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Agustina Bazterrica: «Nadie le dirá a la IA que debe llevar la falda por debajo de la rodilla»

En «Las indignas» habla sobre un mundo distópico, sin tecnología, y en torno a una secta religiosa y opresora con las mujeres
La escritora argentina Agustina Bazterrica @Gonzalo Pérez Mata
La escritora argentina Agustina Bazterrica @Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata PHOTOGRAPHERS

Madrid Creada:

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Tras errar por una tierra hostil, varias mujeres llegan a un convento en busca de refugio, y lo que se encuentran es una secta religiosa. Allí manda «Él», una figura que tiene el poder y vive en las sombras. Su segunda de abordo es la Hermana Superior, a quien nadie le dice que no, a no ser que les guste seguir vivas. La nueva novela de la argentina Agustina Bazterrica entrecorta la respiración de la misma manera que ya lo hizo su anterior obra, «Cadáver exquisito». Publica ahora «Las indignas» (Alfaguara), ambientada en un mundo distópico, un páramo en el que, tras un apagón mundial, se erradica la tecnología y se mantiene el sufrimiento, la misoginia y las creencias extremistas.
Su país copa titulares, ¿cómo ve la llegada de Milei al poder?
El mayor sentimiento es el de incertidumbre, porque no tiene carrera política ni experiencia. Espero que todo lo que nos imaginamos, todos los horrores, no se cumplan, y que solo haya beneficios.
Los escritores son definidores de sus entornos, ¿es su caso?
La política en la literatura se vive con mucha conmoción. Un candidato así ha llegado por el fracaso político de los anteriores, porque los argentinos están cansados. Hay una inflación imposible, muchísima pobreza. Entonces han votado una nueva opción, aunque una sin equipo. Personalmente, tengo un límite que tiene que ver con los derechos humanos. Si un presidente niega la dictadura militar argentina y la califica como excesos y no como crímenes de lesa humanidad, y niega los 30.000 desaparecidos, la gente torturada o los bebés robados, me parece gravísimo.
Las mujeres en Argentina han venido conquistando bastante territorio, ¿ahora qué?
Nos costó muchísimo conseguir la Ley del Aborto. Ahora eso está en cuestionamiento, según lo primero que dijo la vicepresidenta actual. Como dijo Simone de Beauvoir, cuando hay crisis económicas los primeros derechos que se resienten son los de las mujeres. Quieren acabar con la educación pública, y gracias a ella yo ahora soy licenciada en Historia del Arte. Es contradictorio y complejo, pero respeto la elección democrática del pueblo.
"En Argentina nos costó muchísimo conseguir la Ley del Aborto, y ahora está en cuestionamiento"
En «Las indignas» un hombre lidera ante solo mujeres.
Eso está basado en mi experiencia. Fui a un colegio de monjas alemanas, donde éramos todo mujeres, y el único varón era el sacerdote, quien dirigía. Mi experiencia allí no fue positiva, soy una mujer atravesada por la opresión del patriarcado. Y si bien tengo muchos privilegios, como decía Beauvoir, hay un montón de mujeres que no, y hay que luchar por ellas. Cuestiono en mis libros aspectos que veo injustos, que hay que revisar, como que todavía haya mujeres que no pueden estudiar o conducir.
¿Por qué contextualiza el libro en un entorno religioso?
Es una religión nueva, no está relacionada con el catolicismo, aunque hay resonancias porque es con la que yo me crié, y además es eminentemente patriarcal. Que yo sepa ninguna monja va a ser Papa. Me interesa trabajar la gran pregunta de por qué creemos en religiones donde el Dios es vengativo, donde la gente comete crímenes o tortura. A mí en todo caso me llama el mensaje de Jesús y todos los líderes y lideresas espirituales que llevaban el amor como la energía universal, como Buda, Mahoma o María Magdalena.
Agustina Bazterrica
@Gonzalo Pérez Mata
Agustina Bazterrica @Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata PHOTOGRAPHERS
En la secta del libro hay de todo menos cordura.
Es algo que llevo en la piel por tantos años en aquel colegio. A mí no me cosían los ojos ni me torturaban, pero sí había una gran represión psicológica, porque había solo un punto de vista y no lo podía cuestionar. Las propias compañeras de controlaban. No había sororidad, había una obsesión enorme por el sexo, que nos teníamos que casar vírgenes... Esa opresión que viví la llevé a la novela, y sin ella no sería la escritora que soy hoy.
La trama se complementa con el apagón tecnológico, ¿no le cae bien la Inteligencia Artificial?
Como todo, fue creada por los humanos, no es un ente aún separado. No descarto que pueda tomar vida propia y convertirse en un problema. Cuando me preguntan qué opino sobre los libros escritos por la IA, pienso que esta tecnología nunca ha tenido que pagar una cuenta, ni ha sufrido un dolor de muelas. Que no va a preguntarse quién es Dios. Entonces, esas experiencias tan humanas que hacen que la literatura sea tan maravillosa y rica la veo difícil para la IA.
No ha ido a la escuela, y menos a una religiosa.
(Ríe). Nunca nadie le habrá dicho que debe tener la falda por debajo de la rodilla.