Fotografía

PhotoEspaña, pasen y vean

El aniversario del circo moderno llega al festival mediante una exposición en la que la diversión es el centro de una realidad que lleva más de 250 años conectando a artistas con el público.

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El aniversario del circo moderno llega al festival mediante una exposición en la que la diversión es el centro de una realidad que lleva más de 250 años conectando a artistas con el público.

Una explosión de fotografías en la que público y artistas son uno. Bajo una gran carpa, animales, trapecistas, payasos, niños y fantasía se unifican a través de una cámara de fotos. Mientras tanto, la retrospectiva de un autor que compara la probabilidad de que caiga un meteorito y la de que haya un Papa negro nos invita a un viaje personal en el que vida y obra se entrelazan. Las paredes del Fernán Gómez Centro Cultural de La Villa se transforman con estas exposiciones, que forman parte de PhotoEspaña, en un océano donde cada colección es un mundo representado desde la parte del humor que cada cámara fotográfica puede llegar a alcanzar. Para crear «El mayor espectáculo del mundo», Kalev Erikson, comisario de la muestra, lleva trabajando durante una década con un archivo inabarcable donde el circo es el punto de mira, donde la dualidad entre espectáculo y persuasión han dado resultado a una exposición que rompe con la tradicional linealidad y se proyecta en las paredes como si cientos de papeles se hubiesen caído a la vez de una carpeta. «El mayor espectáculo del mundo» ofrece un recorrido por la historia del circo moderno, que nació hace 250 años y que se ha vivido y retratado como un centro lúdico de entusiasmo, vértigo, fuego y cuerpos voladores. La galería contiene más de 300 imágenes, toda una «fiesta visual» en la que Erikson asegura que «cualquier persona que entre va a tener una experiencia distinta».

A principios de 1768, Philip Astley, un antiguo Sargento Mayor de la caballería inglesa, se subía a lomos de un caballo para galopar en un círculo estrecho, donde la fuerza centrífuga le llevaría a realizar hazañas aparentemente imposibles. Decidió llevarlo a un escenario y gracias a una exitosa respuesta por parte del público contrató a más jinetes, a un payaso y a un músico que actuarían bajo el «Anfiteatro de Astley». Desde entonces, el circo ha ido desarrollándose conforme lo ha hecho la sociedad en cada parte del mundo. Lo que veíamos con el elefante volador de Disney solo es una pequeña parte de lo que esta exposición fotográfica nos muestra. Entre todas las imágenes hay un denominador común: la agonía, el éxtasis, la diversión, las sonrisas, las alturas y los animales giran en torno a círculos que cobran vida con una composición basada en la obsesión personal de su comisario de establecer una conexión entre el artista y el público. Según Erikson, «un circo no funciona sin estas dos piezas, si te falta una, la otra no tiene sentido».

Esta es una de las cinco muestras que Cristina de Middel, Premio Nacional de Fotografía, ha comisariado en la edición número XX del festival. Otro de los elegidos por Middel es el camerunés Samuel Fosso, ganador del premio PhotoEspaña 2018, que con «Una odisea africana», una serie de autorretratos, invita al espectador a viajar. El hecho de ser él mismo quien pose ante su cámara tiene una explicación que argumenta inspirándose en la Odisea de Homero. Su vida no fue fácil, nació en Nigeria entre algodones y huyó de su país por la guerra civil, pasando de vivir con su familia a ser un refugiado, más tarde un emigrante y ahora un artista que refleja con sus imágenes todo lo que ha visto y aprendido. Cuando se separó de su familia, comenzó a utilizar el final de las películas fotográficas para realizar autorretratos y enviárselos a sus padres y abuela, que se habían quedado en Nigeria. Así, Fosso comenzó a descubrir lo que podía expresar con su propio cuerpo, mediante disfraces, maquillaje, paisajes, ángulos, perfiles y caracterizaciones que, a través de sus peculiares gestos y facciones, transmiten diversas emociones.

La exposición, comisariada por Azu Nwagbog, ofrece emociones mediante el humor y la ironía con el objetivo de mostrar la visión que Occidente tiene de África. La pluralidad cultural que existe en este continente ha dado a Fosso una gran variedad de temas con los que jugar, contrastando la espiritualidad de sus tribus con la figura de un emperador africano y, por si fuera poco, una pregunta: ¿Qué probabilidad estadística hay de que exista un Papa negro? Todo esto lo ha albergado el artista en su estudio en Bangui durante cuarenta años y a través de una creatividad que ha conformado el reflejo entre su vida y su obra. No es un activista, según Nwagbog, el fotógrafo solo «nos hace replantearnos las cosas, verlas de manera diferente», con el objetivo de mostrar cómo sería la realidad si tomara otro cauce. Fosso ofrece autorretratos como una muestra del cambio del tiempo, de la percepción de la realidad y de las grandes cuestiones humanas.

«El siglo soviético»

También dentro de este inmenso festival, el Círculo de Bellas Artes inaugura mañana «El siglo soviético», que reúne más de doscientas fotografías del Archivo Lafuente a través de las cuales se intenta contar la historia de Rusia, de 1917 a 1972. El empresario y coleccionista José María Lafuente, fundador del archivo, comenta a LA RAZÓN que las imágenes fueron seleccionadas de entre las 825 fotografías y alrededor de 1.200 revistas y libros que conforman la colección «Vanguardia rusa y realismo soviético», que pertenece a su fondo. El comisario, Alberto Ruiz de Samaniego, organizó la exposición en torno a ocho temas, desde «la construcción del hombre nuevo», hasta la Segunda Guerra Mundial y el día a día en Moscú. «Se trata de cuestiones centrales para entender la construcción del régimen soviético y su evolución histórica», asegura Lafuente, y confiesa que «el núcleo central son las imágenes que van desde el año de la revolución hasta 1947».

E

ntre los treinta fotógrafos que forman parte de la muestra se encuentran Aleksandr Rodchenko, conocido como el fundador del constructivismo ruso, y Yevgeny Khaldei, famoso por sus imágenes de la Guerra, entre ellas, la histórica y polémica «Alzando una bandera sobre el Reichstag». Khaldei, fotógrafo y soldado del Ejército Rojo, la tomó el 2 de mayo de 1945, dos días después de que Hitler se suicidara y mientras la ciudad todavía ardía. La bandera soviética que aparece en la imagen la traía el propio Khaldei consigo –la había cosido su tío utilizando tres manteles rojos– y fue él quien pidió a unos soldados que la izaran para capturar el momento. «En la muestra hay fotógrafos como Rodchenko o Boris Ignatovich que son artífices de una nueva visión, pero en este caso no nos hemos fijado solo en la fotografía artística, sino que se trata de la fotografía documental y de resaltar el trabajo de los fotoreporteros, porque lo que se intenta es ilustrar ese periodo de la historia soviética», afima Lafuente. La exposición estará abierta al público desde mañana, hasta el 16 de septiembre.