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«Networking» en la Antigüedad: Agripina la Menor, estratega y líder

Julia Agripina, de gran inteligencia, gozó de una situación privilegiada que utilizó para sobrevivir en una sociedad donde las mujeres tenían bastantes limitaciones
Retrato de Agripina, bisnieta de Marco Antonio y Octavia la Menor
Retrato de Agripina, bisnieta de Marco Antonio y Octavia la MenorMuseos Capitolinos
La Razón

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Con sagacidad, una persona es capaz de equilibrar un imperio. Puede hacerlo tambaleándolo por dentro valiéndose para ello de planificación, conspiración y asesinatos. La historia quizás no recuerde a esa persona como una inteligente estratega, sino como una conspiradora que acaba en desgracia ¿Cómo consigue una persona acumular tanto poder y sobrevivir a varios envenenamientos, un hundimiento de barco y sucesivas confabulaciones? Con algo de suerte, siendo una mujer poderosa, y en concreto, siendo Agripina la Menor. Pero la historia no empieza así.
Sin que lo sepamos, Aristóteles es el causante de la visión tradicional que tenemos de las mujeres en la Antigüedad, recluidas en su casa, dueñas del ámbito privado, cuidando de la prole y sin posibilidad de educarse. En definitiva, limitadas por su contexto. En su obra «Política», el filósofo separa las diferentes especies entre sexos y les otorga una serie de características. Por ejemplo, las hembras suelen ser frías, sentimentales, pero más débiles; los machos son calientes, vigorosos y fuertes. La división de sexos que Aristóteles observa en la naturaleza es aplicada a la sociedad.
Si bien es cierto que en las sociedades antiguas las mujeres tenían muchas limitaciones, cuando hablamos de la élite, sin duda disponían de un amplio abanico de posibilidades y las diferencias entre sexos, en ocasiones, se difuminaban. El ejemplo más característico es el de Agripina la Menor. Julia Agripina tuvo una situación privilegiada desde que nació, ya que su familia, la Julio-Claudia, era una de las más influentes en el Imperio Romano. Era bisnieta de Marco Antonio (gran aliado de Julio César, también perteneciente al mismo linaje) y Octavia la Menor, impulsora de la primera construcción en Roma decretada por una mujer. Sus padres fueron Germánico y Agripina la Mayor, el primero fue un gran general, la segunda una de las mujeres más influyentes del Imperio debido a su heroicidad y al cariño que el pueblo la profesaba. Agripina la Menor tenía nueve hermanos, entre ellos el emperador Calígula. Su linaje la convertiría en esposa de su tío Claudio. Pero se la recuerda principalmente por la enemistad con su hijo Nerón.
Agripina fue una mujer inteligente dentro de un entorno que la otorgó una posición favorecida, pero que también la utilizó. La estirpe femenina de la familia, compuesta por figuras notables, independientes y poderosas, se encargó de su educación, enseñándole las habilidades esenciales para sobrevivir. El problema fue su hermano Calígula. Según el historiador Suetonio, al comienzo de su reinado, Calígula obligó a Agripina y a sus dos hermanas Julia Drusila y Julia Livila a mantener relaciones sexuales con él y con miembros de la corte, seguramente para conseguir favores y ganar influencia política. A pesar de estar todas casadas, eran tratadas como fichas en un tablero de ajedrez. Tras la muerte de Drusila, la favorita de Calígula, Agripina y Livila se vieron obligadas a tomar medidas drásticas para asegurar su supervivencia, lo que las llevó a conspirar contra Calígula en un complot conocido como «El Complot de los tres puñales». Sus planes se truncaron y ella fue mandada al destierro, alejada de su hijo Nerón.
Con el asesinato de Calígula, Agripina regresó a la corte, y contrajo matrimonio con su tío Claudio, para apaciguar las tensiones que se venían sucediendo tras las conspiraciones entre las ramas Julia y Claudia de la familia. Ya como emperatriz, Agripina persuadió a su esposo para que adoptara a Nerón como heredero. Cuando Claudio murió (se rumorea que envenenado), Agripina asumió el gobierno de Roma en nombre de su hijo. Sin embargo, Nerón, lejos de anhelar el trono imperial, se vio abrumado por la influencia de su madre, lo que finalmente la condujo a la expulsión del palacio imperial, una dura medida ordenada por su propio vástago. La relación entre madre e hijo se deterioró aún más cuando Nerón conspiró para asesinar a Agripina. Intentó envenenarla en múltiples ocasiones e incluso trató de derrumbar sus aposentos mientras ella dormía, así como hundir un barco con ella a bordo. Agripina huyó a nado. Finalmente, fue ejecutada bajo la falsa acusación de conspirar contra el emperador.
La leyenda de Agripina se inscribe en las crónicas históricas que representan a los emperadores de manera perjudicial, exagerando sus defectos para crear una imagen negativa de ellos. En realidad, Agripina fue hábil gobernante que protegió y promovió los intereses de su hijo mediante una red de alianzas políticas, el «networking» de la Antigüedad. No podía dirigir un ejército por ser mujer, pero pudo asegurar una posición ventajosa para su descendencia y benefició a numerosos individuos en su entorno, muchos de los cuales ascendieron gracias a ella.

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