"Staf", cuando la cultura urbana se hacía en la calle
La revista celebra un cuarto de siglo con una caja de cuatro libros en los que se recogen las mejores entrevistas de su historia
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Empezaron como un fanzine de tijera, pegamento y fotocopias. Desde entonces, "Staf Magazine" ha tenido varias vidas y ha llegado incluso a ser (efímeramente) rentable, pero eso es lo de menos de esta historia. La gran heroicidad es haber cumplido 25 años publicando la cultura underground y nunca negociar sus intenciones a pesar de las circunstancias. “Lo nuestro es una cosa humilde”, dice Juan José Moya, editor de la publicación desde sus inicios, cuando se le menciona sus logros. “En el comienzo fue solo música. El hardcore, el metal, el punk rock... siempre con la filosofía de llevar contenidos que no podías ver en revistas españolas a pesar de que se trataba de grupos que estaban disponibles para ser entrevistados pero nadie escribía en español sobre ellos. Así que pensamos hacerlo nosotros y así seguimos hasta ahora”, añade Moya, que acaba de culminar su opus magnus, una caja de cuatro libros que recogen lo mejor de muchos años de dedicación a la cultura urbana: “Ahora el ritmo está bien. 25 años de entrevistas en Staf”, una edición especial realizada desde el amor por una forma de entender la cultura y su tiempo.
En los albores dela revista, en la lejanísima y ya casi inconcebible era pre-internet, las entrevistas se enviaban en sobres con sello de correos. La carta hacía su largo viaje a Londres, Nueva York, o, peor aún, Los Ángeles, y, semanas después, regresaba con las respuestas. “Las fotos te las mandaban impresas en papel. Las metían en un sobrecito, y tú elegías la que quisieras”, recuerda Moya, quien, con ese sistema arcaico, y con todos los mucho más modernos que llegaron después, publicó en su revista entrevistas con Ian McKaye, Josh Homme, Adam Yauch, Run DMC o Kamasi Washington, entre muchos otros que aparecen ahora recopilados. Y con la dificultad añadida de hacerlo desde la periferia de un país ya de por sí periférico. Porque "Staf" siempre se editó desde Málaga: “Es una revista un poco rara porque no sigue los cánones ni siquiera de la industria independiente. Estamos al margen de todo y a lo mejor por eso nos hemos librado de que nos absorbieran y ya nos habrían convertido como una revista como tantas otras. No lo sabremos nunca”, explica Moya, que bromea con que todo el mundo piensa que se editan en Barcelona: “Me dicen: ''¿quedamos para hacer un café?''. Y yo siempre tengo que aclarar que no estoy cerca de Via Laietana...”.
Aunque hable en un plural mayestático, “Staf” es un proyecto unipersonal. “Yo he hecho de todo en la revista menos escribir. He corregido, editado y todo lo administrativo. Algunos años que ha habido mejores épocas podíamos contratar a alguien, pero en realidad yo era el editor y el coordinador. Para escribir, tengo colaboradores en muchas partes del mundo que han hecho posible esto después de muchos años. Nos hemos juntado gente con la misma pasión”, explica. Pasiones como el surf y el skate, “que algunos pueden entender como deportes o entretenimientos pero para nosotros son parte de una cultura, de una forma de vida que está relacionada con la moda, claro, pero también con la música. Y por supuesto con el arte”. Este movimiento, de fuerte arraigo en estados Unidos en los 90, no tuvo ese espíritu global en España. “Sabíamos que nos tomarían un poco por bichos raros, pero es que venimos de ese tiempo. Una generación que, si querías conocer a gente como tú que patinaba o surfeaba o tocaba en grupos, tenías que ir a la calle. O a un bar. Hoy en día la gente se conoce por internet o las redes. Y en España la cultura urbana se la relacionaba solo con el hip hop, pero hay muchas otras. Y eso es algo que hemos tratado de reivindicar: que hay un flamenco, jazz, metal o rock que también viene de la calle. Y a veces parecía que no nos entendían mucho”, explica Moya. Sin embargo, no se siente incomprendido por ello. “Para nada lo veo como algo negativo. Me siento afortunado de poder hacer lo que me ha gustado, sacar la pasión para adelante y que no me haya costado tanto dinero. Nos lean cien o dos mil, está bien. Con que me dejan hacerlo... me doy por satisfecho”.
Y es que, aunque la revista tuvo alguna época de bonanza, (“fuimos revista gratuita cuando había publicidad de marcas y la bonanza económica”), las crisis sucesivas arrasaron con todo. “Siempre he dicho que haría la revista tenga o no ingresos. Hace cuatro o cinco años que no tenemos. Da para pagar la imprenta de un solo número especial al año, aunque en realidad tampoco llega para eso. Estoy como al principio. Es libertad total como entonces. La monto yo como un fanzine y estoy muy contento. Por eso el título de los libros es “Ahora el ritmo está bien”. Porque, después de 25 años, la cosa está tranquila y no tenemos el estrés y la locura que parece que se impone”. “No gano un duro, pero estoy feliz”, reconoce Moya.
“Staf” sigue siendo contracultural, porque se resiste a entrar en la vorágine de los contenidos efímeros, del consumo voraz de la era digital. “Empezamos en la web, pero el cansancio llegó enseguida. Contenido diario, redes sociales... una locura. A mí lo que me gustaba era el papel y hacerlo manualmente. Y esa presión de ir con la rueda de este progreso no me resultaba agradable. Siempre lo he visto poco saludable. Incluso imposible. No tengo esa capacidad ni ganas de lucharla”, explica. En el fondo, en “Staf” son lo contrario: “Nosotros hacíamos entrevistas de diez páginas y 50 preguntas. No una charla promocional por un lanzamiento...”. De las 160 que componen el libro, hay que elegir una. “Bueno, pues igual me pego un tiro en el pie, pero, sin duda, elegiría la de Chiquito de la Calzada. He estado con gente muy importante para mí, que me ha marcado mucho, pero estar tres horas con Chiquito tomando café yo haciendo fotos y mi amigo Francis Medina haciendo preguntas, sentados tres horas... fue como estar delante de un espejismo”. No es raro: de entre tantas figuras, una de las grandes.