Cuenca

Antonio Moral: «Nunca volveré a dirigir el Real, no tengo el menor interés»

Director del Centro Nacional de Difusión Musical

Antonio Moral: «Nunca volveré a dirigir el Real, no tengo el menor interés»
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Le gusta disfrutar de la buena vida. Vamos, que es de los que siguen la máxima de que cuando hay que trabajar, se trabaja, y cuando hay que relajarse y disfrutar, pues a ello. En Puebla de Almenara (Cuenca), donde nació, es un ídolo, aunque cuando aparece por su bar de siempre a jugar la partida de mus o de dominó tiemblan hasta las mesas. El Auditorio Nacional es su segunda casa, se lo conoce palmo a palmo; sin embargo, este verano ni por la suya ni por ésta ha parado mucho: además de su descanso de sol y playa, Moral ha recalado en Bayreuth, donde pronunció en agosto una conferencia con el auditorio lleno, y en Verona, donde es uno de los jurados del Concurso Operalia, que dio la victoria a una rusa de quitar el hipo. Aida se llama. Garufulina de apellido.

-Llega, seguro, con las pilas bien cargadas. ¿Cómo pinta el curso que empieza?

-Muy bien, estupendamente. En el Centro Nacional de Difusión Musical tenemos programadas para esta temporada 184 actividades en 14 ciudades distintas. Atacamos a todo. Sólo conciertos son 146, y de éstos, 67 los haremos fuera de Madrid, lo que es prácticamente la mitad de la temporada. Desde luego hacemos uso de la palabra «nacional» en nuestro programa. Llevar la música a otros sitios que no sean la capital me parece fundamental.

-¿Y con cuánto dinero hace todo lo que hace?

-Con dos millones de euros. Y me mantienen la subvención desde que llegué. Hemos incrementado la actividad un cincuenta por ciento y hemos sido capaces de generar recursos. Con ese dinero podemos hacer un montón de cosas, como recuperar nuestro patrimonio musical, estrenar nuevas partituras, abrir nuevos ciclos, difundir la música contemporánea...

-Da casi vértigo.

-Este año tendremos 36 estrenos absolutos (y por encargo, 18, la mitad de ellos) y el pasado tuvimos 22. En cuanto a la recuperación del patrimonio musical, hemos puesto en marcha «Músicas de ida y vuelta» con diferentes obras de artistas tanto españoles como iberoamericanos. La otra gran apuesta de nuestro programa es la educación, íntimamente ligada a nuestros proyectos, con 43 actividades pedagógicas. La clave está en coproducir con otras instituciones, aliarse para desarrollar un proyecto interesante. Celebraremos congresos, conciertos, mesas redondas, y colaboraremos con seis universidades y otros tantos centros pedagógicos, que me parece básico y fundamental. Un ejemplo: Alfred Brendel impartirá una conferencia con el título de «¿La música clásica tiene que ser completamente seria?». Trabajamos con la idea de desmitificar la música, que es un arte para disfrutar y evadirse pero que también invita a la reflexión. Hay que destacar la parte lúdica que tiene.

-¿Y que los jóvenes también se integren?

-Por supuesto, de ahí la importancia de la educación como eje. Nuestro proyecto es distinto porque no se trata sólo de organizar conciertos. Atendemos diez siglos de música y tenemos para todos. Además, se produce un trasvase del público habitual de Auditorio al que viene por los ciclos de jazz y flamenco, por ejemplo. Hay fusión entre ambos.

-No para ni va a parar.

-Es que no tengo tiempo.

-Dígame una cosa: ¿volvería a dirigir el Teatro Real? Su nombre parece que lo baraja el Ministerio de Cultura para sustituir a Gerard Mortier.

-No tengo ningún interés. ¿Qué hago yo en el Real? El programa del CNDM es mucho más atractivo e ilimitado que el de la ópera. Además, soy fiel a una máxima: jamás vuelvo a un sitio en el que he estado. Llevo treinta años en esta profesión y lo he cumplido a rajatabla. No hay circunstancias posibles que me hicieran regresar allí. Nunca volveré a dirigir el Real.

-¿Lo desmiente entonces?

-Tajantemente. Es una lástima, pero con las crisis periódicas que tiene el coliseo cada tres años lleva camino de convertirse en un mal endémico. Es un teatro politizado y hoy más que nunca; un lugar inestable, y lo que me apena es que se haya jugado con él con independencia del signo político.

-¿Cómo debería verse?

-Como lo que es: un teatro público al que se va a escuchar ópera.

-¿Y si le pido el perfil de un director artístico para la sustitución de Mortier cuando llegue su momento?

-Debe ser alguien que responda a las exigencias del teatro, que haga su trabajo de manera seria y que cumpla con las necesidades que se demandan, me da lo mismo que sea español o extranjero, pero, en ese caso, que conozca la realidad nuestra y se integre en ella, y con esto que no se entienda, por favor, que Mortier no lo ha hecho. Los teatros se mejoran con el trabajo de cada día y no por decreto. El Real es un plato muy apetecible al que hay que darle la cocción justa porque tiene los mejores ingredientes. Quiero desearle a Mortier lo mejor desde aquí y una pronta recuperación.

-Corríjame si me equivoco y es una leyenda urbana: dicen que en el mus es casi imposible ganarle.

-Es muy difícil, y al dominó, tampoco, porque sé mover muy bien las fichas.

-Eso se puede aplicar tanto al día a día como a la ópera.

-Probablemente sí. Las fichas hay que saber moverlas y saber casarlas para dominar el juego.

-¿A quién ha dejado KO en la mesa del bar de su pueblo?

-Bueno... No puedo dar sus nombres para no comprometerles. Pero le voy a decir una cosa: no sé cuánto vale un café desde 2006.

-Eso, perdone que se lo diga, suena a farol.

-Qué va. Es que gano siempre y no tengo que pagar ni uno. De lo que se trata es de divertirse. Y si te pagan, mejor.