Pablo Alborán, de tú a tú en el Auditorio Nacional
Con voz, guitarra y piano, el malagueño emocionó e hizo retumbar ayer el espacio madrileño, en una cita que repetirá el 28 de marzo y se incluye en su gira de teatros
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Al aunar sencillez y esfuerzo, no queda otra que hablar de Pablo Alborán. Su música es trabajo y constancia. Su forma de transmitirla, un mensaje directo, calmado, no por ello falto de emoción. Aquel joven que se hizo oír en internet, es hoy uno de los artistas más consolidados y valorados de nuestro país: gracias a su pasión por la música y a sus letras, con palabras y mensajes que atraviesan. Si la música ya es la mayor herramienta de evasión, introspección y refugio, la del artista malagueño funciona como medicamento, pues el espectáculo que ayer ofreció en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid fue una especie de burbuja sanadora.
Una velada íntima, con la consciencia alejada del odio, de la guerra, del caos de las calles. Tan solo un músico, su voz -también sin micro y a capella-, guitarra, piano y su público: “Esta noche en Madrid es especial. Hay gente que viene de lejos, gente que ha estado conmigo desde el principio y que han hecho que estos años sean mágicos. No sabéis lo afortunado que me siento de que mi vida sea así de maravillosa”, dijo el malagueño.
Eran necesarios para los allí presentes ya no unos minutos de escape -duró cerca de dos horas-, sino de compartir música “de tú a tú, y solamente tú”. Y es que Alborán no ha optado en esta gira por lo multitudinario. En lugar de aprovechar la euforia de comenzar a volver a “la normalidad”, su sensatez, quizá sus ganas de conectar de nuevo, le han llevado a echar el freno. Ha optado por lo cercano, un espectáculo visceral, a modo de metáfora del auto conocimiento que se ha dedicado a sí mismo durante los últimos años.
Se encuentra realizando una gira de teatros a lo largo y ancho de España, para paliar esa añoranza y fomentar la emoción individual. Además del concierto de ayer, volverá a la Sala Sinfónica el próximo 28 de marzo, ambas citas “sold out”. Doble ocasión, por tanto, de revisitar la trabajada carrera musical de Alborán de la manera más sencilla y próxima: no faltaron sus grandes obras, desde canciones como “Hablemos de amor”, con la que rompió el hielo, hasta “La fiesta”, pasando por “Saturno”, “Llueve sobre mojado”, “Dicen”, “Castillos de arena”, “Tanto”, “Pasos de cero” o “Perdóname”. Un viaje en el tiempo a golpe de guitarra y piano, con una banda reducida, sin florituras, manual, como en sus inicios, mostrando su lado más humano.