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Cine

"Scream VI": pesadillas en la ciudad que nunca duerme

Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett se llevan la mítica saga a Nueva York, con la estrella «teen» Jenna Ortega y Melissa Barrera como protagonistas

El ecláctico Ghostface se lanza a las calles de Nueva York en la sexta entrega de la saga «Scream»
"Scream VI": pesadillas en la ciudad que nunca duerme - El ecláctico Ghostface se lanza a las calles de Nueva York en la sexta entrega de la saga «Scream»PARAMOUNTPARAMOUNT

Hace poco más de un año, los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett aprovechaban el 25º. Aniversario de la franquicia para resucitar «Scream». El nuevo proyecto, que Paramount les había encargado tras brillar en la atrevida«Noche de bodas» (2019), se recibió como un auténtico cisma, no solo entre los fans del cuchillazo intempestivo, sino también entre los seguidores más fieles de la saga iniciada por el maestro Wes Craven en 1996. Aquella película, tan autoconsciente como autoparódica, llevaba hasta los límites los sellos propios de la franquicia, desde la pasión y reverencia a otras películas del género de terror, hasta la originalidad en las muertes, no tan sádicas como elaboradas. Por supuesto, el secreto del asesino ejercía como motor argumental, pero lo terrenal del invento, donde casi se llegaba a romper la cuarta pared, no terminó de dejar contento a todo el mundo. Solo en términos críticos, eso sí, ya que la película recaudó 150 millones de dólares y mantuvo con vida a Ghostface.

Puñalada a puñalada

Sin apenas tiempo de reposo, el dúo de directores californianos traslada su nueva pesadilla a la ciudad que nunca duerme. Allí, el dúo de supervivientes, las convenientemente apellidadas hermanas Carpenter a las que dan vida Melissa Barrera («En un barrio de Nueva York») y Jenna Ortega («Miércoles»), intentan dejar atrás la tragedia de Woodsboro junto a los otros dos hermanos que consiguieron salir ilesos de la anterior entrega, personajes interpretados por Jasmin Savoy Brown como la experta en «slashers» y Mason Gooding como el chico perfecto.

Melissa Barrera (izda.) y Jenna Ortega en "Scream VI"
Melissa Barrera (izda.) y Jenna Ortega en "Scream VI"PARAMOUNTPARAMOUNT

Conscientemente entregada a lo aberrante desde el primer minuto de metraje, donde «Scream VI» se atreve a debatir el cine de género como vanguardia y termómetro en realidad de la cultura popular imperante en cada momento, la película es una sucesión de cuestionamientos de las convenciones propias del terror «teen». Puñalada a puñalada, la nueva entrega de la saga sí es capaz de crear su propia identidad, olvidándose de reverenciar al espíritu de la franquicia y haciendo explícito el funeral por un conjunto de clichés que jamás volverán. Levantada como un mausoleo fílmico, «Scream VI» no solo funciona como «slasher» rítmico, salpicando de sangre la pantalla siempre que puede, sino que se disfraza de cine de acción y hasta se pone a veces la careta de estudio crítico: de la «cultura de la cancelación» a la proliferación de armas, pasando por la denuncia del acoso sexual, hay aquí balazos y cuchillazos para todos.

«Casi toda la gente que nos quiere y nos respeta nos decía que no volviéramos, que ya habíamos hecho nuestro trabajo. Pero sentíamos que teníamos que ser nosotros quienes siguiéramos contando nuestra historia. Y lo que hicimos fue, ahora sí, hacer la película que hubiéramos hecho sin ningún compromiso previo, sin ninguna franquicia que resucitar. Realmente, nuestra película», explicaba sincero esta semana Bettinelli-Olpin al medio especializado «Daily Dead», confirmando exactamente lo que parece «Scream VI», una película de terror clásica, sí, llena de clichés, también, pero arrebatadoramente fresca en el panorama del «slasher» de estudio.

Por esa misma razón, la película trasciende la propia careta de fantasma y la toga negra y busca sus referencias más allá del universo «craveniano». Ahí está la situación obvia en Nueva York, al más puro estilo de la octava entrega de «Viernes 13»; las referencias explícitas al cine de Darío Argento —sombra de ojos lagrimosa incluida—; o incluso el estudio del fenómeno fan, que había alcanzado su punto álgido en la siempre recuperable «Scream 2» y que aquí, en lugar de apelar a la herencia clásica de la tragedia, se mira en el cine como último sepelio de la imagen. Y es tan extremo el símil que, literalmente, los directores se llevan la última escena a una sala de cine polvorienta y abandonada.

Sin apenas enemigos en el horizonte taquillero en la semana de los Oscar, e incluso sin su «final girl» por antonomasia (la actriz Neve Campbell se negó a regresar tras considerar «ridícula» la oferta del estudio de las montañitas), «Scream VI» tiene ante sí la oportunidad perfecta para brillar como reinvención completa de la franquicia, pero también para subirse a la ola devota de Jenna Ortega, con la que han acertado de pleno como nueva cara del terror franquiciado y que tiene un futuro más que prometedor por delante.