusión ha sido intensa, con aportaciones como las de Wayne Powell, Fernández Álvarez o Julián Marías: últimamente, hay que mencionar la controversia literaria entre Elvira Roca Barea y José Luis Villacañas y los estudios de María José Villaverde, que expone un compendio ponderado de la cuestión.
Comoquiera que sea, no hay que simplificar las cosas. Sin hablar de una supuesta conjura internacional liderada por las potencias protestantes contra España, ciertamente hubo motivaciones políticas a partir del XVII que convierten a la monarquía católica en blanco de todos los dardos en cuanto a la pugna de poder en Europa y América. Pero hay que recordar que, un siglo antes, España era un modelo de éxito, admirado e imitado. Lo malo es que de la mímesis a la envidia hay un paso bastante rápido y de esta al odio y al prejuicio, también. Lo importante de este motivo historiográfico y literario de la Leyenda Negra es sin duda su importancia para definir la España contemporánea. Es también literatura porque ha influido no solo en obras históricas, sino también en dramas, novelas y óperas: piénsese en las ficciones escritas en torno a Felipe II, como las que hay sobre el infante Don Carlos, de Schiller a Verdi. En el mundo neerlandés, germánico o anglosajón, los arquetipos del conquistador español codicioso, los sanguinarios tercios o los malvados inquisidores son una constante en diversas ficciones, especialmente en momentos de conflicto abierto: en ese sentido, la modernidad mediática se abre con la campaña antiespañola durante la guerra de Cuba en los periódicos y en la primera película de este tipo realizada en Hollywood, «Desgarrando la bandera española» (1897).
En suma, a partir de todo ese conglomerado, se conforma un cierto mito negativo en torno a la excepcionalidad de España, el carácter sombrío de sus autoridades políticas y eclesiásticas, y una especie de losa de oscurantismo y atraso secular que pesa sobre nuestro país y que le impide ser una de las potencias culturales europeas. Dejando aparte todos los problemas sociopolíticos y económicos que encuentran sus raíces ya en el XVII, lo más relevante de esta especie de «leitmotiv» de nuestra mitología nacional es la manera en la que va a marcar toda la historia contemporánea de la península.
El tópico del retraso de nuestra cultura y desarrollo hunde sus raíces precisamente en esta supuesta leyenda, que carga las tintas de diversas maneras –algunas lindantes con el racismo– contra la proverbial indolencia, crueldad y vicio de los españoles. Más allá de la leyenda hay que considerar que España no es una excepción y que todos los países europeos –y más los que se han lanzado a aventuras coloniales tan importantes–, han experimentado una fuerte propaganda opuesta. Otra es la cuestión también del supuesto retraso y si es susceptible de verse en otras naciones comparables por su trayectoria y peso cultural. Y la manera en que estos tópicos de la «negritud» hispana han sido asumidos, críticamente y en el contexto del regeneracionismo, por parte de la intelectualidad española, dando interesantes frutos en el pensamiento y la literatura. Pero esto es materia para otras reflexiones.