Conciertos

Dos orquestas en buen momento

Crítica de clásica. ONE y Sinfónica de Madrid. Obras: Arriaga, Mozart y Beethoven. Soprano: Mojca Erdemann. Orquesta Nacional de España. Director: Giovanni Antonini. Obras: García Abril, Prieto, Janacek y Strauss. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Auditorio Nacional. 25 y 26-5-2014. Madrid.

Miguel Ángel Gómez
Miguel Ángel Gómezlarazon

Resulta alentador asistir a dos conciertos de temporada de dos orquestas españolas y salir de ellos no ya satisfecho, sino incluso contento, al comprobar el momento de ambas agrupaciones cuando hay directores con los que rinden. La ONE busca una vinculación más estrecha con Giovanni Antonini, que dirigirá un par de conciertos en la próxima temporada. Acierta en ello a tenor de los resultados obtenidos. En ambos programas obras de nuestro patrimonio, ya fuera del XIX o de nuestros días. La «Sinfonía en re, a gran orquesta», de Arriaga, muestra la pérdida que supuso la prematura desaparición del compositor.

Lo italiano, no exento de perfumes beethovenianos, se refleja en su primer movimiento, seguido de un adagio a lo Haydn y de un final que recuerda al joven Mendelssohn. Una sinfonía que debería escucharse más y a la que Antonini y la ONE hicieron justicia. Afortunadamente, hay ocasiones en las que aquellas obras que se encargan y estrenan, vuelven a programarse. Es el caso de «Memorandum», de García Abril, y de «Fandango de Soler», de Prieto, y tiene mérito que Gómez Martínez y la OSM las unieran en la primera parte de un concierto, pues tal circunstancia no es habitual.

Tintes hispanos

«Memorando» es una especie de concierto para orquesta, escrito en homenaje a la Sinfónica de Madrid en su centenario y tan vitoreada en su estreno con su actual recuperación. Fantasía, colorido, tintes hispanos y mucho de evocación en el segundo de sus tres tiempos, construido como un guión y no sólo en su arquitectura sino también en su intensidad emocional, con un desvanecimiento muy lírico. La orquestación de Prieto para el célebre fandango no desmerece en el ya amplio catálogo de abordajes similares. Y da gusto cuando obras españolas de esta envergadura son tocadas como lo hicieron orquesta y director. Si Antonini expuso una «Séptima» bien construida y quizá con una premeditada cierta morosidad en la danza final, Gómez Martínez dejó claro que la OSM y él se entienden muy bien, en una trabajada lectura de «Taras Bulba», de Janacek, y, sobre todo, en una versión de «Till Eulenspiegel» a la altura de las mejores que se hayan escuchado en Madrid en los últimos años. Un Strauss vibrante en el que se oía todo sin perder el carácter compacto que siempre conlleva. Un excelente concierto que debe hacer pensar en el Real que Gómez Martínez ha de volver ya a su foso con una orquesta a la que le sabe sacar lo mejor de sí misma.