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Amir Reza te cuenta cómo romper con el pasado

El dramaturgo y director iraní debuta en España con “Timeloss”, una pieza que llega a Conde Duque para preguntarse qué vemos cuando miramos hacia atrás en el tiempo
Conde Duque

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No busquen en los archivos porque no encontrarán nada de Amir Reza Koohestani en España. Al menos, encima de los escenarios. Como turista, sí puede que den con alguna fotografía privada: “Vine un par de veces, pero por vacaciones”, confiesa. Estamos, por tanto, ante el estreno del dramaturgo iraní en nuestro país. Asegura que llega sin prejuicios sobre lo que significa actuar o programar una función aquí, pero que, después de dos años sin girar con un espectáculo, “deseo que sean grandes actuaciones”. Confía en que Timeloss sirva para “que el público relacione sus propias experiencias con lo que presentaremos en el escenario”. Al menos, que se emplee como él emplea su teatro: “Para compartir mis preguntas, dudas y pensamientos”.
Así se presenta Koohestani en un país nuevo y del que dice conocer, “sobre todo”, su literatura: García Lorca, Fernando Arrabal, Camilo José Cela y Carlos Ruiz Zafón, enumera el autor; luego, también tiene imágenes del cine español, “muy aclamado en Irán”, dice; y “el resto ya es parte de la cultura pop: fútbol y guitarra”. Olé.
Amir Reza llega a la Península por el empeño de Natalia Álvarez Simó de tenerlo en su espacio, en el Conde Duque. “Tenía que venir, era muy curioso que no hubiera estado antes. Ya era hora”, suspira la directora, ya con Timeloss en la saca. Tras un primer éxito, el autor confiesa que este montaje es fruto del ansia de “arruinar la memoria”, de pasar página, de su primera victoria sobre las tablas, Dance on glasses (creado con apenas 50 euros de presupuesto: “Dos actores, una mesa y dos sillas. Eso fue todo”). Ahora, aquellos dos intérpretes son proyectados al fondo de la sala mientras, en primer plano, una pareja conversa hasta perderse en un laberinto que difumina las palabras del propio ensayo con los de un diálogo cotidiano.
Pasaron más de diez años entre una y otra pieza y, entre medias, también pasaron “muchas otras cosas en Irán, en el mundo y en mi vida. Cuando estrené Timeloss no era el mismo hombre que en 2001 e, irónicamente, ya no soy la misma persona cuando presentamos Timeloss en 2013. Creo que cualquier producción de teatro más allá de su tema y el tema es sobre el tiempo: el tiempo entre la creación y la presentación en vivo”. En esas, la pieza que llega al Conde Duque trata de buscar en el pasado. “¿Qué ves cuando miras hacia atrás? ¿Qué puedes ganar, comprender, recuperar, pensar al hacer esto?”, se pregunta. Pero también “trata de la memoria (pasado) y el repertorio (presente). Cómo nuestra memoria da forma a nuestro presente y cuánto podemos vivir en el presente cuando recordamos nuestro pasado”, explica.
En el dossier de la obra se puede leer que estamos ante una función “sobre la abnegación del pasado; no tanto arrepentirse de él como de rechazarlo”. Lo importante no es la historia, sino cómo se ve esa historia. Para Koohestani, “es la raíz del árbol, lo que no vemos, la fuente del vivir” e “intentar romper con el pasado es el principio del fin”.
−¿Ya no le gustan sus primeros proyectos?
−“Me gusta” no es muy preciso. Digamos que me cuesta soportarlos. Son representaciones teatrales para el público, pero no para mí. Es una parte de ti que metes en una jaula teatral y que en cada presentación en vivo debes visitarla. Cuanto más tiempo pasa en la producción, más me alejo de ellos; te alejas de algo que solía ser parte de ti. Es un desafío enfrentar eso.
No es el iraní un ser positivo. Y no lo oculta. “Me pregunto si hay lugar para un punto de vista optimista en el mundo en que vivimos: el ascenso de la extrema derecha y los nacionalismos, los cambios climáticos, las catástrofes naturales y los crecientes enfrentamientos y guerras. Estaría agradecido si alguien pudiera dibujar un futuro brillante para nosotros y las próximas generaciones”, reta.
  • Dónde: Conde Duque, Madrid. Cuándo: 11, 12 y 13 de marzo. Cuánto: 18 euros.