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30.º aniversario

La nueva generación de 'El lago de los cisnes' ya está en el Teatro Real

El coliseo ofrecerá cinco funciones de la icónica coreografía de cisnes masculinos que inspiró la escena final de Billy Elliot

MADRID.-El Teatro Real celebra el aniversario de 'El lago de los cisnes' de Matthew Bourne con cinco funciones en noviembre
Jackson Fisch (The Swan, en el centro) junto al resto del elencoEuropa Press

Cuando uno piensa en “El lago de los cisnes”, la imagen recurrente que probablemente venga a la mente es la de un grupo de delicadas bailarinas con tutú blanco y zapatillas de punta conformando una coreografía con la música de Chaikovski y dando la ilusión de flotar sobre un escenario. Pero, ¿qué pasaría si esa icónica imagen fuera cambiada por un cisne varón? Probablemente, esa fue la pregunta que se hizo Matthew Bourne hace 30 años para crear una de las coreografías más revolucionarias del mundo de la danza “El lago de los cisnes: la nueva generación”, estrenada en el Sadler's Wells de Londres en 1995 con su compañía, New Adventures, que de inmediato se convirtió en un espectáculo mítico.

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Tanto, que la imponente imagen de un cisne varón iluminado por detrás por una cálida luz y saltando en la escena final de “Billy Elliot” (año 2000) era la del bailarín británico Adam Cooper, el “cisne original” de la producción de Bourne. Una imagen impactante de fuerza y belleza que reinterpretaba el clásico de Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893) y de algún modo reafirmaba a los chicos en su derecho a ser bailarines. Esta es la versión que llega ahora al Teatro Real que ofrecerá cinco funciones los días 19, 20 y 21 (a las 19.00 horas) y 22 (12.30 y 18.00 horas) de noviembre.

El ballet que desafía las normas de lo clásico

Si la pasada temporada, el coliseo madrileño presentó la renombrada versión de Helgi Tomasson de “El lago de los cisnes”, sobre el original de Marius Petipa y Lev Ivanov de 1985, del Ballet de San Francisco con la dirección artística de Tamara Rojo. Ahora, coincidiendo con su treinta aniversario, llega la oportunidad de esta nueva versión, ya icónica, que desafía las normas del ballet clásico. “El lago de los cisnes: la nueva generación”, cuya “onda expansiva tuvo un impacto estremecedor desde el momento de su estreno”, cuenta Sarah Crompton, crítica de danza para The Observer y WhatsOnStage. “Lo que la hacía tan original era que tomaba un ballet tradicional y una partitura totalmente clásica y los volvía contemporáneos”. Desde entonces, la versión ha recibido multitud de galardones internacionales, entre ellos el premio Olivier a la mejor nueva producción de danza y tres premios Tony: mejor director de musical, mejor coreografía y mejor diseño de vestuario.

Con todos los cisnes masculinos y las necesarias modificaciones en el discurso narrativo -donde desaparece la princesa encantada, sustituida por un joven y atormentado príncipe de tintes hamletianos-, Bourne construye una historia tan bella como radical que muestra al protagonista con sus deseos y anhelos en un mundo de represión donde se siente asfixiado, frustrado y confuso, sentimientos que se acentúan con la aparición del Cisne Blanco poderoso, fuerte y seductor. El joven príncipe se encuentra atrapado entre las presiones del deber, el protocolo y la exposición pública, mientras busca, de forma desesperada, el reconocimiento y el afecto de su madre, la reina. En ese proceso encuentra un cisne y un forastero, que parecen poseer lo que él anhela: libertad, poder, confianza, sensualidad y afecto. El drama se convierte en un análisis de la masculinidad en la sociedad actual, no exento de ciertas pinceladas de humor.

La reescritura de un mito

Pocas obras han desafiado las normas del ballet clásico con la audacia de Bourne. Al representar a los cisnes con un cuerpo masculino con el torso desnudo, no solo subvirtió uno de los iconos del “ballet blanc”, sino que reescribe el mito clásico en clave de deseo y liberación. Según Crompton, Matthew Bourne “nunca dudó de lo que estaba haciendo”: “En cuanto se me ocurrió la idea de los cisnes varones, supe de inmediato que era genial. Nunca la cuestioné”, declaraba el coreógrafo, que con su compañía de danza New Adventures, fundada en 1978, actualizaba este clásico contemporáneo para conectar con nuevas generaciones de bailarines y público. Nada cambia en la partitura, pero todo es diferente en el escenario, con decorado que impacta y un vestuario imaginativo creado por el premiado Lez Brotherston, y la iluminación de Paule Constable que pone en relieve lo obvio y lo subliminal de cada escena con luces estroboscópicas e incluso efectos pirotécnicos.

Un desafío transgresor que ha transformado este ballet en una obra desafiante donde conviven magistralmente las técnicas de la danza clásica, junto a la neoclásica y contemporánea y es precisamente esta actualización del lenguaje coreográfico y narrativo lo que ha conectado de forma rotunda con un público joven, dentro y fuera del ámbito de la danza. “Su impacto ha sido enorme”, afirmaba Bourne. “Personalmente, cambió mi vida por completo. Tener un espectáculo a ese nivel fue algo que no esperábamos y nos llevó a lugares que jamás habríamos soñado. Pero también ha ido cambiando al público a lo largo de los años, atrayendo a mucha gente nueva al mundo de la danza”.