Francia

El hombre Eco

"Fue un ejemplo extraordinario de intelectual europeo, unía una inteligencia única con una incansable capacidad de anticipar el futuro", destacó el primer ministro italiano Matteo Renzi

El hombre Eco
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Italia llora la pérdida de su mayor divulgador del siglo XX, el escritor, pensador, ensayista y sobre todo semiólogo que supo combinar la filosofía con la cultura de masas.

Semiólogo, filósofo, escritor, periodista, ensayista, profesor, observador, curioso, irónico, mordaz. Umberto Eco, en su inolvidable trayectoria, lo ha sido todo al mismo tiempo. Su trabajo intelectual –único en su generación– no puede, de hecho, clasificarse dentro de una única especialización. Eco siempre quiso profundizar en muchísimas disciplinas del conocimiento sin temer por divulgar acerca de la cultura, en todas sus diferentes facetas: filosofía medieval, televisión, medios de comunicación, cómics, literatura contemporánea, crítica periodística, música, política, semiótica. Umberto Eco ha sido el estudioso por excelencia de los lenguajes modernos.

Su muerte a los 84 años ha sido, más allá de la obviedad, una triste noticia para Italia. El humanista nacido en Milán en 1932 fue su representante intelectual más célebre de los últimos 60 años. Por eso, la reacción mediática y cultural del país transalpino no podía más que ser acorde a un momento trascendente de la intelectualidad italiana y universal.

«Ha sido un ejemplo extraordinario de intelectual europeo, que unía una inteligencia única para estudiar el pasado con una incansable capacidad de anticipar el futuro», pronunciaba ayer el presidente del gobierno, Matteo Renzi, quien pudo entrevistarse con el filósofo en la Expo de Milán el pasado junio junto al presidente francés François Hollande. Allí hablaron de identidad europea, innovación científica, memoria histórica y lucha contra la intolerancia. El jefe del ejecutivo, añadió: «Ha sido una pérdida enorme para la cultura. Se echará de menos su escritura y su voz, su pensamiento agudo y vivo. Y su humanidad».

«El mundo pierde a uno de sus hombres más importantes del ámbito de la cultura contemporánea», escriben desde el diario italiano «La Repubblica», medio para el que colaboró: «Todos nosotros echaremos de menos su perspectiva y mirada hacia de el planeta». Pero si hay una redacción que, durante toda su vida, le ha demostrado un cariño especial fue «L’Espresso». «Querido Umberto, nos has dejado huérfanos», titulaba la revista, que publicó un texto de una antigua alumna suya: «Profesor Eco, me has enseñado el gusto por pensar». Y añade: «En aquel pupitre de universidad aprendí que no tenemos que detenernos ante una lectura superficial. Hay que desmontar la forma en la que los textos están construidos para comprender sus intenciones. Adiós profesor, te echaré de menos». También publicó sus artículos en el «Corriere della Sera», que titula: «Adiós a Umberto Eco, traspasó las fronteras conjugando la filosofía con la cultura de masas». El periodista Pierluigi Battista escribió: «En la cultura italiana, dominada por el idealismo, condicionada por tintes tanto católicos como marxistas, era difícil conciliar Kant y Superman». «Umberto Eco fue el rostro simpático y sarcástico de la vanguardia italiana: no tenía el pose del transgresor. No era ni el artista que se tomaba demasiado en serio, ni el ideólogo que marcaba rígidamente una determinada línea de vanguardia. Ha mezclado, con maestría, registros que, tradicionalmente, no podían tocarse: lo ‘‘alto’’ y lo ‘‘bajo’’, lo cómico y lo erudito, la escolástica medieval y la irresistible burla hacia los clásicos de la literatura».

El funeral de filósofo italiano tendrá lugar el martes en el Castillo Sforzesco de Milán, centro de la capital lombarda. El evento será tres días antes de la publicación de su último libro, «Pape Satàn Aleppe», un ensayo que recoge sus columnas en «L’Espresso». Elisabetta Sgarbi, responsable de la editorial La Nave di Teseo, explica: «El libro, que teníamos pensado lanzar en mayo, Eco ya lo había terminado, entregado y corregido». Ha sido un innovador que recogió el sentido y espíritu de su tiempo, un intelectual sin límites del pensamiento humano contemporáneo universal, presente tanto en las clases de universidad como en las estanterías domésticas de todo el planeta. Él, quien sostenía que «para entender la cultura de masas hay que amarla», pasó la vida haciéndola accesible, precisamente, hacia sí misma: y consiguió elevarla a lo más alto. Umberto Eco deja un valioso legado, donde el humanismo contemporáneo ha pasado a ser, definitivamente, leyenda.