Ópera

«La sonnambula»: Contra la incultura, el fanatismo y la superstición

El Teatro Real despedirá el año con la ópera de Vincenzo Bellini, icono del belcantismo romántico en unas funciones dirigidas por Bárbara Lluch y Maurizio Benini

Imagen de la ópera "La sonnambula", en el Teatro Real
Imagen de la ópera "La sonnambula", en el Teatro Realdel Real fotografia

¿Qué es lo que define a un sonámbulo? Flaubert en su «Dictionnaire des idées reçues» tenía respuesta a esta pregunta: alguien que «pasea por la noche por la cumbrera de los tejados». Según esta definición, es indudable que «La sonnambula», la ópera escrita por de Vincenzo Bellini con libreto de Felice Romani recoge esa imagen sobre un tema que hacía furor entre las élites románticas del XIX, el sonambulismo. Basada en un ballet de Eugène Scribe, «La sonnambula» fue estrenada el 6 de marzo de 1831 en el Teatro Carcano de Milán. Compuesta por Bellini (1801-1835), como era costumbre, para las grandes voces de la época -Giuditta Pasta y Giovanni Battista Rubini en el estreno-, pronto acabó convirtiéndose en uno de los iconos más duraderos y resistentes del belcantismo. En Madrid lo hizo Giulia Grisi en 1834 en el Teatro del Príncipe. «La tremenda exigencia vocal de su partitura ha comportado que la ópera de Vincenzo Bellini haya estado, cuando ha habido colosos capaces de defenderla, asociada a los grandes cantantes de todas las épocas», explica Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, que despedirá el año con 13 funciones de «La sonnambula» bajo la dirección escénica de Bárbara Lluch, que debuta en el teatro, y Maurizio Benini, que vuelve a dirigir un título de Bellini en el Real tras el éxito de «Il pirata» en 2019.

Aunque ambientada en una aldea de los Alpes suizos, Bárbara Lluch ha querido rehuir de la visión bucólica e idealizada del ambiente rural para crear una dramaturgia basada en el sonambulismo, «algo normal en niños, pero que en adultos como Amina significaría estar sometida a grandes episodios de estrés» y en su situación de huérfana. «¿Por qué huérfana? –se pregunta-. Porque es una persona diferente, y desde esa psicología, podemos crear un personaje muy complejo. Los huérfanos suelen sufrir el síndrome del abandono, tienen la necesidad de ser queridos, por eso Bellini dibuja una Amina que no es esta chica feliz, bucólica, que va por el campo y se queda dormida. Cuando tiene episodios de sonambulismo, nunca rememora tiempos felices, recuerda las peleas con Elvino, lo que le pasa con el pueblo, con esta sociedad donde crece que pasa de amarla a odiarla en cuestión de minutos. Más que sueños tiene terrores nocturnos». Y afirma: «Me parece un personaje muy interesante y si fuera una mujer de ahora, seguro que estaba ayudada por un psiquiatra para reducir su estrés y tomando ansiolíticos y antidepresivos». A Lluch le llama la atención la tremenda actualidad de la situación de Amina. «Desgraciadamente seguimos padeciendo estos comportamientos, como vemos en los telediarios, puede pasarnos a nosotros o a gente cercana y esto nos da un referente, sabemos de lo que hablamos porque 200 años después el nivel de feminicidio y maltrato a mujeres es altísimo, aunque no quiero hacer una lectura feminista para nada –asegura la directora-, sino mostrar cómo trata la sociedad a Amina, o Elvino y Lisa, no solamente los hombres, cómo se trata a una mujer que no puede defenderse, ni hablar, ni escoger lo que quiere».

Imagen de la ópera "La sonnambula", en el Teatro Real
Imagen de la ópera "La sonnambula", en el Teatro Realdel Real fotografia

Mala reputación

Ante la fama que arrastra la ópera de tener un libreto flojo, la directora muestra su total desacuerdo. «Sé que tiene mala reputación, pero después de trabajarlo durante dos años, me peleo con quien diga que este libreto es malo». Idea que refuerza Matabosch con vehemencia. «Es una tontería, a veces en el mundo de la ópera se repite una estupidez tantas veces que nos la creemos, “La Sonannbula” es una obra muy interesante contra la incultura y el fanatismo, el único personaje al tanto de los avances científicos de la época es el conde Rodolfo, los demás son una colección de ignorantes y paletos, incapaces de entender que los actos de un sonámbulo no pueden juzgarse como si fueran los de una persona consciente, lo hacen por superstición y esta obra va en contra de eso», asevera.

Para el director musical, Maurizio Benini «el libreto se basa en una historia muy frágil, pero con esta fragilidad, Bellini ha creado un equilibrio en su estructura que funciona. En cuanto al discurso musical tenemos la fortuna de tener unas melodías extraordinarias muy conocidas del repertorio belliniano y belcantístico. Para ello contamos con dos grandes voces, Amina y Elvino, pero hay una tercera que es el coro, que entra desde la primera escena y es como un solista con papel de intérprete principal, esto la hace una ópera particular».

Imagen de la ópera "La sonnambula", en el Teatro Real
Imagen de la ópera "La sonnambula", en el Teatro Realdel Real fotografia

Benini estará al frente del Coro y Orquesta titulares del Real y de dos repartos encabezados por Nadine Sierra -que debuta en Madrid y en el papel de Amina- y Jessica Pratt, veterana intérprete del personaje. Xabier Anduaga y Francesco Demuro (Elvino); Rocío Pérez y Serena Sáenz (Lisa); Roberto Tagliavini y Fernando Radó, (El conde Rodolfo); y Monica Bacelli y Gemma Coma-Alabert (Teresa).