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Álvaro Torres, los dedos y el futuro

El pianista publicará dos discos el próximo año en Estados Unidos y se presenta como una de las grandes apuestas de futuro del género
A sus 20 años, Álvaro Torres ya es una realidad de la música
A sus 20 años, Álvaro Torres ya es una realidad de la músicaSandra Sue

Madrid Creada:

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Tiene solamente 20 años y sus dedos guardan las mejores promesas para el jazz en España. Álvaro Torres (San Lorenzo de El Escorial, 1993) está a punto de publicar un par de discos en Nueva York con dos de los sellos más interesantes del género (Sunnyside Records y Fresh Sound Records), y eso que asegura que está lejos de encontrar su estilo y saber adónde le puede llevar. Torres, de formación clásica, investiga en los terrenos del jazz de libre improvisación, pero busca llevar el proceso creativo a un terreno personal: «La música está marcada por las vivencias personales y por eso estoy consiguiendo reconciliarme conmigo mismo», dice sobre un asunto que suena a ecuación: cómo conseguir una voz propia.
Empezó con 8 años en el Centro Integrado de Música Padre Antonio Soler del Escorial, un centro público que combina el colegio y el conservatorio en el que todos los niños tocan un instrumento por la mañana y después dan clases. «Hay un ambiente muy bueno, en el que es más fácil aprender y dejarse llevar por la música. Tuve mucha suerte. Es gente pacífica y sensible. A los 12 o 13 años le decía a mi madre que quería ser compositor romántico, que eran mis ídolos. Y luego me metí en el jazz para disgusto de la familia al principio –ríe–. Pero siempre me han apoyado en todo», añade. En un primer momento, la idea de ser compositor de clásica activaba los consejos de la familia: estudia una carrera para asegurar tu porvenir, la música es un pasatiempo. «Aunque cuando dije más tarde que quería ser músico de jazz me contestaron asegurando que era mejor ser compositor... –vuelve a reír–. Nunca he tenido un problema en casa».
Aquella carrera «de verdad» (ejem) nunca llegó. «No, mi formación ha sido en muchos conservatorios. Estudié el grado profesional de música clásica en San Lorenzo del Escorial. Y al terminar me fui un año al Katmandu Jazz Conservatory, en Nepal. Allí estuve viviendo. Y después me marché a Barcelona, a un grado equivalente al universitario, y me fui de intercambio a la University of North Texas, que es pionera en EE UU en cuanto a la música. Después –añade– hice un master que se llama European Jazz que tiene convenio con varias escuelas y conservatorios. Fui a Copenhague y Berlín. Y conecté mucho con escenas y gente, fue muy interesante». Y añade que «no lo llegué a terminar por el coronavirus, pero tenía una beca para la Manhattan School of Music que había sido mi sueño durante 10 años. Y se cumplió. Es la escuela que más mola del mundo y estoy alucinado», enumera Torres, que hace tres años publicó su primer trabajo: «Specious Present».
Con tantos viajes por el mundo, tanta influencia internacional, ¿qué existe de español en su música? «Pues hay algo, un deje que me está saliendo cada vez más y que no quiero controlar. Lo dejo que fluya, pero mi oído me dice que vaya por ahí. No soy un experto, aunque he escuchado mucho flamenco y se deja ver de alguna manera. En San Lorenzo del Escorial tocan la dulzaina, tienen bailes regionales estilo jota, y no es que lo haya mamado, pero me hace gracia, me resuena. Mi abuelo es de Ávila y siempre me está cantando sus melodías. Todo eso me ha toca la fibra», explica. Nadie lo diría escuchando aquel primer álbum. «Yo ya soy diferente. Me estoy reconciliando con ese lado y con el más clásico también, porque terminé un poco cansado de ello después de tantos años de conservatorio. Y ahora no tengo complejos. Vengo de la clásica y tengo un deje español. Me acepto así y me sale con más naturalidad. Veremos adónde me lleva», subraya.
Lo que tiene claro es que su carrera tendrá que ir orientada al extranjero: «De momento, debe ser así. Ahora vivo en Nueva York y no hay nada igual... estoy obligado a quedarme porque me pasan cosas buenas y también porque estoy bastante inspirado. A España siempre trato de venir, pero es difícil vivir de tocar y justo eso es lo que persigo en la vida. Ganarme la vida, no ser multimillonario, pero tener una vida digna, eso es difícil en España. Pero vendré siempre que pueda». Sus dedos pulsarán su futuro.