Arqueología

Altamira no es la cueva con la pintura rupestre más antigua

Las halladas en cuatro cavidades de la cornisa cántabra tendrían entre 30.000 y 20.000 años

Imagen de varios bisontes de la cueva de Altamira
Imagen de varios bisontes de la cueva de Altamiralarazon

Las halladas en cuatro cavidades de la cornisa cántabra tendrían entre 30.000 y 20.000 años.

Los estudios no son recientes sino que se remontan a hace más de veinte años cuando un espeleólogo informó a los arqueólogos de la posible existencia de pinturas antiguas en diversas cavidades de Cantabria, aunque las técnicas existentes en aquel momento no permitían conocer si esos hallazgos eran en realidad arte rupestre. La posibilidad estaba ahí, pero no la confirmación de que lo fueran. Dos décadas después las cosas han cambiado y la tecnología, más si cabe, de ahí que el responsable del Museo de la Prehistoria de Cantabria, Roberto Ontañón (al frente del citado centro desde 2013 y con una amplísima y consolidada trayectoria), diera a conocer ayer una importante noticia: que el equipo de investigadores que dirige ha localizado en cuatro pequeñas cuevas (o cavidades) de la región nuevas pinturas rupestres que tendrían entre 30.000 y 20.000 años, es decir, más antiguas que las de Altamira (que habrían sido pintadas por su moradores hace unos 16.000 años), aunque no sea tan espectacular su vistosidad.

Técnicas de fotometría

Se ha podido así confirmar su existencia en El Rejo, Prellezo, dentro del municipio cántabro de Val de San Vicente; en Los Murciélagos, en Entrambasaguas; en Las Graciosas I y II, en Medio Cudeyo; y en Solviejo, en Voto. Ontañón aseguró a Efe que estas nuevas manifestaciones artísticas de los antiguos moradores de Cantabria –de la época premagdaleniense o gravetiense donde las han situado– han sido encontradas con nuevas técnicas de fotometría y de imagen que están utilizando ahora los científicos del equipo que dirige. Los trazos de arte rupestre localizados en esas cuatro cavidades son, en general, rojos y algunos también con un color ocre. Se trata fundamentalmente de puntos aislados o de sucesiones de los mismos, con los que, en algún caso, se forman figuras de animales, precisa Ontañón. Se da la circunstancia de que muchos de estos dibujos hallados en las rocas son bastante difíciles de identificar. Este descubrimiento, en el que el equipo del experto en patrimonio rupestre lleva trabajando un año, forma parte de un proyecto que puso en marcha en 2016 la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de Cantabria y que aún no ha finalizado. Por ello, el responsable de la investigación no descarta que existan más cavidades con representaciones similares a las localizadas en esta cueva, y también a las halladas en la Aurea, en Peñarrubia, donde en 2015 se informó del descubrimiento de una figuras geométricas, discos y signos ocres o rojizos, de la época premagdaleniense, también con la ayuda de unos espeleólogos y que supuso una auténtica revolución.

El director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria reconoce que en las cuevas en las que ahora se han localizado esos nuevos hallazgos había ya indicios de que podían existir pinturas rupestres, por lo que fueron consideradas en su día yacimientos arqueológicos, aunque la mayoría eran utilizadas hasta el momento por espeleólogos para la práctica de su deporte. La nueva circunstancia hace que cobren un gran protagonismo y que se conviertan en objeto de estudio.

La cornisa cantábrica es una de las zonas más ricas en lo que a yacimientos rupestres se refiere. Los hallazgos podrían, no obstante, incrementarse debido a los estudios que periódicamente se realizan «in situ», como los que ahora ha hecho posible el descubrimiento de estas grandes obras de arte. Y dentro de las cavidades es sin duda Altamira la que puede denominarse como un «santuario del arte rupestre excepcional realizado por los primeros humanos modermos», como así declaraba hasce unas semanas la directora del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, Pilar Fatás.