Música
John Lennon y Yoko Ono: vida en la cama de un par de revolucionarios
El 10 y 12 de junio se estrena en exclusiva en 100 salas de España 'John & Yoko: one to one', documental con imágenes inéditas de la pareja y de un histórico "show" benéfico
La cama era el despacho. Pasaban John Lennon y Yoko Ono horas y horas sentados, con algún acorde entre manos y los ojos puestos en la pequeña pantalla, situada a los pies del colchón. Dentro de la cantidad de curiosos e intrigantes matices que se pueden extraer de la personalidad del Beatle, ese músico impulsivo y a veces burlón, quizá el de su época de teleadicción figure entre los más divertidos. Fue en aquel lecho –no es el mismo de sus famosas «encamadas»– donde la pareja más legendaria de la cultura pop desarrolló su gran transformación intelectual y vital. La caja tonta les ofrecía un incesante zapeo entremezclando discursos de Nixon, anuncios de Coca-Cola, concursos como «The price is right» y todo tipo de imágenes de una época convulsa y en la que contrastaban la barbarie en la guerra de Vietnam y el imparable crecimiento del consumismo. Una adicción que les sirvió, además de para apuntar hacia la radicalización pacifista, para impulsar e inventar proyectos anti injusticias.
Aquellas «encamadas» televisivas ocurrieron en una época clave, la Nueva York de los 70, y en un lugar específico: el apartamento de Greenwich Village en el que Lennon y Ono convivieron durante 18 meses, huyendo de la ostentosidad y la atención mediática de Londres. Existe ahora la oportunidad de introducirse en aquellas paredes, de localizar con ojos propios aquella televisión y aquel espacio en el que, más que una estrella del rock, parecía que viviese un neoyorquino común. De observar los ceniceros repletos de cigarrillos, las guitarras por el suelo, las revistas esparcidas, la máquina de escribir, el teléfono sonando constantemente o la funda de almohada de Snoopy. Lo permite «John & Yoko: one to one», quizá uno de los documentales más precisos a la hora de detallar un primer plano de la famosa pareja. Dirigido por Kevin Macdonald y Sam Rice-Edwards, ofrece una envolvente sucesión de imágenes y una meticulosa recreación del apartamento neoyorquino. Una oportunidad de descubrir, cara a cara, cómo Lennon y Ono basaron sus acciones en el activismo social y político.
La cinta parte de un momento histórico: el One to One Benefit Concert, espectáculo ofrecido el 30 de agosto de 1972 en el Madison Square Garden de Nueva York. Un proyecto cuyo germen se debe, en parte, a esa mencionada teleadicción. Vieron el reportaje «Willowbrook: the least great disgrace» (1972), de Geraldo Rivera, y descubrieron las deplorables condiciones en las que vivían los niños con discapacidad que habitaban esta escuela: inadecuadas instalaciones sanitarias, hacinamiento e incluso abusos psíquicos y sexuales. Esto les caló al cantante y a la artista hasta el alma, y quisieron hacer lo posible para ayudar. Y el resultado fue la organización de dicho concierto multitudinario, el primer y único «show» de larga duración que Lennon ofreció tras la disolución de los Beatles, y si bien apenas se conocen imágenes de ello, este documental ofrece una gran e interesante cantidad. Se observa en «One to one» a un Lennon enérgico y con una fogosidad impulsada desde la impotencia interpretando sus más icónicos himnos pacíficos. Es el caso de, por ejemplo, «Power to the people», «Give peace a chance» –con estelar colaboración de Stevie Wonder–, «Attica State», «Houndog» –claramente dedicada a Nixon y a su gestión gubernamental–, «Instant Karma! (We all shine one)» –recitando «el karma instantáneo te pillará», palabras que también dedicaría a la presidencia estadounidense, y así lo sugiere el documental–, «Cold Turkey» o «John Sinclair». El concierto recaudó 1,5 millones de dólares, destinados a que los niños de Willowbrook recibieran una atención mejorada e individualizada.
El documental, en este sentido, no ofrece una panorámica de lo ocurrido, sino que prima el detalle. Es el caso de la canción «John Sinclair», que nació a partir de un caso al que se dedica cierto metraje del filme, pues se narra la historia de Sinclair, a quien la policía detuvo por poseer dos porros y por lo que recibió una condena de diez años en prisión. Pero Lennon, tras atender a las protestas que se sucedieron solicitando la liberación del preso, cantó su canción en público a modo de protesta, y a los pocos días fue liberado. Esa era la fuerza del Beatle, de la música en general. Lennon hizo a través de su ingenio su propia lucha. Él mismo, se aprecia en la cinta, se definía como un artista revolucionario. Y para la causa también se unió con el extremista Jerry Rubin, quien se sumió en una gran popularidad principalmente a raíz del juicio de los siete de Chicago. Juntos –y con la inseparable Yoko– asistían a programas televisivos, y quisieron organizar «Free the people tour», una gira de conciertos con cuya recaudación pretendían liberar a negros de las cárceles y a otras personas desfavorecidas pagando sus fianzas. Consiguieron incluso que el mismísimo y admiradísimo Bob Dylan se subiera al proyecto. El objetivo principal era el de poner a la juventud en contra de Nixon, a través de, en pleno movimiento hippie, un mensaje de paz y de rechazo absoluto a las barbaries ocurridas en Vietnam o en el propio país a causa del racismo. Pero todo quedó en una idea: Lennon se distanció de Jerry por su tendencia a la violencia y a los disturbios, cancelándose la gira.
Oportunidad limitada
Es un filme, por tanto, revelador en muchos aspectos. Ofrece un primerísimo plano de la relación de los artistas, así como de sus situaciones personales e individuales. Como, por ejemplo, la incesante búsqueda de Yoko Ono de Kyoko, su hija mayor que tuvo junto a Anthony Cox y con quien perdió el contacto por ser secuestrada y desaparecida por su propio padre. Uno de los motivos, de hecho, por el que la pareja se mudó a Nueva York fue para localizar a Kyoko. También en el concierto «One to one», muestra el documental, Yoko aprovechó para compartir su desesperación dedicándole una canción o, más bien, gritando de rabia. También se menciona la época en la que ambos iban a ser deportados de EE UU, algo que finalmente se suspendió en 1975, poco antes de que naciera Sean Ono Lennon. Un metraje, en definitiva, que combina material de archivo nunca antes visto, como películas caseras, grabaciones telefónicas privadas y recreaciones del apartamento de Greenwich Village, junto con imágenes de la cultura pop de la época. Una atmósfera inmersiva que aterriza la próxima semana en España: casi 100 salas de cine seleccionadas estrenan en exclusiva «John & Yoko: one to one», los días 10 y 12 de junio, de la mano de la distribución de Versión Digital. Una limitada oportunidad de descubrir las inquietudes de la pareja, así como sus anhelos, sus proyectos y, en suma, lo que todo fan trata de imaginar de su ídolo o referente artístico: su día a día, ya sea fuera o dentro de la cama.
La amabilidad no correspondida de Ono con los Beatles
A lo largo de «John & Yoko: one to one» se intercalan llamadas telefónicas, pudiéndose escuchar las voces de ambos artistas y descubrir sus formas de desenvolverse en la intimidad y la confianza. Entre ellas, destaca una que mantiene Ono con el músico David Peel. En esta conversación, el filme hace un guiño al eterno debate: ¿fue Yoko la culpable de la separación de los Beatles? «Se supone que fui yo quien provocó la ruptura», le dice la artista, «cuando estaba embarazada la gente me deseaba la muerte a mí y a mi bebé. Recibía amenazas, comentarios racistas... sufrí tres abortos». Relata, además, cómo ella hablaba siempre bien de los Beatles ante la prensa, pero no recibía las mismas y amables palabras de vuelta: «Me ignoran, y eso es machismo», comenta Ono.