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Leonardo da Vinci, un artista en vaqueros

Una exposición en el Palacio de las Alhajas recorre la vida del genio italiano, que tuvo que huir a Francia tras fracasar en su país, y cuya joya principal es la “Tavola Lucana”, que se expone por primera vez en España. Al mismo tiempo, la Biblioteca Nacional abre su vestíbulo como espacio expositivo para mostrar los Códices Madrid I y Madrid II del florentino, que forman parte de su colección

Leonardo da Vinci, un artista en vaqueros
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Christian Gálvez no se cansa de decirlo: Leonardo da Vinci fue un perdedor. Un hombre que no cumplía con su palabra, que traicionó sus propios ideales -se declaraba pacifista, pero no dudó en ponerse al servicio de varios proyectos militares, por ejemplo- y que tuvo que saltar de ciudad en ciudad buscando un éxito que lo eludía. Sí, se adelantó a su época con multitud de diseños, como el del paracaídas, en los que más tarde otros se basarían para lograr aquello que él no pudo. “Pido perdón a Dios y a los hombres porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido. No he perdido contra la dificultad de los retos sino contra el tiempo”, escribió al final de su vida.

“Murió fracasado y triste”, asegura Gálvez, comisario de la exposición abierta al público a partir de hoy en el Palacio de las Alhajas. A través de ella, el presentador y experto en el genio italiano desea “poner a Leonardo da Vinci en pantalones vaqueros, presentar al hombre de verdad, al que pocos conocemos: alguien iletrado, con altas posibilidades de ser disléxico y con déficit de atención, y entender cómo vislumbró el futuro, aunque fracasó en Florencia, Milán, Roma y Venecia y solo triunfó en Francia los últimos tres años de su vida”.

La muestra es amplia y recorre los hitos de la vida de Leonardo: su difícil infancia y cómo la mala relación con su padre afectó su manera de abordar la pintura; los hombres que le ayudaron y protegieron; cómo se atrevió a retratar a las mujeres de frente en una época en que solo debían aparecer en los lienzos de perfil; cómo fue acusado de sodomía y encarcelado; y sus grandes cuadros: “la Gioconda” y “La última cena”, además de las muchas máquinas que diseñó para cumplir su sueño de volar, entre otras. Pero todo ello es solo el camino que lleva hasta la “Tavola Lucana”, el retrato de Da Vinci descubierto en 2009 por el historiador Nicola Barbatelli, que ahora se expone por primera vez en España.

El lienzo ha sido sometido a numerosas pruebas para comprobar su autenticidad y, según Gálvez, la ciencia confirma con un 99.9 por ciento de fiabilidad que se trata de un autorretrato de Da Vinci. Además de las pruebas de Carbono 14, una insignia del artista que se ha encontrado detrás del lienzo y una huella dactilar que ha sido emparejada con otra rescatada de “La dama del armiño”, también de Da Vinci, el comisario explica que la historia avala igualmente el retrato. “Desde 1519 hasta 1810, Leonardo fue retratado con los rasgos de la “Tavola Lucana” (que data de un periodo entre 1475 y 1515)”.

En 1810, sin embargo, surge otra imagen de Da Vinci que sustituye a la que hasta entonces se había utilizado. Se trata del autorretrato de Turín, presente en el libro “Del Cenacolo di Leonardo da Vinci”, de Giuseppe Bossi, que también forma parte de la muestra. “Todos tenemos una idea de cómo era Leonardo: un hombre vetusto, calvo y con barba larga. Pero la exposición reúne la mayor colección de retratos suyos, con la que se comprueba que sus facciones nada tienen que ver con ese supuesto retrato de Turín”, afirma Gálvez.

Explica por qué éste surge en el Romanticismo: “Recordemos que mientras España, Inglaterra y Francia ya han ultimado la unificación 300 años antes, en el siglo XIX es cuando Italia se unifica y con ello se aviva el ánimo patriótico, el sentimiento nacional y se exaltan las grandes figuras italianas: Dante, Miguel Ángel, Rafael. Pero no tienen a Leonardo, él había muerto en Francia, país que también tenía a la Gioconda. Entonces Italia se inventa este retrato. De hecho, en el volumen original se puede observar que el propio autor apunta: “Yo creo que este podría llegar a ser Leonardo siguiendo la tradición iconográfica de Platón”.

Para Gálvez, sin embargo, no se trata solo de descubrir los rasgos físicos del polímata de Florencia, sino de demostrar que, como su rostro, también su personalidad ha sido un “invento” del Romanticismo, casi una herramienta de márketing. Sí, Da Vinci fue un genio, pero también, como dice el comisario fue “humano, carnal y perdedor”.

Leonardo en realidad virtual

La tecnología es el segundo protagonista de la muestra, después del retrato de Da Vinci. Basándose en sus bocetos, se han reproducido en modelos tridimencionales algunas de sus máquinas voladoras y diseños de tanques. Pero, ademas, existen a disposición del visitante tabletas y Smartphones para que también puedan ver las creaciones de Leonardo en movimiento gracias a la realidad virtual. Igualmente, en la sala dedicada a su estudio de la anatomía y las proporciones del ser humano, el público puede colocarse frente a un móvil equipado con software de reconocimiento facial y observar cómo su rostro se proyecta en una pantalla, aunque de manera que parece que el propio Leonardo lo hubiera esbozado. También en la Biblioteca Nacional se han recreado algunos de los diseños que Da Vinci plasmó en los códices que la Biblioteca conserva y están expuestos en el vestíbulo, un espacio que por primera vez se abre al público general.

Dónde: En el Palacio de las Alhajas y en la Biblioteca Nacional

Cuándo: desde hoy hasta el 19 de mayo de 2019

Cuánto: Palacio de las Alhajas, desde 14,50 euros. Biblioteca Nacional, entrada gratuita