Orlando, un fino aburrimiento
El Teatro Real presenta esta versión del "Orlando" de Haendel, una producción del Theater an der Wien firmada por Claus Guth
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Orlando de Haendel. Christophe Dumaux, Anna Prohaska, Anthony Roth Costanzo, Giulia Semenzato, Florian Boesch. Orquesta Titular del Teatro Real. Dirección de escena: Claus Guth. Dirección musical: Ivor Bolton. Teatro Real. Madrid, 31 de octubre de 2023.
El Teatro Real dedica una atención especial esta temporada a la figura de Orlando, con el título de Haendel y el Orlando Paladino de Haydn, la primera escenificada y la segunda en concierto. Haendel estrenó su Orlando en el King’s Theatre de Londres en 1733, en su segunda etapa londinense. Como hombre práctico que era, se percató de los cambios de gusto que experimentaba el público y por eso esta ópera es algo raro en su catálogo. De entrada, no era fácil componer una obra sobre alguien que pierde la razón, aunque bien es cierto que en décadas anteriores se hubiera visto favorecida la idea gracias al parlar cantando que se empleaba y, de hecho, Haendel también se aprovecha de ello y el ejemplo más claro es la intervención del protagonista en el final del segundo acto. Haendel trató de añadir un algo más a aquella ópera italiana que empezaba a aburrir a las audiencias y esto representa Orlando con su fantasía, las innovaciones en la instrumentación, la reducción de personajes a sólo cinco, la incorporación entre ellos del gran castrato Senesino, la presencia de un guía como es Zoroastro, etc. Tuvo éxito en su época, pero no en la historia posterior, donde son otras las óperas que se programan desde hace lustros. En definitiva, tiene mayor interés por lo que representó en su momento que por lo que es intrínsecamente, aunque esta opinión la podría rebatir yo mismo con argumentos opuestos.
El Real presenta una producción del Theater an der Wien firmada por Claus Guth, un regista serio, siempre con ideas y muy conocido en el teatro. Traslada la acción a las postrimerías de la guerra de Vietnam, transformando a Orlando en un veterano que vuelve de ella, lo que le resulta útil a efectos de reflejar su demencia. Un escenario giratorio, como el de otras de sus producciones, permite un cambió rápido entre seis escenas. Resulta ágil. Perfila también a los otros cuatro personajes y muy especialmente a Zoroastro, convirtiéndole en una mezcla entre un burócrata adusto y un vagabundo indigente, como comenta Joan Matabosch en sus notas en el programa de mano. Y Guth es muy detallista. Traeré aquí sólo un momento, su escena al inicio del segundo acto, cuando mea en una palmera y mea fuera, mojándose el pantalón y cuando, en medio de la peculiar aria cantada como un borracho, emite un sonoro eructo. Dejo a ustedes comentario y opinión sobre tanto verismo en una obra barroca.
Es precisamente Florian Boesch lo más interesante tanto vocal como actoralmente de la producción. Domina por completo el personaje y luce su sonoro timbre de barítono-bajo, ya sea en «Lascia Amor e siegui Marte» como en «Sorge infausta». Cumple el resto del reparto, destacando la Dorinda de Giulia Semenzato, perfecta en «Quando spieghi i tuoi tormenti» con el atractivo de los violines simulando el canto de un ruiseñor. Anna Prohaska encarna a Angelica con alguna nota al borde del grito y el contratenor Anthony Roth Costanzo salva bien «Vorrei poterti amar» del tercer acto. Christophe Dumaux es uno de los contratenores más en boga y tiene ocasiones en donde demostrar los motivos, como en las agilidades de «Fammi combattere» o en la ya citada escena de su locura «Ah, Stigie larve!», aunque en alguna ocasión se eche de menos un mayor caudal vocal y a su interpretación global le falte algo de garra.
Y es que en este Orlando hay un problema serio, que afecta a toda la representación y es la dirección musical de Ivor Bolton. El maestro, tantas veces admirado en este repertorio -muy especialmente recuerdo sus direcciones en la Bayerische Staatsoper- lo ama demasiado. Quiere acariciar la música y la cuida demasiado, con primor, y ello va en perjuicio de su lozanía, de su ágil vuelo. Basta buscar en Youtube para darse uno cuenta de que esta partitura puede sonar -y nada que objetar a la prestación de la Sinfónica de Madrid- y ser cantada con mucho más brío y viveza a fin de que no aburra hasta a las ovejas.