Estreno absoluto

«El abrecartas»: El «testamento vital» de Luis de Pablo

El Teatro Real presenta el estreno mundial de la obra póstuma del músico español fallecido el pasado octubre, con libreto de Vicente Molina Foix, dirección artística de Xavier Albertí y dirección musical de Fabián Panisello

El tenor José Manuel Monteiro (Rafael, en la función)
El tenor José Manuel Monteiro (Rafael, en la función)Javier del Real

La historia de Luis de Pablo (1930-2021) y Vicente Molina Foix se compone de cuarenta años de amistad, de largas e intensas charlas sobre literatura, música y arte, que dieron sus frutos en una apasionante colaboración literario-musical en cinco obras vocales, incluyendo tres óperas. «Luis era un hombre de conversación jugosa, de palabra fluida y rica y de una cultura inmensa», recuerda Molina Foix, que lamenta que, desde el pasado 10 de octubre, día en que murió el maestro, esas conversaciones entre ellos tristemente desaparecieron. Los dos primeros libretos para ópera que escribí para él, «El viajero indiscreto» (1990) y «La madre invita a comer» (1992), fueron expresamente creados para ellas. «El abrecartas», nuestra tercera colaboración operística, nació por iniciativa suya, quien en una llamada a finales de 2010 me expresó su deseo de convertir mi novela homónima, que había sido Premio Nacional de Literatura en 2007, en una nueva y «última ópera», explica el escritor. Luis de Pablo terminaba la partitura completa el 24 de marzo de 2015, una ópera de un acto en seis escenas y un prólogo, que tendrá su estreno mundial en el Teatro Real de Madrid el próximo día 16, ensombrecido por la pérdida del maestro que al final no pudo llegar. Una nueva producción del Real ofrecerá seis funciones hasta el 26 de febrero.

«El abrecartas» es una novela-río que refleja los últimos cien años de la vida española. Entrelaza la historia de España desde comienzos del siglo XX –República, Guerra Civil, represión franquista, los años 60 y la normalidad democrática– con las historias privadas de un grupo de víctimas, supervivientes, vividores sin escrúpulos y «malditos», junto a personalidades tan relevantes como Federico García Lorca, Aleixandre, Alberti, Miguel Hernández o Eugenio D’Ors, entre otros personajes anónimos que forman una sinfonía coral que funde lo íntimo con lo público y lo personal con lo histórico. Un libro sin diálogos pero a muchas voces, que se inicia con las cartas que un amigo de infancia escribe a Federico en los años 1920, sin embargo, Molina Foix no la considera una novela epistolar, sino una «novela en cartas». Cada epístola es un capítulo independiente que termina en un único argumento desarrollado través de la correspondencia de unos protagonistas que en lugar de hablar, se escriben. En palabras de su autor, «una anti-epopeya coral amarga... llena de meandros y surcada por figuras reales y ficticias, que se intercambian versos y amenazas, que se escriben cartas de amor y mensajes secretos que no llegarán a su destino. El abrecartas” habla de pasiones, de exilios, de fracasos, de perdedores, de sentimientos y pulsiones sexuales, de amor homosexual... La historia de un siglo que empieza en 1904 con la foto de García Lorca junto a otros niños en el colegio de Fuente Vaqueros, que fue lo que me inspiró», explica.

El tenor Mikeldi Atxalandabaso (Alfonso) y el barítono Vicenç Esteve (Ramiro)
El tenor Mikeldi Atxalandabaso (Alfonso) y el barítono Vicenç Esteve (Ramiro)Javier del Real

«Luis de Pablo se había comprado la novela en San Sebastián, en la famosa librería Lagun, nada más salir publicada. A las tres semanas recibí una carta suya donde me decía: “Has escrito la novela de dos generaciones, la mía y la tuya. Hay en ella gestos, decires, situaciones, amores, odios, personas vivas y muertas que han sido los míos”. Fue a finales de 2010 cuando recibí una maravillosa llamada suya proponiéndome hacer una ópera con ella. Mi sensación fue doble, por un lado, qué orgullo, pero al mismo tiempo me eché a templar, ¡menudo encargo!», confiesa Molina Foix, que recuerda nítidamente aquellas palabras de De Pablo: «Es una novela en la que me veo reflejado, mi vida está ahí y la España que describes es la que yo conocí y quiero ponerle música, quiero que esta obra sea mi testamento vital», dijo exactamente. Una frase que me impactó», aclara el escritor. «Él pensó ceñirse solo a la primera parte, concretamente a las 220 páginas del principio, que corresponden a la primera mitad del siglo. Yo le dije; “Mira Luis, en la novela mando yo, pero en la ópera mandas tú, yo hago lo que tú me digas”».

«A De Pablo le hubiera gustado estrenarla en vida, como es normal, pero las circunstancias lo impidieron. Cuando Mortier, declarado admirador suyo, estaba al frente del Real quiso encargársela, pero no lo hizo, ese es el problema –explica Molina Foix–. En la Fundación March, donde asistíamos a una charla, dijo: “Aquí está mi gran maestro con el que vamos a hacer una ópera en el Real”, pero por distintos motivos, incluida su muerte, no hubo nada. Empezamos a trabajar en ella en 2011 tras su llamada telefónica». Como autor contemporáneo, Luis de Pablo goza de gran reconocimiento en el terreno de las vanguardias, «sobre todo, fuera de España, era tratado como maestro por donde iba, Francia, Inglaterra, Italia...pero aquí no tanto –explica el autor–, quizá por nuestro carácter castigador o porque su música es distinta a la que más se conoce». Pero Molina Foix recuerda que, entre otros méritos, «él hizo renacer la ópera en castellano, que estaba olvidada. Uno de sus mayores empeños fue desactivar esa especie de autocastigo que sostiene que nuestro idioma no está hecho para el lenguaje elevado de la música seria, como el alemán o el italiano, como mucho para la zarzuela. Defendía que el español también está hecho para la ópera, y lo ha demostrado».

REPARTO LOCAL

Un reparto de cantantes españoles dará vida a los personajes de la ópera (imagen del cartel): los tenores Airam Hernández (Federico García Lorca), José Manuel Montero (Rafael), Mikeldi Atxalandabaso (Alfonso) y Jorge Rodríguez-Norton (Andrés Acero); los barítonos Borja Quiza (Vicente Aleixandre), José Antonio López (Miguel Hernández) y Vicenç Esteve (Ramiro); la soprano Ana Ibarra (Salvador / Setefilla); la mezzosoprano Laura Vila (Sombra), el contratenor Gabriel Díaz (Comisario) y el bajo David Sánchez (Eugenio D’Ors).

La dirección musical está a cargo de Fabián Panisello, gran conocedor de su obra, que debutará en el Real al frente de once solistas, el Coro y la Orquesta titulares del teatro. Para Panisello, «esta es una obra donde De Pablo muestra una gran libertad en el manejo de las técnicas y utiliza una paleta de estilos con mucha ductilidad, por ejemplo, para ilustrar la vida de jóvenes de la Generación del 27, cita música que ellos escuchaban, como un pasodoble, una nana, acude con libertad a estos elemento en línea con la tradición musical española, igual que escribe un motete del XVI o un cuplé, pero eso no significa que la música sea popular, sino que la incluye. Podíamos hablar de una suerte de mirada post-vanguardista y al tiempo post-moderna de la realidad musical, en el sentido de que no milita en ningún estilo específico, sino que se siente libre de tomar elementos, utiliza esas fuentes con espontaneidad y las incluye en el hilo dramático y esas peculiaridades hacen muy particular esta obra. Quienes la oigan por primera vez van a escuchar una pieza muy fresca y quien conozca su música verá un lenguaje reconocible y algo muy importante, se entiende perfectamente el español cantado, el texto siempre es claro y eso te comunica de modo inmediato con lo que está diciendo, lo cual es una virtud de esta música», explica.

El director de escena, Xavier Albertí, ha tenido que articular las referencias históricas con el mundo espectral de las voces escritas. «La propia estructura de la novela hace compleja su escenografía, ha sido un reto poner en escena una novela hecha de trozos de cartas, donde no hay situación, ni espacio real y donde las identidades pueden ser ficción. No es fácil encontrar una teatralidad para esta ópera –asegura–, pero la hemos encontrado con cajetines archivadores y apartados postales donde se conserva la memoria, pero también como metáfora de que la memoria es interpretable, leíble, no es historia y, por tanto, las imágenes, esas identidades y amores posibles e imposibles, viajan a sitios abstractos entrelazando lugares concretos con otros que sugieren la atmósfera fantasmal de los recuerdos. Es un espectáculo que habla de la idea de identidad, no solo ideológica, también afectiva y sexual, y cómo determinados contextos históricos, dificultan que ésta se desarrolle. Finalmente –se pregunta–, ¿qué identidad es la más importante conseguir, la que te identifica ideológica o políticamente o la que te identifica sexual y afectivamente? La obra mezcla esos conceptos para enseñarnos que cualquier contexto bélico destruye la singularidad de ser quienes somos».

Vicente Molina Foix (dcha.) y Luis de Pablo, en la última visita del segundo al Teatro Real
Vicente Molina Foix (dcha.) y Luis de Pablo, en la última visita del segundo al Teatro RealTeatro Real

La partitura comienza con un prólogo que evoca el juego de «Los lobicos» con los niños del colegio en Fuente Vaqueros, hasta la guerra que trae destrucción, división y tragedias como el asesinato de Lorca, el suicidio de Andrés Acero y la muerte en la cárcel de Miguel Hernández. ¿Cuál es la salvación? «La literatura, el arte –afirma Albertí–. Creo que la gran paráfrasis de esta obra es que el amor, para existir, no puede ser en un contexto de destrucción. Nos salvan los poetas, la palabra poética, como única posibilidad de volver a iluminar las zonas oscuras de nuestras almas. Por eso, son unos versos cantados a “capella” de “La destrucción o el amor” de Vicente Aleixandre los que cierran la ópera», concluye.

  • Dónde: Teatro Real, Madrid. Cuándo: del 16 al 26 de febrero. Cuánto: de 20 a 413 euros.

PIONERO DE LA RENOVACIÓN MUSICAL

Luis de Pablo es figura destacada de la generación del 51, fallecido el pasado 10 de octubre a los 91 años. Pionero de la renovación de la música española, es autor de una ingente y variada producción musical, con más de 300 obras de todo tipo de géneros, estéticas y formatos. Su corpus operístico lo conforman seis óperas escritas a lo largo de 30 años: «Kiu» (1983, Teatro de la Zarzuela), «El viajero indiscreto» (1990, Teatro de la Zarzuela), «La madre invita a comer» (1993, Bienal de Venecia, Teatro Goldoni), «La señorita Cristina» (2001, Teatro Real), «Un parque» (2005, Bienal de Venecia, Piccolo Arsenale) y, finalmente, «El abrecartas», concluida en 2015.