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Natalia Sanchidrián: «No hace falta tener alas para volar de la nada al todo»

En «Volando Alto» recopila las técnicas de superación y enseña a gestionar el estrés o enfrentarse al miedo. Sueña con conocer a Oprah Winfrey y dice que la energía se contagia

Natalia Sanchidrián / Luis Díaz
Natalia Sanchidrián / Luis Díazlarazon

En «Volando Alto» recopila las técnicas de superación y enseña a gestionar el estrés o enfrentarse al miedo. Sueña con conocer a Oprah Winfrey y dice que la energía se contagia.

Soñaba de niña con que E.T. la rescatara de su mundo de tinieblas –sufrió abusos, lo que la condicionó los siguientes 15 años–. Nació guerrera, ha librado batallas ya superadas y ahora evoca la alegría rebelde de Pippi Langstrump. Dice que la vida le está retando continuamente a superarse. «Cada día descubro a alguien más valiente» y «gracias a Dios empiezo a ser feliz». Formadora Experta en Liberación Emocional, en «Volando Alto» (Planeta) anima a descubrir el potencial de cada uno, gestionar el estrés, el miedo o la inseguridad.

–«Volando Alto». ¿Hay que tener capa o alas?

–Diría que nacemos con alas y a veces por circunstancias se debilitan. Por lo que la capa es la alternativa a esas alas que por naturaleza nos corresponden. Aunque no hace falta tenerlas para volar, tan solo ese «click» que te lleva a cambiar de la nada al todo.

–Cantaba Julio Iglesias: «La gente tira a matar cuando volamos muy bajo» ¿Lo ha comprobado?

–Dicen que los verdaderos amigos están en los buenos y malos momentos. Pero cuando atravesamos los malos es mejor rodearte de personas que te puedan aportar más, con amigas que te respondan a las llamadas, con gente que aporte esa energía... La energía se contagia.

–En su libro confiesa su vida. ¿Escribir fue una terapia?

–Totalmente. Enfrentarme a mis miedos ha sido lo más grande que me ha pasado en la vida. Desde los ocho años escribía todo en mis diarios. Desarrollé anorexia y bulimia y cuando me dieron el alta me fui de España. Los libros llevan escritos más de once años. Me daba miedo desvelar al mundo lo que me había pasado, pero pensé: ¡qué narices! ¿Voy a hablar a la gente de miedos y voy a seguir escondiéndome?

–¿Y a qué le teme ahora?

–Al sufrimiento de mis seres queridos. Miedo a olvidar que estamos de paso.

–¿Cuándo se curó de la bulimia?

–La bulimia era una tapadera para mí. Me curé cuando me enfrenté a mis miedos sobre los abusos que padecí. Cuando supe que lo que hacía era tapar mis miedos; ese día dejé de vomitar.

–¿Se puede resurgir sin ayuda?

–Yo me aislé, tuve pensamientos suicidas... La ayuda y el apoyo para mí fue fundamental. En «Volando alto» invito a pedir siempre ayuda a un profesional. –Dice que hay libros que caen en las manos de la gente con un fin. ¿Qué misión tiene el suyo?

–La ayuda aparece cuando nos abrimos a ella. Mi madre me regaló un libro y hace ocho años le dije que tenía que leerlo porque me había ayudado a cambiar mi pensamiento y me dijo: «Ese libro te lo regalé yo hace 15 años». El libro cuando cae en tus manos depende de la percepción que tenga cada uno y de su situación particular.

–¿Tenemos más miedo al éxito que al fracaso?

–Sí. Tenemos miedo a brillar porque al hacerlo supone que otras personas puedan tener envidia, expectativas sobre ti que al final no puedes mantener. Si destacamos en algo ¿te seguirán queriendo igual? Surgen esas preguntas.

–A veces, la verdad acaba con los sueños. ¿Hay que saber siempre la verdad?

–Uno de mis sueños es conocer a Oprah Winfrey. Ella habla de ser uno mismo y sin embargo un profesor de Harvard decía que a no ser que seas Oprah no se te ocurra ser uno mismo porque es el peor consejo del mundo. Más que la verdad es la percepción que nosotros hagamos. El conocer los pensamientos de los demás podría asustarnos.

–Habla también del estrés ¿cómo lo gestionamos?

–El estrés es una parte fundamental del libro. Primero porque juega un papel importante en la biología del ser humano. Puede ser un estrés que nos ayude a llevar según qué cosas. Y un estrés prolongado como el que se dio en mí, genera compuestos químicos en nuestro organismo. Pero se puede ayudar a gestionarlo.

–¿Existe crisis de autoestima?

–Sí, por las expectativas. Esperamos mucho los unos de los otros. Competimos en vez de compartir. La autoestima no depende de nuestra capacidad, que puede ser infinita, no depende de nuestros logros ni habilitades; sino de nuestro nivel de exigencia. Si tienes un nivel de autoexigencia muy grande empiezan las frustraciones y a dañarse la autoestima. Tenemos necesidad de cumplir con las expectativas que pensamos que los demás tienen sobre nosotros.