“Papiroflexia”, la lectura es para el verano
Aparece una estupenda colección de aforismos en torno al acto de leer de Guillermo Busutil, que recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2021. Y qué mejor momento que disfrutar de los libros que en estos tórridos meses de estío
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Hace un par de años, Antonio Rivero Taravillo publicaba «La orfandad de Orfeo» en la editorial sevillana Thémata/Apeadero de Aforistas, en el que el autor, con su habitual agudeza y humor, daba rienda suelta a su visión «aforística» de la vida y la literatura. En aquel libro se leían cosas como las que siguen: «Con prosodia inadecuada, un aforismo verdadero suele ser falso»; «El aforismo es un travestido: va ataviado de prosa, pero es bajo ella poesía»; «El aforismo es una verdad permanente que solo deja de serlo al término de sus uno o dos renglones»; «No escribe aforismo quien puede, sino quien poda»; «Un buen aforismo comienza cuando el lector empieza a modificarlo»… Es un ejemplo, este de Rivero Taravillo, que por cierto ganó el Premio de Aforismos Rafael Pérez Estrada en 2017 con su obra «Especulaciones ciegas», de cómo este terreno es particularmente fértil para urdir destellos de reflexión que en sí mismos son a la vez una definición de un género que es una propuesta para la paradoja o lo lúdico.
Ya lo dijo José Luis García Martín cuando publicó «Todo lo que se prodiga cansa», «los aforismos son una forma de jugar». En aquella ocasión, el escritor asturiano reunió algunas de sus frases más llamativas extraídas de sus diarios, sus redes sociales o incluso de la memoria de los amigos con los que hace tertulia cada semana. Publicó la obra en la editorial La Isla de Siltolá, que tiene una nutrida colección de libros de aforismos de multitud de autores. Y es que el género cada vez tiene más presencia editorial y practicantes, lo que a veces también deriva en el ejercicio interesante de acudir a la obra narrativa, ensayística o poética de autores clásicos y, tras realizar una búsqueda de grandes ocurrencias, construir libros de aforismos de autores que no los habían concebido en su momento.
Pues bien, en muchos casos, todos estos trabajos llevan implícito el ánimo de sorprender y hacer pensar, es decir, de empujar al intelecto, y, desde luego, conminar a leer, a picotear pensamientos audaces. Y eso mismo acaba de hacer el granadino Guillermo Busutil, que el año pasado recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural después de publicar «La cultura, querido Robinson», con el que, según el jurado, había «realizado una aportación sustancial a la reflexión sobre el periodismo cultural en España». Busutil abordaba lo que significa la cultura, el acto de leer, como si de una verdadera tabla de salvación se tratara. Y tal vez eso puede decirse con mayor énfasis que nunca hoy en día, cuando lo audiovisual y lo instantáneo ocupan y hacen malgastar mucho tiempo.
R. W. Emerson, en los albores de una nación estadounidense que estaba buscando su identidad en el segundo tercio del siglo XIX, dictaminó que la lectura era uno de los baluartes indispensables para el ciudadano. Y, en efecto, la lectura nos construye por dentro, regalándolos tesoros imperecederos. Así lo habrá entendido sin duda Nuria Barrios, que habla en el prólogo a «Papiroflexia» de que estamos ante «un libro pequeño y, al mismo tiempo, infinito. Sus páginas dibujan columnas acerca de la lectura, los libros, la escritura, el lenguaje...». Tiene razón: no basta leer con los ojos, dice. Hay que «leer con los oídos, con la mente y con el corazón, con el cuerpo entero», y así, como reza el primer aforismo de Busutil, entrar lo más libre posible en los libros. Un conjunto de 751 aforismos entre los que encontramos perlas como estas: «Los lectores se reconocen por la cicatriz de sus yemas»; «Los libros son los tatuajes de la memoria». Frases que invitan a sentir lo que en efecto sucede en nosotros cuando nos introducimos en un buen libro como este mismo.
- «Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura» (Fórcola), de Guillermo Busutil, 100 páginas,, 17,50 euros.