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“Mi madre era una asquerosa y me daba igual no volver a verla”: la segunda venganza de la hija de Joan Crawford

Tras su publicación en 1978, se recupera en España con algunas novedades "Queridísima mamá", el libro en el que Christina Crawford tacha a su madre de alcohólica y maltratadora

Joan Crawford adoptó a cuatro hijos, la primera fue Christina
Joan Crawford adoptó a cuatro hijos, la primera fue Christinalarazon

Tras su publicación en 1978, se recupera en España con algunas novedades "Queridísima mamá", el libro en el que Christina Crawford tacha a su madre de alcohólica y maltratadora

“Mi madre era una asquerosa y me daba igual no volver a verla”. Así se refiere Christina Crawford a la estrella de Hollywood Joan Crawford, en la página 339 de “Queridísima mamá” (Notorious). En esta parte del libro, la hija de la actriz se refiere a su madre como un monstruo al enterarse de que su padre había fallecido y no le dejaba ni ir a su funeral ni saber dónde iban a enterrarle. “Cuando le dije que estaba desolada y que pensaba regresar de inmediato... ¡me contestó que no quería verme rondando por allí! ¡Que el funeral de papá era solo para familiares y amigos, y yo no era ninguna de las dos cosas!”, confiesa Crawford en unas líneas que en 1978 llamaron la atención de todo el mundo y que ahora se recupera en España. Y es que este odio hacia la estrella de “Alma en suplicio” (1945) no es solo en una línea de estas páginas, sino en todas ellas: las memorias de su hija son un retrato desenfrenado de la infancia maltratada y torturada que vivió en manos de su madre. Entre otras cosas, Crawford -que cuando fue adoptada recibió el nombre de Joan Crawford Jr., pero decidieron cambiárselo- se refiere a su madre como una persona irracional, cruel y colérica, hasta el punto de llamarle “borracha” o “perra insensible”. Todo esto, a raíz de una serie de vivencias y acontecimientos que, desde su niñez hasta ya alcanzada una edad adulta, vivió junto a una estrella de Hollywood como fue Crawford.

El libro se publicó por primera vez en 1978 y despertó la atención a nivel mundial tanto en el mundo de Hollywood como en el de su público. El chismorreo de estrellas de este calibre nunca pasa desapercibido, y no iba a ser menos para Joan Crawford. La perfección de su sonrisa fue desenmascarada con una serie de episodios que su hija, a modo de desahogo o quizá de venganza, decidió publicar y que en 1998 se volvió a editar con motivo del vigésimo aniversario. Ahora, en España, se vuelve a presentar esta obra con otras novedades: un prólogo realizado por la autora y una serie de fotografías de su colección personal. De esta forma, Crawford dedica en el prefacio -que escribió en 2017- esta obra “a todos los que han sufrido en silencio, que han vivido en la desesperación de la injusticia, los que han recurrido a las drogas y al alcohol como alivio del dolor”, añadiendo su perspectiva sobre la violencia familiar. “Es generacional, un comportamiento aprendido, y si bien es cierto que las nuevas leyes y una mayor atención pueden ayudar, y lo han hecho, solo la voluntad bien informada de las personas puede revertir dicho comportamiento”.

Los relatos que escribe la hija de la actriz de “Bajo la lluvia” se suceden en 451 páginas de manera angustiosa. No repara en detalles al explicar cada discusión o agresión por parte de su madre. Desde los azotes con cepillos que le daba como castigo -explica Christina Crawford que su madre rompió 3 peines antes de que cumpliera 5 años-, hasta la traición por parte de su madre al quitarle puestos de trabajo. “Mi madre quitándome el trabajo... ¡Una madre alcohólica! Qué crueldad, qué humillación”, escribe Crawford con ira. Parece que estos episodios eran constantes y diarios, incluso en la Navidad, supuesta fecha idílica en la que se realzan los sentimientos familiares. En una de estas ocasiones, Crawford cuenta una anécdota con respecto a las postales de Navidad. Su madre le preguntó si las había enviado y “le contesté que francamente ni siquiera había pensado en ello -cuenta en el libro-. Eso fue todo lo que necesitó para lanzarme una andanada por lo desorganizada, negligente y perezosa que era”. Todo comportamiento de la hija suponía una reacción de la madre. A veces, previsibles, otras, “no se sabía cuándo iba a estallar, luego venía la avalancha, destruyendo todo a su paso”.

No es la primera ocasión en que la imagen de una estrella de cine se ve manchada de manera póstuma. Y Christina Crawford lo superó con creces con este libro que, además, se trasladó al cine con título homónimo y bajo la dirección de Faye Dunaway. Dio la vuelta al mundo: tanto la faceta alcohólica de la actriz como el maltrato hacia sus hijos. Joan Crawford, a pesar de haber tenido varios matrimonios, no engendró ningún hijo y, por ello, adoptó a cuatro: además de Christina, la mayor, a Christopher y a las gemelas Cindy y Cathy Crawford. A los primeros, decidió desheredarlos. En “Queridísima mamá”, la autora relata que a su hermano Christopher volvió a verle el 10 de mayo de 1977, día que murió la actriz por un paro cardíaco y quince años después de verlo por última vez. El joven desapareció de sus vidas al verse rechazado absolutamente por su madre, mientras que Christina Crawford fue desheredada cuando la actriz leyó algunas páginas del libro que ahora comento. “Los cuatro hermanos siempre habíamos estado en contacto, pero en privado. Mamá apenas había pronunciado su nombre en los últimos nueve años. Ahora que estaba muerta, estábamos juntos todos de nuevo”, relata en el libro.

El libro abarca desde una “infancia hollywoodiense” salpicada por fiestas extravagantes de cumpleaños ante los ojos de la gente pero castigos a base de agresión de puertas para adentro, hasta una distancia promovida por el hartazgo de Christina Crawford -así como de sus hermanos- una vez se hizo mayor. “La lección que se grabó en mí de forma indeleble fue que, cuando mi queridísima mamá se enfurecía lo suficiente, hacía pedazos a las personas y las hacía desaparecer”, escribía la autora cuando, de pequeña, vio cómo su madre eliminó a su ex marido, Phillip Terry, de todas las fotografías. Y es este el reflejo principal de su vida: un día a día de respiración contenida, furia retenida y sufrimiento derivados de una madre que no supo coordinar la fama y el carácter con la familia.