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Concierto

Dua Lipa, la más chula de Madrid

La británica pone a bailar a la capital con un espectáculo arrollador

Dua Lipa en el Radical Optimism Tour Elizabeth Miranda

Discotecón en el Movistar Arena de Madrid. La británica Dua Lipa, una de las indiscutibles estrellas mundiales del mainstream puso patas arriba anoche el Movistar Arena en la primera de sus dos noches en la capital con un show arrollador alimentado con los mejores resortes de su notable lista de éxitos, un cañonazo tras otro, para dejar sin aliento a 15.000 apretujados seguidores, más arrimaos que en un chotis, y que aclamaron a la reina del pop a golpe de graves con claveles en el cabello.

La artista de ascendencia albanesa presentaba los temas de su nuevo disco "Radical Optimism" en un calculado equilibrio de caderazos con sus anteriores éxitos. Pop de pinceladas disco y funky apoyado en una base techno y estribillos de puro chicle que se adhieren a los oídos como babosas. Una mezcla irresistible que hace moverse los pies como las mandíbulas trasegando un Trident. No hay escapatoria posible a un encanto que, claro, no es solo musical, como demostró la británica en unos hilarantes momentos con los aficionados de la primera fila, quienes le juraron amor al borde de las lágrimas, entregados a una pasión como solo el pop puede levantar. "End of an Era", "Break My Heart" y "One kiss" anunciaban lo que se venía.

Después de un baño de amor e intercambio de piropos, vinieron "Watcha Doing" y "Levitating" y Lipa procedió con "This Walls" ataviada con una boa de plumas que tomó prestada de la primera fila y que le abrió la puerta al registro más íntimo, en el que demostrar su talento en otra frecuencia y hacer exhibición de un notable castellano. En la lengua de Cervantes introdujo un tema en español, está vez sin invitado sorpresa, al contrario que en el resto de la gira: fue "Hero" De Enrique Iglesias.

Y así llegamos a "Physical", con el Movistar Arena convertido en una mezcla entre un sambódromo y una clase de body pump. La coreografía, desde luego, era de las de sudar la gota gorda. Dua Lipa encarna, con brillantez, exactamente eso: un pop hedonista con un leve mensaje, poco más que una apariencia, que levante a los muertos de sus húmedos nichos. No hay que pedirle más, ni buscar tres pies al gato: hablamos de música para bailar, para abandonarse, para olvidarnos, para, como indicaban los visuales del escenario, cabalgar como purasangres por la llanura imaginaria. Y es que no aspirar a ser trascendental no quiere decir ser intranscendente. No es que el éxito sea un valor en sí mismo, o no debería serlo, pero poner a 15.000 personas patas arriba -les juro que nadie permanecía sobre su eje-debe tener algún significado. Que cada uno busque sus respuestas.

Y al galope entramos en "Falling forever", que nos hizo sentir como Atreyu cabalgando en "La Historia interminable" en un hermoso juego a tres voces con dos de sus coristas. Cantó rodeada de fuego, fue elevada en plataforma y vestida con incontables atuendos pero casi nada de eso hacía falta: la sucesión de hits hablaba por sí sola. No faltaron "Happy For You", "Love Again" y "Be The One" y, en los bises, "Houdini". Agradeció el cariño al público de Madrid, de nuevo, en castellano, y éste le correspondió. Le cantaron el "y guapa, guapa, guapa, y reina, reina, reina". Solo faltó nombrarla pregonera, seguro que ella estaría encantada. Que vuelva El año que viene.