Literatura

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Javier Moro: «La amenaza es la manipulación de los virus»

El escritor recupera el viaje de la expedición de la vacuna contra la viruela de Balmis en la novela «A flor de piel»

Javier Moro: «La amenaza es la manipulación de los virus»
Javier Moro: «La amenaza es la manipulación de los virus»larazon

El escritor recupera el viaje de la expedición de la vacuna contra la viruela de Balmis en la novela «A flor de piel»

Javier Moro ha recuperado de los archivos el nombre olvidado de Isabel Zendal, una de esas mujeres que protagonizan los sucesos, pero que la Historia relegó al segundo plano. El novelista topó con su memoria por casualidad, porque «en las novelas siempre existe un elemento de suerte» y, sin dudarlo, la convirtió en la mirada imprescindible para recrear la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, aquella aventura terrestre y marítima que llevó la vacuna de la viruela a América y Asia. Una empresa humanitaria en tiempos turbulentos que muy pocos recuerdan. «Este tipo de campañas las hace hoy en día la Organización Mundial de la Salud, pero el ejemplo, la primera guía de esta cooperación multicultural, fue este viaje que aparece ahora como una luz en la noche del imperio español, en un momento en que nuestro país atravesaba una situación muy grave, con guerras y problemas en las posesiones al otro lado del Atlántico. Esta hazaña quedó sepultada bajo la estela de todos estos acontecimientos», explica el novelista. Esta iniciativa, que el autor describe con detalle en su nuevo libro, «A flor de piel» (Seix Barral), estuvo dirigida por Francisco Xavier Balmis, un gran médico, un personaje con agallas, gran organizador, aunque de personalidad introspectiva; y Josep Salvany, un carácter insólito, que conjugaba el valor físico y el intelectual, que padecía tisis, un inconveniente que no consintió que se convirtiera en un estorbo para alcanzar su meta.

El propósito que la Corona encomendó a estos hombres era llevar el remedio contra la viruela a las colonias de ultramar. Para ello utilizaron a veintidós niños huérfanos que se convirtieron en improvisados portadores de la vacuna. Y, en este punto, es donde la personalidad de Isabel Zendal aparece. «No murió ninguno de los niños que participaron en este viaje. Sólo dos, pero que ya habían salido enfermos del país. Ella era la responsable de sus vidas y logró que sobrevivieran en una época en que lo normal era que el 10 por ciento de los pasajeros que atravesaban el océano fallecieran. Estos chicos son los otros héroes de esta historia, porque volverían a ser abandonados por segunda vez, y tenían que soportar que les pincharan periódicamente. La expedición para salvar al mundo de esta enfermedad reposaba en ellos», explica Moro. El autor ha recurrido a la narración para contar este accidentado periplo porque, como reconoce, «la novela entra en la imaginación popular y los libros de historia, no; estos son para los historiadores». Estos hombres atravesaron condiciones climatológicas adversas, tempestades, sufrieron los rigores de diversas enfermedades y, también, los prejuicios ideológicos y religiosos de su siglo. «Hay que situarse en esos años. Para muchos, una vacuna iba contra la ley natural. Hay que pensar que era la primera vez que se inyectaba un fluido procedente de un animal en un cuerpo humano. Eso hizo que muchos curas levantaran los brazos y protestaran. Lo curioso es que fue la misma Iglesia la que emitió una bula para respaldar esta expedición. La resistencia estaba en los curas de base, que eran incultos y no eran capaces de ver este progreso médico».

Salvany murió en Cochabamba en 1810 tras dar por cumplida su misión. Balmis afrontaría una disentería sangrante. Pero nada los detuvo. Sus nombres han perdurado. La OMS, de hecho, ha designado a Isabel Zendal «la primera enfermera de la Historia en misión internacional». Moro subraya que, ahora, el eco de esta iniciativa puede rastrearse en los hombres y las mujeres que han acudido a socorrer a los afectados de ébola. «Ahora ya no hay presencia de esta enfermedad en Liberia. Lo que quiere decir que funciona, aunque, en ocasiones, no con la celeridad que a muchos les gustaría». El escritor reconoce que el «gran peligro por venir es la guerra bacteriológica. Imaginen si cayera en manos del ISIS la posibilidad de manipular los virus y microbios. La próxima amenaza real es justamente ésta, y no que hagan detonar una bomba en una de nuestras ciudades. Por supuesto, una epidemia puede suceder en cualquier momento, pero lo que más me preocupa es hacer que ésta suceda. Es lo preocupante».

La viruela, el azote del mundo

La última persona afectada por viruela murió en 1978. Ahora el virus está contenido, pero el recuerdo de sus estragos está muy presente. «Fue el azote de la humanidad. Afecto al 10 por ciento de los europeos. El 30 por ciento moría; al otro 30, le quedaban secuelas graves, como ceguera; y otro 30 sobrevivían, pero con lesiones. La viruela acabó con los Habsburgo, no una revolución, y no respetaba a ninguna clase social», comenta Moro.

Un hombre de éxito

Javier Moro logró el reconocimiento con «Pasión India». Después de esta historia de amor, llegaron «El Sari rojo», con Sonia Gandhi como heroína y «Era medianoche en Bophal», escrito junto a Dominique Lapierre