Música

Harry Styles en Madrid, la superestrella líquida

El músico británico enamora a 65.000 personas en Madrid en el mismo recinto donde se celebra Mad Cool en Villaverde

Una imagen de Harry Styles en su concierto del pasado 6 de julio en Frankfurt
Una imagen de Harry Styles en su concierto del pasado 6 de julio en FrankfurtLloyd Wakefield

Es masculino, pero sin rezumar testosterona; es comercial, pero podría aparecer en el Primavera Sound; es convencional, pero tiene un sello personal; es antigua, pero moderna, como dirían Novedades Carminha. Harry Styles destila referencias musicales conocidas (caderas de Mick Jagger, sonrisilla de David Bowie) y una calculada equidistancia pop que, sumadas a su indiscutible carisma le han convertido en la enorme superestrella que las cifras de asistentes a sus conciertos han probado ya. Una versión mutante y líquida de la estrella del pop. Anoche, en el recinto Mad Cool de Villaverde, 65.000 personas enloquecieron con él. El pueblo ha hablado: así es la socialdemocracia de la música en el siglo veintiuno.

Eran las 16:30 horas cuando caía un sol de justicia y empezaban a entrar las primeras fans del británico al recinto, sobre las cenizas y el polvo del Mad Cool, cinco horas antes del arranque de una noche de pasiones desbordadas, como ha sucedido en todas y cada una de las ciudades que el británico ha visitado en su gira. Porque si cinco horas al sol parecen muchas, piensen que algunas seguidoras han estado ¡nueve días! en una tienda de campaña en el secarral de Villaverde para ser las primeras. Quizá pir eso, al entrar, pelusas multicolores de las poco veraniegas boas de plumas adornaban todo el recinto como si el fin de fiesta hubiese llegado antes de empezar la función.

Viste de Gucci y lleva tatuajes. Admira a Freddie Mercury y a Elton John. Saltó a la fama en un programa de televisión de dudoso pedigrí artístico ("X-factor") e integró una "boy band" prefabricada (One Direction), pero en solitario, y por edulcorado que pueda resultar a veces, Styles rezuma credibilidad mal que les pese a algunos: elige con criterio su vestuario, repertorio, las películas en las que participa y hasta sus teloneras, las fantásticas Wet Leg (en la anterior gira fueron los también estupendos Wolf Alice). Maldita sea, si hasta visitó el Museo del Prado pocas horas antes de su concierto en la capital. ¿Y saben qué? Que también tiene criterio en eso: su obra favorita, según confesó a los responsables del museo es "Perro semihundido", la estremecedora pintura negra de Goya. Nos levantamos el cráneo.

El público, femenino e intergeneracional, estaba repartido en dos zonas, en clases sociales según hubiese abonado la tarifa "front" y la "back", siendo la primera tan inmensa que podía parecer poco exclusiva hasta que se comprobaba dónde quedaba la parte trasera del concierto, en un código postal diferente. En ese área, las madres pacientes hacían picnic en la hierba artificial hablando de sus hijas cuando Harry llevaba 25 minutos de retraso (posiblemente provocados por los pésimos accesos al recinto en los que no vamos a gastar mas tinta) que fueron amenizados con clásicos de Queen y hasta de Julio Iglesias. "Mi hija debe estar preguntándose qué demonios es esto", decía una de ellas, arrumbada por la melosa letra de "Me olvidé de vivir".

Y entonces salió Harry envuelto en un ensordecedor chillido, vestido con pantalón plateado y chaleco a juego sobre el pecho tatuado. Tras "Daydreaming", dio las "buenas noches, chulapos" (aunque dijo "chulapes") y puso en marcha su batidora sónica, compuesta por el pop electrónico de "Gold" y el funky y R&B de "Adore You". "Buenas noches, ¡guapitos! Sed libres de ser quienes sois en este campo polvoriento", dijo sin mayor intención que describir la realidad. Su repertorio discurrió por los cauces habituales de su presente gira, es decir, la soñadora "Keep Driving", el guiño al pasado de "Stockholm Syndrome", la ternura de "She" y, para "Matilda", se rodeó de parte de la nutrida representación femenina de su formación de instrumentistas en el quicio del escenario. El público, bien pertrechado, levantaba flores en el aire de Villaverde.

Llegó por fin el momento de bailar con "Satellite" y la discotequera "Late Night Talking". "¿Estáis bien? ¿Os sentís emocionalmente estables?", preguntó. Y recibió un inmenso no por respuesta. Y, si en Barcelona abrió un sobre con las notas de selectividad de una fan, que ella misma desconocía, en Madrid desveló que Lucy, de Gibraltar, estaba embarazada… de ¡una niña! "Cinema" (con bandera de España añ cuello), "Music for a chinese restaurant" y, por supuesto, "Watermelon sugar" llegaban al cierre de esta edición.