Separaciones

Javier Fesser y Nora Ephron: el dolor de deshacer

Dos maneras muy distintas de ver la separación. A la americana y a la española. Y no, no es lo mismo

Una escena de la serie 'Custodia compartida'
Una escena de la serie 'Custodia compartida'Disney

En caso de separación, una pareja sin hijos es un chat temporal porque cuando vence, borrón y cuenta nueva. Sin embargo, el «si no funciona, me separo» es complicado cuando hay hijos de por medio.Nora Ephron y Javier Fesser han tocado el tema cada uno a su manera. Ephron lo hizo en el relato autobiográfico «La palabra que empieza por D» donde desea tener divorcios civilizados en su próxima vida. La escritora quedó tan traumatizada de sus matrimonios fallidos que durante años, incluso ya casada de nuevo, se seguía sintiendo como una mujer divorciada. Cuando por fin superó la ruptura con el padre de sus hijos ya era una vieja. Me imagino los divorcios de la escritora y cineasta estadounidense como unos procesos donde personajes estupendos, listos, cultos y guapos, pierden los papeles y utilizan los conflictos para hacer arte. Dar salida a tu sufrimiento a través de una obra de arte debe servir de consuelo ante la desolación de los sueños rotos.

Por su lado, Fesser cuenta a través de la serie «Custodia Repartida» el proceso de separación de Cris y Diego, padres de Cloe. Estos últimos son lo contrario a Nora Ephron y sus ex maridos ¿Por qué? Porque son profundamente españoles y europeos. No harán arte con su dolor. Como mucho irán a terapia con un terapeuta que tendrá quizá tantos problemas como ellos. Me imagino a un terapeuta trabajando en un gabinete. Si recibe una oferta mejor, se irá a otro lugar sin dar explicaciones a sus pacientes porque la clínica no se lo permite. Los pacientes se sentirán abandonados en su proceso y eso les hará profundizar en la herida millenial: la escasez. Cris y Diego son unos perfectos millennials porque a pesar de ser unos cuarentones tienen amigos con bebés recién nacidos y ellos mismos tienen una hija de cinco años.

La vivienda es otro tema de la serie que nada tendría que ver con el apartamento neoyorkino de una divorciada Ephron porque en «Custodia Repartida» si hay que dormir en el salón, se duerme en el salón. No hay sitio a donde ir. Solo la casa de los padres donde los hijos siempre tendrán un lugar. Triste ver como a mitad del camino los hijos vuelven al principio.

Abuelos españoles

Por último, el papel de los abuelos en la serie no tendría tanto peso en la vida de Ephron. Los abuelos son claves en esta historia porque cuidan y viven con la nieta a la cual aspiran a malcriar y esa convivencia no se suele dar en EE UU salvo que sean de origen latino.

A pesar de todas las diferencias, nada más ver el primer episodio del último proyecto de Fesser sentí la necesidad de volver a Ephron porque si en algo se parecen todos estos personajes es en el nivel de sufrimiento. Cris y Diego no se han dicho las cosas a la cara hasta que la vida se lo pone en bandeja. No se dan cuenta de que la verdad siempre termina por imponerse y que al final una separación con hijos siempre es un marrón por muy civilizada que esta sea, por el torbellino de dudas y de recuerdos que se despiertan. Quizá haya que tocar fondo salvajemente para actuar con decorum. En el caso de Ephron, todo fue un trauma porque su segundo divorcio detonó a raíz de una infidelidad por parte de su marido y ella entró en el ciclo del control-vigilancia. No sirvió de nada. Pero sobrevivió y escribió la novela «Heartburn: el difícil arte de amar».

También destacaría un paralelismo entre Nora Ephron y la protagonista de la serie porque las dos mujeres trabajan, son independientes económicamente y pagan un alto precio porque la conciliación es más que complicada. Fesser ha tenido el talento de dar humor a tanto drama tal y como haría Ephron. Para ello, el director se sirve de personajes como una abogada alcohólica responsable del convenio regulador, una trabajadora de sección infantil más papista que el Papa y una compañera de trabajo que oculta ser madre. Por último, «Custodia Repartida» termina su primera (y por el momento única temporada) de la mejor forma posible: con un dilema entre el drama y la comedia que llega en forma de notificación en el móvil. A mí me encantaría saber cómo continúa y qué será de Cris y Diego. Estoy segura de que la guionista estadounidense tendría curiosidad por esta propuesta. Seguro que mandaría un email para hacer un «remake».

Una pareja con hijos no es un chat temporal con una duración determinada. Da igual cómo sea la separación. Siempre hay trauma aunque no lo parezca. El mejor divorcio es donde no hay hijos.

Nora, Cris y Diego dan fe de ello. No es de extrañar que Joan Garriga Bacardí lo haya petado con sus libros y seminarios online.