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Teatro

«House»: La guerra en Oriente Medio, ladrillo a ladrillo

El 25 y 26 de abril el aclamado cineasta israelía Amos Gitaï presenta la adaptación teatral de su trilogía documental en los Teatros del Canal

La escenografía de «House» gira en torno a la construcción de un edificio
La escenografía de «House» gira en torno a la construcción de un edificioSimon Gosselin

Nuestra existencia es híbrida. Ni excluyente, ni disgregante. Es, por naturaleza, tendente a la simbiosis. Vivimos en un planeta, además, resume Amos Gitaï, formado por «un compuesto de personas desplazadas». El aclamado cineasta israelí opina que, «cuando los inmigrantes vienen a Europa o a Oriente Medio, hay que aceptarlo», abrazar esa diversidad de culturas, nacionalidades y costumbres, con el diálogo como base. Gitaï lo transmite en una obra que se sube a los Teatros del Canal los días 25 y 26 de abril: en «House» el también arquitecto resume la trilogía documental que creó entre 1980 y 2005, compuesta por «House» (1980), «A house in Jerusalem» (1997) y «News from home news from house» (2005). Pero, ante todo, sube a las tablas un ejercicio de memoria y reconciliación en el contexto del conflicto permanente en Oriente Medio.

Sobre un decorado de andamios, un grupo de actores formado por israelíes, palestinos, franceses, rusos o iraníes van interactuando y compartiendo sus experiencias. Una variedad «que en sí misma es un gesto, que demuestra que debemos primar el diálogo a pesar de la destrucción, del bombardeo continuo y de la guerra». La adaptación teatral de la trilogía, que fue prohibida en Israel y le costó a Gitaï el exilio, traslada la historia de una casa en Jerusalén oeste, durante un cuarto de siglo. Los sucesivos habitantes del lugar comparten fragmentos biográficos, dibujando así un mosaico de las repercusiones de un conflicto a lo largo del tiempo y de numerosas vidas. Es a través de la conversación, defiende el cineasta, como se debe alcanzar el entendimiento. «Cuando en Israel se ven las violaciones a las mujeres, o cuando los palestinos ven la destrucción en Gaza de hospitales y escuelas, eso no detiene la guerra, sino más bien la aviva. La iconografía no ayuda a detener las muertes. Por eso creo que el diálogo es la única forma», defiende.

Historias humanas

Durante nueve años, Gitaï fue estudiante de Arquitectura, algo que siempre refleja en su obra. Tanto en cine como en teatro, asegura que estos estudios «me han ayudado mucho, porque también se trata de hacer un trabajo coherente dentro de una situación incoherente». En el caso de «House», producción de la compañía francesa La Colline Téâtre National, la escenografía va relacionándose con los testimonios de sus personajes. Mientras que estos se preguntan qué significa vivir en una zona de guerra continua, mientras analizan oleadas migratorias o la convivencia de múltiples nacionalidades de varios continentes y religiones, un edificio se va desarrollando. Ladrillo a ladrillo, se muestran al espectador historias humanas, experiencias sociales y hasta políticas que surgen dentro de las mismas paredes. «El edificio es una especie de metáfora», explica el director, «es un microcosmos que nos permite conectarnos a través de las personas que lo construyen. Cada persona cuenta una parte de su biografía, y poco a poco la casa se va edificando, igual que el conflicto se va construyendo». Resuelve por tanto Gitaï, «de una manera no demagógica», una situación social y política que se extiende a lo largo de los años, y que merece de un delicado análisis.

La escenografía de «House» gira en torno a la construcción de un edificio
La escenografía de «House» gira en torno a la construcción de un edificioSimon Gosselin

«No soy yo quien ha hecho la historia», pronuncia Claire, uno de los personajes y por tanto testigo de la guerra entre Israel y Palestina. Ahí reside una de las grandes máximas de la obra de Gitaï, para quien «lo más importante es mantenernos humanos y sensibles al sufrimiento del otro. Quizá así podríamos buscar una salida». Una idea ansiada aunque compleja de desarrollar. Aunque esa es, al fin y al cabo, la función del arte. Opina el cineasta, que ha colaborado a lo largo de su trayectoria con figuras como Natalie Portman o Juliette Binoche, que «la función del arte es la de encontrar una forma simbólica para mostrar los horrores de la guerra, y así denunciarlos. Los filmógrafos o escenógrafos somos los pintores de nuestra época, y tenemos el deber de mostrar la realidad de una forma en la que el espectador pueda ver lo que está ocurriendo. No sólo la brutalidad de la guerra, sino también puertas abiertas al acuerdo. Tenemos que intentar aliviar la forma en la que el público ve el conflicto», resume.

No se rinde Gitaï, como nunca lo ha hecho en su trayectoria artística, a la hora de reclamar que la reconciliación es posible. Es consciente de hasta qué punto Oriente Medio «ha sido fuente de inspiración para toda la humanidad, en museos, en referencias bíblicas, incluso ha doctrinado a dos tercios del planeta, entre pensadores modernos tanto del judaísmo, del islam o del cristianismo». Por ello, la ve como «una tierra idónea para la pacificación». «Si me preguntas cuál es mi sueño, sería poder crear todos juntos un nuevo edficio para toda la humanidad», concluye.