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¿Investigó el creador de Sherlock Holmes algún caso real?

El célebre autor del detective británico del siglo XIX estudió, entre otros, el robo de las joyas de la Corona de Irlanda y demostró la inocencia de un condenado a muerte
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La Razón

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Al poco de la muerte de Arthur Conan Doyle, el famoso creador del detective Sherlock Holmes, su mujer declaró: “Lo que la gente no sabe es que mi marido estaba dotado del cerebro de Holmes y que, en ocasiones, en privado, resolvía enigmas que llevaban de cabeza a la policía”.
Su mujer explicó con estas palabras y con toda claridad que su marido no solo era un buen escritor de novelas policíacas, sino que estaba verdaderamente capacitado para la investigación real. Y, de hecho, participó en casos como el robo de las joyas de la Corona de Irlanda, el acoso al ciudadano hindú George Edalji —acusado de las matanzas de varios animales y condenado por maltrato— y el asesinato en la mansión del Caserío del Foso.
Lo cierto es que Conan Doyle manifestó durante prácticamente toda su vida un enorme interés por el crimen y la investigación. Tanto que debe ser considerado como un destacado criminólogo, cosa que demostró actuando como detective consultor en repetidas ocasiones y siguiendo el estilo de su inmortal Holmes.
Es fácil por tanto imaginar a Conan Doyle comportándose como Holmes cuando se ridiculizaba a otros policías de Scotland Yard como Lestrade. “Examino los datos como un experto y pronuncio la opinión de un especialista”, decía Holmes en la ficción con su inconfundible aire pedante.
Las cartas en el domicilio de Conan Doyle
El éxito de sus novelas provocó que muchos ciudadanos enviaran al domicilio de Conan Doyle decenas de cartas reclamando su ayuda para resolver misterios que para Scotland Yard eran impenetrables.
Y para analizarlos no solo contaba con su capacidad analítica y deductiva, sino también con sus conocimientos casi enciclopédicos de criminología. Porque, al igual que reflejan las novelas de Holmes, Conan Doyle poseía una verdadera biblioteca criminológica que le permitía establecer paralelismos con siniestros asuntos del pasado y hallar pistas en ellos.
Así que cuando Conan Doyle se hartó de la máquina de escribir emprendió sus propias investigaciones. Antes de su muerte en 1929 estuvo, por ejemplo, en persona visitando la escena de un brutal asesinato sexual en Sudáfrica.
La fama del autor, el olvido del criminalista
Lo cierto es que su célebre personaje de ficción ha merecido todo tipo de estudios bibliográficos y existe un enorme consenso respecto a que el autor Conan Doyle llevó el género de la novela negra a su madurez, pero sus biógrafos han prestado poca atención al criminalista Conan Doyle.
Digamos que sus investigaciones reales nunca alcanzarán la fama que consiguió tras la publicación de la primera novela de Holmes, Estudio en Escarlata (1886). Pero es interesante conocer que en 1907 dio respuesta a la enigmática desaparición de un tal Henry Armstrong y en 1912 acabó demostrando la inocencia de un condenado a cadena perpetua llamado Oscar Slater.
Ya lo dijo el antiguo subdirector del Comisionado de Scotland Yard, Basil Thomson, a la muerte del escritor: “Si se hubiera dedicado solo a investigar crímenes, en vez de a escribir, sir Arthur Conan Doyle habría llegado a ser un extraordinario detective. En Doyle había mucho de Holmes”.

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