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En solfa: Horas bajas

Vamos llegando al fin del 2023 con muchas bajas. No me ocuparé hoy de las personales, puesto que habrá tiempo en el resumen del año, sino de una web musical que muchos vamos a echar de menos
Imagen del "Macbeth" de Verdi en el Liceu
Imagen del "Macbeth" de Verdi en el LiceuQuique GarcíaEFE

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En estos tiempos convulsos entre los mismos catalanes y entre Cataluña y España hay que dejar constancia de que los enfrentamientos podrían evitarse con educación, cultura y ganas de evitarlos. La convivencia y la admiración por Cataluña y los catalanes es perfectamente posible. Un ejemplo lo tenemos en la relación entre dos críticos: Joaquim Hernández Puig y yo mismo.
El 20 de marzo de 2019 Joaquim escribió un apunte en su blog llamado “Final”, donde anunciaba el cierre de éste, básicamente en aquella ocasión, por agotamiento. Aquel apunte tuvo un añadido dos días más tarde, que se llamaba “El último comentario” y supuso el final de una etapa larga y esplendorosa de actividad. Yo escribí en estas páginas sobre aquella decisión y él lo hizo en su blog destacando, con cierta sorpresa, que el homenaje viniese precisamente de un medio como LA RAZÓN. Tenemos que derribar murallas. Un año dieciocho meses más tarde, con ocasión de un memorable recital de Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala en el Liceu, inició una segunda etapa que finalizó el pasado octubre con un editorial titulado “A la hora baja”.
Explicaba sus razones para una nueva despedida que, esperemos, sea como la de algunos toreros o tenistas. Las entendí perfectamente porque con frecuencia no es que las comparta, sino que también las siento. Escribía “Desde hace cuarenta y ocho años puedo decir que la ópera y la música, pero la ópera principalmente ha sido fundamental en mi vida. Es difícil entenderla sin Wagner, Verdi, Rossini y Strauss, Mozart, Mussorgsky, Berlioz o Tchaikovsky. Éstos y otros, claro, siempre estarán y los necesitaré, pero no lo tengo nada claro lo necesarios que serán en un futuro próximo y sobre todo cómo me acompañarán” y añadía “No es que no me interese la ópera, es que el mundo de la ópera de hoy, me ha dejado de interesar. Los tiempos cambian, seguramente por suerte, evolucionan y se adaptan, nada que decir, si no fuera que lo que me ofrecen ahora, me deja de interesar a pasos gigantescos, año tras año, espectáculo tras espectáculo”.
Y razonaba que los cantantes de hoy, aunque los hay buenos, duran lo que un caramelo a la puerta de un colegio a causa de la mala elección de repertorios y las redes comerciales que los absorben. ¡Y qué decir de las producciones! Hartos de que el director de escena sea el “factotum della città” y que los teatros de ópera centren el gasto artístico en producciones costosísimas que aparte de provocar abucheadas entre el público que tiene la verdad absoluta han supuesto un cambio de paradigma injusto, dejando al cantante como comparsa y los autores de partitura y libreto como estorbos que encorsetan su supuesta creatividad. Y aún habría más factores de los que hablar.
Terminaba, como no podía ser de otra forma, preguntándose: ¿Y con todos estos condicionantes en contra debo ponerme a hablar después de cada representación, de lo que me ha parecido? ¿De verdad? Si estuviera bajo un sueldo y un contrato, no tendría más remedio, pero no siente así, ¿por qué debo hacerlo yo?
Pues, querido Joaquim, descansa un tiempo y vuelve a dejarte crecer la coleta. Un abrazo.