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Música

Luz Casal: «Hay que permitirse ser lo contrario de lo que esperan: macarra, mediocre, prepotente y vulgar"

La artista gallega publica «Me voy a permitir», un disco en el que juega con géneros y estados de ánimo

La artista gallega Luz Casal publica «Me voy a permitir» La Razón

En su nuevo disco hay varias canciones de amor y una de odio. Hay una «macarra», otra que es triste y hasta la receta de un guiso que es un conjuro. Luz Casal (Boimorto, 1958) ha aprendido a dominar los registros, pero en realidad nunca sabe dónde va a terminar cuando empieza a trabajar. «A todos mis discos les pasa lo mismo. Arranco con una idea y luego derivo, no sé a dónde, hasta que llego a alguna parte», dice con su encanto y falta de ego característicos. La artista, una de las grandes voces contemporáneas, publica «Me voy a permitir» (Universal), un trabajo en el que, lejos de la indulgencia y también del consentimiento, Casal ejecuta, hace su voluntad.

El tema que da nombre al disco nace de un impulso: «Hay que permitirse ser lo contrario de lo que esperan de nosotros. Ser macarra, mediocre, prepotente, vulgar... Levantarte un día, mirarte al espejo y decir: ‘‘Qué horror, qué bolsas en los ojos’’. Pero la canción surge porque me atraía poder cantar esas palabras», dice la gallega, que recuerda en el tono al Rosendo de «Loco por incordiar». «Estaba presente completamente en esa canción –reconoce–. Durante un par de días, el título del tema era ‘‘la idea de Rosendo’’. Él es, para mí, ejemplar en muchos sentidos. Es de mis colegas preferidos». Casal se lleva bien con el paso del tiempo: «No miro atrás, no siento la presencia del pasado. Tampoco tengo traumas de la infancia, al menos reconocidos... Y ahora mismo veo fotos mías en las que estoy de dulce y en otras que vaya por Dios, qué pena... Y no pasa nada, las imperfecciones son las que provocan las cosas más extraordinarias».

Otro de los temas principales del disco es «Nada es imposible», inspirado por la lucha de Noah Higón, una jurista y escritora valenciana que padece nada menos que siete enfermedades raras y a la que le dedica una canción que se aplica a sí misma. «Perfectamente. Ella lleva su carga, con todo el drama que tiene, con una actitud ejemplar». Pese a los malos augurios, Luz Casal ha sentido también los mensajes de «no podrás» o el «no vale la pena» cuando empezaba en la música. «Te dicen que es imposible, a veces porque se preocupan, otras, por pura envidia. Pero haces el camino. Yo recuerdo que mi padre biológico le decía a mi madre, en algunas peleíllas: ‘‘¿Por qué consientes que la niña vaya a actuar a una discoteca de mala muerte a un pueblo? ¿Qué necesidad?’’. Pero para mí eso fue un aprendizaje y sentí el acompañamiento de mi madre, cuidándome porque era muy chica. Eso fue mi base. Y he sentido desde siempre que las dificultades te fortalecen». Luz Casal descubrió muy pronto que quería cantar: «No sé cuál fue el momento, pero he tenido esa determinación desde muy niña. Un día iba al colegio y estaba lloviendo y me puse a cantar, en mitad de la calle, yo sola. Los que cantamos no tenemos un objeto para hacer música, no hay un instrumento, nada más que tu cuerpo, y pasan cosas muy fuertes físicamente. Expresas algo y ese sentimiento es adictivo».

Luz Casal nunca tuvo un plan B al que recurrir fuera de la carrera musical: «Si no me hubiera dedicado la música, probablemente, pero sobre todo en los primeros años, hubiera sido un alma en pena, una descarriada, un problemón, una persona con dificultades personales provocadas desde dentro». En contra de lo habitual en la profesión de músico hoy en día, Casal no necesita ir al psicólogo: «No (sonríe), la música es mi terapia. Y eso que soy una persona extravagante en muchos aspectos cotidianos de la vida». Más difícil es explicar por qué sigue cantando a pesar de las dificultades y sinsabores. «Podría ponerle muchos adjetivos al por qué sigo en la música después de tanto tiempo. Tiene que ver con la ilusión, con arriesgarte, el aventurarte, lograr transmitir algo que no sabes cómo se hace. Me gusta que las canciones sirvan a la gente para algo, pero me gusta más ser capaz de desarrollar una idea, de llevar una melodía de dos segundos en el teléfono a algo más grande». Que es difícil, pero no imposible.