Exposición

Norman Foster: De la Tierra a la Luna

La Fundación Telefónica expone 30 maquetas, 160 dibujos y audiovisuales sobre la faceta más social del arquitecto; así incluye la nueva sede de Appel o la ampliación del Museo del Prado

Los habitáculos diseñados para la Luna, de 2009
Los habitáculos diseñados para la Luna, de 2009larazon

La Fundación Telefónica expone 30 maquetas, 160 dibujos y audiovisuales sobre la faceta más social del arquitecto; así incluye la nueva sede de Appel o la ampliación del Museo del Prado.

Una nube de fotógrafos o un batallón, que lo mismo da, disparan de manera inmisericorde a Norman Foster. Es su objetivo. Él sonríe. En su mano, un único anillo y un reloj negro. Menos es más para este Premio Príncipe de Asturias de las Artes (fue en 2009) Pritzker en 1999, arquitecto con obras en casi todo el mundo. Posee una mirada penetrante. Mientras habla gesticula con ambas manos. Hace cuatro meses inauguró su Fundación en Madrid, una ciudad por la que siente especial cariño, y celebró una jornada en el Teatro Real sobre el porvenir de los centros urbanos. Su mesa de trabajo está llena de proyectos. Siempre mira hacia el futuro. Ayer lo dijo, que desde el pasado vamos al mañana y que el futuro tiene que ser de las ciudades. En la exposición que la Fundación Telefónica, en colaboración con la Norman Foster Foundation le brinda queda subrayado.

Él es ejemplo de que se puede materializar lo que antaño eran sueños remotos: «Lo que hoy soñamos mañana será realidad», dice en un vídeo que se proyecta antes de ver la exposición. La nueva sede de Appel en Cupertino, la ampliación del Museo del Prado en Madrid o un proyecto de casas en la Luna, sí, allí arriba, buscan conciliar tradición y modernidad. La sede de la exhibición es la idónea, pues el edificio de Telefónica es un imponente rascacielos de 1929 que alberga un interior futurista.

Madrid es una ciudad importante tanto en su carrera –ayer lo subrayó– como en su vida personal. Tiene en sus manos y su cabeza el futuro del Salón de Reinos en lo que se ha denominado «la segunda ampliación» del Prado. En junio le preguntamos si le había provocado desasosiego o noches en blanco: «Me siento muy orgulloso de hacer este proyecto. Es importante saber que el equipo con el que trabajo es muy joven, y es español, con sede aquí. Aunque nos han ayudado desde la central de Londres, proceden de este estudio de Madrid. Son fantásticos y por eso es tan importante. Qué más le puedo decir». ¿No le quita el sueño? «Duermo estupendamente, lo que no significa que no me preocupe, porque la verdad es que le doy muchas vueltas. Durante la preparación del concurso sí me dejó noches en vela. Aunque nos queda bastante trabajo aún por delante, las líneas generales ya están establecidas».

Eliminar barreras

Las maquetas y dibujos del complejo son muy bellos. «Trato de acercar la ciudad al museo al disolver barreras entre el espacio público del exterior y el del interior a través de columnatas y arcadas», explica. El dibujo es un elemento matriz en su trabajo. En su Fundación se guardan a cientos, como uno fechado en 1948 que conserva las huellas del tiempo: «No podría vivir sin un cuaderno y un lapicero, sería imposible. Siempre estoy dibujando y escribiendo. No se puede olvidar que la creación de un edificio requiere de muchos tipos de profesiones diferentes; necesitas ordenadores, también simuladores y los dibujos son fundamentales. Cuando analizas un proyecto en su conjunto te das cuenta de que hay otras herramientas que nos llevan al mismo punto».

En la muestra, que hoy se abre al público, pone de manifiesto el lado más sostenible de sus obras en las que la ciudad es un elemento más de su construcción. Unas metrópolis capaces de aislar al individuo en su isla mientras le permite estar conectado con el planeta entero. «Todos somos una pequeña isla. En un sitio como Madrid se nota más que en otras la riqueza de la vida urbana, la energía, la sensación de convivencia. Hay restaurantes, terrazas, bullicio. La gente viene buscando esa conexión social, esas oportunidades, porque en el fondo es una manera de vivir que te enriquece más que desarrollarte dentro de una comunidad rural y eso explicaría por qué el futuro está aquí. Habrá cada vez más gente viviendo en las ciudades que en cualquier otro momento de la historia y es un proceso que se acelerará cada vez más», explica.

Hasta Madrid han viajado sus habitáculos diseñados en 2009 con base en la Luna. El futuro es hoy, dice. En junio le preguntamos si estaba entre sus planes diseñar un tren o una nave espacial, puesto que el Falcon 7X para la compañía NetJets lleva su firma: «La verdad es que me encantaría. Siempre he estado abierto a nuevas oportunidades y proyectos. La respuesta es afirmativa, pero por el momento, no. Aún me queda tiempo». Y, ¿cómo una ciudad moderna puede hacer frente a la barbarie del terrorismo? «Es una cuestión que toca a la arquitectura, a la infraestructura, pero quizá es también un asunto más político que atañe al lado más oscuro de la naturaleza humana. Cuando tenía diez años vi en un cine cómo eran los campos de concentración. Y ahora sufrimos ataques con coches y bombas. Si, por ejemplo, generamos más calles para los peatones las ciudades se volverán espacios más humanos. En poco tiempo veremos cómo el automóvil se va a reinventar. Hoy lo conducimos, pero mañana lo hará solo».