Crítica

Rudeza y delicadeza en la ORCAM

La Razón
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Obras de Coello, Chopin y Prokofiev. Agnes Zwierko. Rafal Blechacz. Víctor Pablo Pérez. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid y Coro de la RTVE. Auditorio Nacional. Madrid, 30–I–2018.

Programa tan atractivo como complejo esta semana en la ORCAM, con dos obras que nunca habían sido tocadas por la orquesta. Una suponía un estreno absoluto: «Los sueños de Ossian» de Emilio Coello (Tenerife, 1964). La partitura se halla inspirada en el cuadro de Dominique Ingres que subyugó al compositor en una exposición del Museo del Prado y se completa con textos escritos expresamente por María Teresa de los Frailes. La dedicó a la musicóloga Rosa Díaz Mayo. Estamos ante un canto, según las propias palabras del autor, «a la dualidad humana», que presenta dos mundos sonoros opuestos, el primero oscuro frente a la luminosidad del segundo, uno tan desgarrador como el canto de la mezzo en «Alexander Nevsky» y el otro extrovertido. Bien construida, suena agradablemente a tiempos pasados.

Rafat Blechacz (Polonia, 1985) triunfó en el Concurso Chopin de Varsovia en 2005. Su interpretación del segundo concierto para piano de este compositor destacó por su delicadeza, por su transparencia. Algo de esto último faltó en cambio en el acompañamiento orquestal, pero es que Víctor Pablo Pérez había tenido que poner la mayor parte de su concentración en Prokofiev, cuya enorme cantata «Alexander Nevsky» era tocada por la orquesta por vez primera. Obra compleja, con una gran plantilla orquestal y coral, que precisó la incorporación del Coro de la RTVE al de la ORCAM y exige un gran control, que supo ejercer el maestro sin perjudicar ni las efusividades de la cantata, que explotan en «La batalla sobre el hielo» ni la forma trágica y lamentosa de recogerse en «El campo de los muertos», en donde Agnes Zwierko tuvo una sentida interpretación con timbre de auténtica contralto. Abordar este Prokofiev suponía un reto importante para los conjuntos de la ORCAM, que fue superado con notable. Una observación final, ¿se justifica que una entrada para el reciente recital de piano de Uchida costase cuatro veces más que este concierto con Blechacz al teclado y todo un «Alexander Nevsky»? Es obvio que los aficionados tienen oportunidad de elegir entre combinaciones calidad/precio.